Múñez sobre “Cocinera de Castamar”: Han hecho una gran serie
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Fernando J. Múñez, autor de la novela histórica de romance “La cocinera de Castamar”, ha encontrado en la adaptación televisiva escenas tal y como las había imaginado.
“Hay muchas cosas de la serie que seguramente yo hubiera rodado de una forma diferente”, dijo Múñez en entrevista por videollamada desde Madrid a propósito de la llegada de la novela a Latinoamérica bajo la Editorial Planeta. “Pero también hay muchas cosas que las hubiera hecho exactamente como las han hecho, y eso yo creo que es un gran mérito. En ese sentido creo que han hecho una gran serie y ahí está el éxito, a la gente le encanta”.
La extensa novela de 760 páginas, ubicada en la península Ibérica del siglo XVIII, se colocó en la lista de los libros más vendidos tras su publicación en España en 2019. La serie, actualmente disponible en Netflix, cuenta con las actuaciones de Michelle Jenner, Roberto Enríquez, Jean Cruz, Maxi Iglesias y Hugo Silva y ha tenido muy buena recepción, aunque todavía no tiene fecha de estreno confirmada para una posible segunda temporada.
Tanto en la novela como en la serie la buena cocina abunda, al igual que la intriga. En la novela, el duque de Castamar, Diego, lleva una década de luto por su bella esposa, fallecida en un accidente de caballos. En la serie su luto dura sólo un año, hasta que llega Clara, una nueva ayudante de cocina que lo cautiva con su don para crear platillos exquisitos. Clara es asistente, pero su talento la hace ascender rápidamente a cocinera principal en Castamar, como le dicen al palacio del duque Diego a las afueras de Madrid.
Aunque Clara es una sirvienta más en el palacio, sabe leer y hablar otros idiomas, pues su padre se esmeró para que se educara. Múñez dijo que tomó como referente para Clara a mujeres como la renacentista Marie de Gournay, autora de “Igualdad de los hombres y las mujeres”, u Olympe de Gouges, artífice de la “Declaración de los derechos de la mujer y de la ciudadana” en el siglo XVIII.
“Son dos referentes históricos que muy bien pueden hablar de mujeres ilustradas de su época que tenían un entendimiento, que eran cultas, letradas y que eran extraordinarias, sin duda, como Clara”, dijo el autor.
A Múñez, una de las cosas que más le llamaba la atención mostrar de la España del siglo XVIII era una sociedad en la que se necesitaba mucha fuerza para tratar de hacer un cambio.
“El siglo XVIII, el famoso siglo de las luces, ha pasado tal vez inadvertido en ese sentido. Por lo menos literariamente, no ha habido tantas figuras relevantes”, dijo. “Me gustaba muchísimo, me interesaba muchísimo entrar dentro de ese mundo tan clasista, tan jerarquizado, tan estructurado en muchos sentidos”.
Múñez señaló que en la época de Clara había dos corrientes de cocina en España que reflejaban el momento de transición en la corona. Por un lado la cocina española especiada y tradicional, y por otro los platillos de influencia francesa llevados por el rey Felipe V, quien nació en Versalles e instauró la Casa Borbón tras esa la guerra de sucesión española.
“Había una guerra gastronómica entre lo que era la España peninsular, esa cocina de la España peninsular, y la cocina que viene de Versalles con Felipe V”, dijo. “Eran formas de cocinar diferentes y formas de entender la gastronomía diferentes”.
También eran muy diferentes los tiempos de preparación. Se utilizaba leña y esto hacía que mantener la temperatura fuera todo un trabajo. Algunos ingredientes comunes en la actualidad no eran tan usados, y en el caso de los animales uno mismo tenía que deshuesar, destripar, quitar sangre.
“Hoy en España se cocina muchísimo con aceite de oliva... pero en aquella época el aceite de oliva era un aceite muy duro porque no tenía los procesos de refinado que tenemos ahora y entonces se utilizaba principalmente manteca de cerdo”, dijo Múñez.
A pesar de esto, el menú en Castamar tiene animales de mar y de tierra, entradas y postres, además de estar delicadamente decorado. Con todas estas herramientas, Clara y Diego comienzan a desarrollar un lenguaje de amor a través de la cocina.
“Hacían verdaderos festines y hacían obras casi te diría de arte, de decoración. Existía un departamento específico que en España se llamaba de ramillete, una dependencia específica de cómo decorar los platos, los centros de mesa, los manteles. Había gente muy especializada”, dijo Múñez.
En su nueva novela “Los diez escalones”, publicada en mayo, Múñez sigue en su viaje hacia el pasado, en este caso con la historia de amor imposible de un sacerdote en la España del siglo XIII.
“Tiene una historia de amor menos amable que la de Clara y don Diego, pero muy pasional”, señaló.