Osaka debería tomarse el tiempo de descanso que necesite
Naomi Osaka no está obligada por nadie a jugar al tenis por el resto de la temporada. En verdad, por el resto de su vida. La única persona a la que debe responder ahora es a sí misma.
¿Y los fanáticos y críticos, los torneos y los ejecutivos de televisión, los patrocinadores que la han convertido en la deportista mejor pagada del mundo? Que la dejen resolver la situación por su cuenta.
Porque es evidente que necesita tiempo para pensar, y hacerlo lejos del mundanal ruido, lejos de las tensiones y presiones, sea en la cancha o fuera de ella, y sea que le viene de afuera o de su interior.
“Diría que todos estamos afrontando problemas”, dijo Osaka el viernes después de ver su defensa del título del US Open interrumpida por una derrota de 5-7, 7-6 (2), 6-4 ante Leylah Fernandez, que no está preclasificada. “Yo sé que estoy afrontando problemas”.
Esa es su situación desde hace algún tiempo. Cuando se retiró del Abierto Francés antes de la segunda ronda para tomarse un descanso por razones de salud mental, reveló que había sufrido “ataques de depresión” desde 2018. Dejó pasar Wimbledon, de manera que el US Open fue su primer torneo de Grand Slam en tres meses.
El viernes, a medida que perdía su ventaja hacia el final del segundo set, arrojó reiteradamente su raqueta y recibió una advertencia por enviar una pelota a las tribunas, expresando externamente la procesión que iba por dentro mientras jugaba frente a más de 20.000 espectadores en la cancha Arthur Ashe —algunos de los cuales la abuchearon— millones de televidentes de todas partes del mundo.
Además, literalmente, se escondió de todos al cubrirse la cabeza con una toalla durante los descansos.
“Normalmente pienso que me gustan los retos. Pero últimamente me siento muy ansiosa cuando las cosas no van como yo quiero, y me parece que ustedes lo sienten”, dijo. “En verdad no estoy segura por qué sucede así ahora”.
Dijo que no sabe con certeza cuándo querrá otra vez jugar al tenis, lo cual parece bastante notable dado el aspecto que tiene la vida profesional de Osaka a los 23 años, vista desde afuera.
Ganadora de cuatro Grand Slam. Ex número 1, actualmente número 3. Superestrella en Japón, donde nació —antes de mudarse con su familia a los tres años a Estados Unidos, donde aún reside— y poseedora de suficiente fama y éxito para tener el honor de encender la llama para las Olimpíadas de Tokio.
Y sin embargo...
“Cuando gano, no me siento feliz. Más bien siento alivio. Y cuando pierdo, me siento muy triste”, dijo Osaka el viernes. No me parece normal".