El Talibán disfruta victoria, pero se prepara para gobernar
KABUL (AP) — El Talibán disfrutó su victoria luego de que concluyó la retirada de soldados estadounidenses de Afganistán y reiteró el martes su promesa de que traerá paz y seguridad a la nación tras décadas de guerra. Mientras tanto, sus ciudadanos esperaban ansiosos para ver cómo será el nuevo orden.
Después de haber humillado al ejército más poderoso del mundo, el Talibán ahora enfrenta el desafío de gobernar una nación de 38 millones de habitantes —la cual depende en gran medida de la ayuda internacional— y el de imponer algún tipo de mandato islámico a una población que está mucho más educada y es más cosmopolita de lo que era cuando el grupo gobernó por última vez Afganistán a finales de la década de 1990.
Miles de personas que habían trabajado con Estados Unidos y sus aliados, así como hasta 200 estadounidenses, seguían en la nación después de que la evacuación aérea concluyó con los últimos soldados estadounidenses que salieron del Aeropuerto Internacional de Kabul poco antes de la medianoche del lunes. El presidente Joe Biden defendió su manejo de la retirada, señalando que su gobierno se había puesto en contacto en 19 ocasiones desde marzo para alentar a todos los ciudadanos estadounidenses en Afganistán a que abandonaran el país.
Los líderes del Talibán con turbantes y flanqueados por combatientes de la unidad élite Badri visitaron el aeropuerto el martes y posaron para fotografías.
“Finalmente, Afganistán es libre”, comentó Hekmatullah Wasiq, un miembro de alto rango del Talibán, a The Associated Press en la pista. “Todo está en paz. Todo es seguro”
Pidió a las personas que regresen a trabajar y reiteró la oferta del Talibán de amnistía para todos los afganos que habían luchado contra el grupo en los últimos 20 años. “La gente tiene que ser paciente”, señaló. “Poco a poco todo volverá a la normalidad. Tomará tiempo”, añadió.
Una añeja crisis económica se ha agravado desde la rápida toma del país por los talibanes a mediados de agosto, y la gente se ha aglomerado en los bancos para maximizar su límite diario a los retiros, que es de unos 200 dólares. Los funcionarios públicos llevan meses sin cobrar y la moneda actual está perdiendo valor. La mayoría de las reservas de divisas de Afganistán se encuentran en el extranjero y actualmente están congeladas.
“Seguimos viniendo a trabajar, pero no nos están pagando”, comentó Abdul Maqsood, un policía de tránsito que está apostado cerca del aeropuerto. Señaló que no había recibido su sueldo en cuatro meses.
Una gran seguía amenaza el suministro de alimentos y miles de personas que huyeron durante el rápido avance de los talibanes continúan en campamentos.
“Afganistán está al borde de una catástrofe humanitaria”, señaló Ramiz Alakbarov, el coordinador humanitario local de las Naciones Unidas. Dijo que se necesitan 1.300 millones de dólares para las labores de ayuda, de los cuales sólo se ha recibido el 39%.
Los problemas a los que se enfrenta el Talibán para reactivar la economía podrían darle a las naciones de Occidente una ventaja mientras presionan al grupo para que cumpla con la promesa de permitir la libre circulación, formar un gobierno inclusivo y garantizar los derechos de las mujeres. El Talibán señaló que quiere tener buenas relaciones con otros países, incluido Estados Unidos.
Hay pocas señales de las restricciones draconianas que el Talibán impuso la última vez que estuvo en el poder. Las escuelas han recibido tanto a niños como niñas, aunque los talibanes han dicho que estudiarán por separado. Las mujeres están en las calles portando pañuelos islámicos, como siempre lo han hecho, en lugar de la burka que les cubre todo el cuerpo y que exigía el Talibán en el pasado.
“No le tengo miedo al Talibán”, comentó Masooda, una niña que cursa el quinto grado y que se dirigía a la escuela el martes.
La última vez que el Talibán gobernó el país, de 1996 a 2001, prohibieron la televisión, la música e incluso la fotografía, pero no hay ningún indicio de que eso vaya a suceder de nuevo. Las televisoras siguen funcionando con normalidad y se puede ver a los propios combatientes del Talibán tomándose selfies en distintas partes de Kabul.
El martes, el sonido de la música salía de un lujoso salón de bodas de Kabul, donde se celebraba una fiesta en su interior.
Shadab Azimi, el gerente de 26 años, dijo que se habían celebrado al menos siete bodas desde que los talibanes tomaron el poder, y que los festejos se habían trasladado al día por motivos de seguridad. Dijo que los talibanes aún no han anunciado ninguna restricción a la música, pero que los cantantes de bodas han cancelado por precaución, lo que le ha obligado a utilizar cintas.
Azimi dijo que una patrulla talibán pasa por allí un par de veces al día, pero sólo para preguntar si necesita ayuda con la seguridad. A diferencia de la ahora disuelta policía del derrocado gobierno apoyado por Occidente, los talibanes no piden sobornos, señaló.
“Los antiguos funcionarios, incluidos los agentes de policía, siempre nos pedían dinero y nos obligaban a recibir a sus amigos en comidas y cenas”, manifestó. “Este es uno de los puntos positivos de los talibanes”.