EEUU defiende ataque que, según afganos, mató a 6 niños
KABUL (AP) — Se sintió como si el mismísimo infierno se hubiera abierto, dijo Ramal Ahmadi, que estaba viendo caricaturas con su sobrino cuando un avión no tripulado estadounidense entró de golpe en el patio de su familia, donde momentos antes habían organizado una celebración para recibir al hermano mayor de la familia.
Lo último que recuerda Ahmadi es el sonido de la bocina del coche de su hermano que anunciaba su llegada y los gritos de los niños. Dice que su cabeza “no está bien” desde ese día.
El ataque estadounidense con drones del domingo mató a 10 miembros de su familia, seis de ellos niños, dijo Ahmadi.
Los altos mandos militares de Estados Unidos afirmaron que el ataque con drones fue contra un objetivo del grupo Estado Islámico y que debilitó la capacidad de los extremistas para seguir dificultando la fase final de la retirada de Estados Unidos y la evacuación de miles de personas de Afganistán.
Tres días antes del ataque con drones, un integrante del Estado Islámico perpetró un atentado suicida en una puerta de embarque abarrotada en el aeropuerto de Kabul, matando a 13 militares estadounidense y a 169 ciudadanos afganos.
El jefe de Estado Mayor Conjunto, general del Ejército Mark Milley, dijo el miércoles que al menos uno de los muertos en el ataque con drones era un “facilitador” del Estado Islámico.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, reconoció el jueves los informes sobre víctimas civiles y dijo que se estaban investigando.
Anteriormente, los funcionarios estadounidenses habían señalado que las explosiones posteriores se debieron a la destrucción del vehículo y que pudieron haber provocado más víctimas.
Sin embargo, la familia enfurecida de los Ahmadi exige pruebas, y niega que el coche llevara explosivos.
“Tienen que darnos respuestas. ¿Tan poco vale nuestra sangre que ni siquiera nos dan una explicación?”, preguntó Ahmadi.
Los analistas advirtieron que el riesgo de que se produzcan víctimas civiles durante los ataques con drones aumentará ahora que Estados Unidos ya no dispone de información sobre el terreno.
En el patio de la casa de la familia, Emal, otro hermano de Ahmadi, rebuscaba hace poco entre las ruinas retorcidas del devastado Toyota Corolla.
Dentro había una camisa de niño empapada de sangre.
Dijo que algunos miembros de la familia, incluidos los niños, estaban en el coche cuando fue alcanzado.
Alegó que si hubiera habido una bomba en el vehículo habría habido muchos más daños en el patio y en la casa. Señaló dos cilindros de gas sin daños en una esquina del patio.
“Si el automóvil estaba lleno de explosivos, como dicen los estadounidenses, ¿por qué no explotaron estos cilindros?”, preguntó Emal. También señaló un muro de ladrillo mal construido cerca del vehículo destruido. ”¿Cómo puede seguir en pie el muro si este coche estaba lleno de explosivos?”
Pero los funcionarios estadounidenses, incluidos algunos que observaron el ataque en tiempo real en las transmisiones de video, dijeron que Estados Unidos había estado vigilando el coche durante varias horas y vio a personas cargando explosivos en el maletero.
En el recinto del barrio de Khoja Boghra de Kabul vivían cuatro hermanos Ahmadi y sus familias, 25 personas en total. Las carreteras que atraviesan el barrio de clase media pasan por casas ocultas tras altos muros y puertas.
Para los Ahmadi, la acusación de que su familia estaba involucrada con el grupo Estado Islámico es devastadora.
“Si tienen pruebas, les digo: ‘adelante, mátenme’, pero muéstrenme las pruebas”, dijo Emal, cuya hija Malika, de 3 años, estaba entre los muertos.
Su hermano mayor, Zamarai, y su sobrino Nasir Haideri —ambos muertos en el ataque-— habían trabajado para empresas aliadas del gobierno estadounidense y habían solicitado visados especiales de inmigrante concedidos a afganos con esos vínculos con Estados Unidos.
Emal, que también ha solicitado uno de los visados, dijo que le costaba entender por qué el complejo familiar fue atacado. ”¿Tienen una tecnología tan alta que pueden ver una hormiga en el suelo, pero no pudieron ver un patio lleno de niños?”, preguntó.
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Los periodistas de The Associated Press Lolita C. Baldor y Nomaan Merchan en Washington contribuyeron a este despacho.