Pérez brinda algo que ver a aficionados de los Reales
KANSAS CITY, Missouri, EE.UU. (AP) — En retrospectiva, los Medias Blancas de Chicago probablemente debieron concederle la base por bolas a Salvador Pérez con la primera base desocupada en la primera entrada de un juego sin carreras el domingo, incluso si esto hubiera ido contra cualquier estrategia tradicional.
En lugar de congestionar las bases, vieron como el receptor venezolana de los Reales las limpiaba.
En el segundo lanzamiento de Dylan Cease, una recta de 99 millas por hora fuera del plato, Pérez hizo el tipo de contacto que suena como la explosión de un cohete. La bola salió disparada hacia el sol de la tarde, viajando lo que pareció una eternidad hacia la fuente en la parte alta del jardín derecho — un batazo por banda contraria que viajó cerca de 448 pies.
“La mayoría de nosotros no podríamos pararnos en el jardín derecho con un ‘fungo’ (un bate para práctica) y darle hacia allá”, admitió el mánager de los Reales Mike Matheny, sacudiendo la cabeza. “Tras el contacto con el bate, se veía diferente. No sé que decir”.
Es difícil poner en palabras la temporada que Pérez está teniendo.
Incluso cuando los Reales están fuera de competencia —- 17 juegos detrás de los Medias Blancas, líderes de la División Central de la Liga Americana, antes del juego del martes ante Baltimore — su catcher de 31 años está logrando que esta racha sea algo imperdible.
Con el cuadrangular ante los Medias Blancas el domingo, llegó a 41 en la campaña y está segundo en la liga, detrás de la estrella de los Angelinos Shohei Ohtani, y cuatro detrás del récord de Johnny Bench que estableció en 1970 para un jugador que estuvo como receptor en al menos el 75% de los encuentros.
Se ubica siete detrás del récord de la franquicia, que Jorge Soler estableció hace un par de años.
Incluso cuando Pérez no conecta cuadrangulares, aún responde en los momentos decisivos. Con su sencillo remolcador para el empate el lunes en la octava y que ayudó a los Reales a vencer por 3-2 a los Orioles, llegó a 103 impulsadas esta campaña — un tope personal.
“Es simplemente un número grande”, dijo Matheny, quien fue cátcher durante 13 temporadas, pero sólo sumó 67 jonrones en su carrera. “El poder lograr eso, incluso con todos los golpes que uno recibe detrás del plato y el tipo de jugador que ha sido toda la temporada, ofensivamente y defensivamente, estamos presenciando algo especial”.
Es incluso más especial cuando uno considera el camino que Pérez tomó para llegar aquí.
Hace tiempo había dejado su huella como uno de los mejores receptores, con seis apariciones consecutivas en el Juego de Estrellas y en las que sólo no ganó el Guante de Oro en una ocasión. Tuvo cuatro campañas seguidas con al menos 20 cuadrangulares y temporadas consecutivas de 80 remolcadas en el 2017 y 2018, números nunca antes vistos para un cátcher.
Luego sucedió lo impensable. Al año siguiente, Pérez fue diagnosticado con un desgarre en el ligamento del brazo con el que lanza en el entrenamiento de primavera y lo llevó a perderse toda la temporada.
Pérez estaba listo para reaparecer en la abreviada temporada debido a la pandemia en 2020. Tuvo el mejor promedio de su carrera de .333, con 11 jonrones y 32 remolcadas, presagiando lo que sería esta temporada.
Más allá de ese sprint de 37 juegos, Pérez se preparó a tope durante los meses de invierno.
Siempre obsesionado con su oficio, Pérez puso énfasis en alcanzar mejores condiciones físicas. Inició una dieta más saludable y añadió más trabajo de estiramiento y flexibilidad para afrontar el rigor de una temporada completa.
“Esto tiene un gran significado", dijo Pérez. “Soy consciente de todo mi arduo trabajo en el pasado invierno, desde octubre hasta el día que llegué a Arizona para el spring training. Si trabajas fuerte, vas a tener buenos resultados. Hay que ser consistente. Me puse a cuidar mi cuerpo y poder en las condiciones ideales para jugar”.
Y vaya que sí. Pérez ha participado en 136 de los 137 juegos esta campaña, 108 detrás del plato, donde el calor, el equipamiento de protección y agacharse pasa un enorme costo físico en un pelotero.