Recepción mixta en El Paso a nueva ley de armas de Texas
EL PASO, Texas, EE.UU. (AP) — Martin Portillo compró un arma de fuego después de la masacre en una tienda Walmart de su ciudad natal de El Paso hace dos años, a pesar de que iba en contra de lo que aprendió en su casa.
Su esposa, Daisy Arvizu, trabajaba en la tienda cuando un hombre comenzó a disparar, supuestamente dispuesto a matar a la mayor cantidad de mexicanos que le fuera posible en la ciudad fronteriza de población predominantemente hispana ubicada en el extremo occidental del estado, según las autoridades.
Portillo sentía que al comprar una pistola y aprender a usarla obtendría paz mental y le ayudaría a aplacar las pesadillas de su esposa sobre el ataque del 3 de agosto de 2019, en el que murieron 23 personas y muchas más resultaron heridas.
“Fui el primero de mi familia en tener un arma, nunca recurrimos a algo como eso”, dijo Portillo, de 26 años y quien trabaja instalando televisión de paga. “Me afecta que no estaba ahí para hacer algo. Esto es lo mejor que puedo hacer”.
El miércoles, Texas se convirtió en el vigésimo estado, y el más grande, en permitir algún tipo de portación no regulada de armas de fuego. Según la nueva ley, la mayoría de las personas mayores de 21 años que no hayan sido declaradas culpables de un delito grave pueden portar una pistola enfundada — oculta o no — en público sin haber recibido algún tipo de entrenamiento ni tener que obtener una licencia.
Los partidarios de la medida, incluyendo al gobernador Greg Abbott y los demás republicanos del Congreso, la han elogiado por considerarla una expansión necesaria al llamado movimiento constitucional a la portación de armas que les permitirá a las personas defenderse con mayor facilidad sin interferencia del gobierno. Pero los detractores, incluyendo algunos grupos policiales y otros, aseguran que relajar aún más las restricciones a las armas de fuego es algo imprudente en un estado en el que se han registrado muchos tiroteos masivos.
Hasta el miércoles, los texanos requerían de un permiso para portar una pistola afuera de sus casas y vehículos. Para obtenerlo, tenían que acudir a que les tomaran las huellas dactilares, realizar un entrenamiento de varias horas sobre leyes de armas de fuego y seguridad, y aprobar un examen de aptitudes. Ahora todavía pueden tomar un curso de capacitación en línea que la ley requiere que el estado proporcione, pero no es obligatorio.
El ataque en Walmart llevó a Nuevo México, cuya frontera se encuentra a sólo 24 kilómetros (15 millas) al norte de El Paso, a aprobar la así llamada ley de señal de peligro, la cual permite a los cuerpos policiales incautar armas de personas consideradas de riesgo para ellos mismos o los demás. Según los fiscales, el hombre acusado en la masacre de El Paso, Patrick Crusius, condujo desde su residencia en el área de Dallas hasta El Paso para poder matar a hispanos, los cuales conforman aproximadamente el 80% de la población de la ciudad fronteriza. Sus abogados aseguran que a Crusius se le diagnosticaron discapacidades mentales.
Texas tiene una arraigada cultura de la tenencia de armas que evoca la del Viejo Oeste, y muchos de sus residentes están a favor de las medidas más laxas.
Uno de ellos es Jesús “Chuy” Aguirre, de 78 años, propietario de la armería Chuy's Gun Shop en El Paso. Hace una generación abogó con éxito por la introducción de permisos para la portación de armas ocultas.
“A la larga nos apaciguamos y los policías comenzaron a entender lo que tenían que hacer”, declaró.
Angel Zacarias, quien con 21 años tiene apenas edad suficiente para ser elegible a portar un arma sin permiso, se encontraba hace unos días en la tienda de Aguirre para preguntar el precio y la calidad de una pistola usada. Dijo que no planeaba solicitar una licencia de portación de armas para así ahorrarse las cuotas, que por lo general alcanzan los 200 dólares.
Pero también hay muchos en contra de la nueva ley.
Si bien la nueva medida endureció las sanciones para los convictos por delitos graves que sean sorprendidos portando un arma, grupos policiales expresaron su preocupación por el hecho de que los cursos de capacitación sean opcionales, así como por la seguridad de los agentes en sus interacciones de rutina con aquellos que porten armas de fuego sin licencia.
A pesar de que Portillo, al igual que muchos otros en El Paso, compró una pistola tras el ataque en Walmart, dijo que no se siente tranquilo de que haya menos requerimientos para portar un arma de fuego en público y cree que la medida podría derivar en un incremento de la violencia.
“Creo que si vas a estar tan armado como un agente de policía, entonces necesitas tener cierto tipo de entrenamiento”, dijo Portillo, un ciudadano estadounidense por naturalización quien llegó de niño junto con su familia desde Ciudad Juárez, México, limítrofe con El Paso. “Las situaciones suben de tono, en especial en estos días... Ya no se pelea con los puños”.
Adria Gonzalez, quien estaba de compras en Walmart cuando se desató el tiroteo y ayudó a resguardar a otras personas, aseguró que la nueva ley va en contra del sentido común y socava la disciplina requerida para portar un arma. Dijo que ella aprendió a manejar un arma porque se lo pidió su esposa, quien es militar en activo.
“Después de todo lo que sucedió, me dijo: ‘¿Sabes qué? Tienes que estar entrenada, tienes que protegerte’”, contó González.
El doctor José Burgos, que trabajaba en el Centro Médico University cuando comenzaron a recibir a las víctimas del ataque en Walmart en la sala de emergencias, se convirtió en portador de armas con permiso casi al principio de la pandemia, por temor a un nuevo atentado contra los latinos y después de ver cómo las personas realizaban compras de pánico. Cree que anular el requerimiento de capacitación resultará en actos innecesarios de violencia.
“Si tenemos leyes que son más permisivas para la propiedad de armas, se necesita educar a las personas al respecto”, declaró. “Uno todavía tiene que cumplir la ley que te sancionará si usas un arma de fuego de forma indebida”.