"Tipos razonables": Los contactos de Rusia con el Talibán
MOSCÚ (AP) — Cuando el Talibán se apoderó de Afganistán, Rusia estaba lista para hacer frente a los vertiginosos acontecimientos tras trabajar metódicamente por años para sentar las bases de una relación con una organización que sigue considerando terrorista.
El ministro de relaciones exteriores ruso Sergey Lavrov destacó esta semana que Moscú “no tiene apuro” en reconocer a los talibanes como los nuevos gobernantes de Afganistán, pero acotó que había algunas “señales alentadoras” de que estaban dispuestos de permitir otras fuerzas políticas en el gobierno y que las mujeres vayan a la escuela.
Rusia incorporó al Talibán a su lista de organizaciones terroristas en el 2003 y nunca lo retiró. Cualquier contacto con grupos como ese está prohibido y puede ser castigado, pero el Ministerio del Interior, en respuesta a preguntas destacando aparentes contradicciones, dijo que sus contactos con el Talibán fueron vitales en los esfuerzos internacionales por estabilizar Afganistán.
A diferencia de otros países, Rusia dijo que no evacuará su embajada en Kabul y su embajador se reunió ya con representantes del Talibán para lo que describió como charlas “constructivas” luego de la toma de la capital.
La Unión Soviética estuvo 10 años en guerra en Afganistán, hasta que se retiró en 1989. Desde entonces, Moscú fue un mediador importante en las conversaciones internacionales sobre Afganistán y se esforzó por entablar lazos con el Talibán, recibiendo a sus delgados para una serie de encuentros bilaterales y multilaterales.
“Mantenemos contactos con el Talibán desde hace siete años y hablamos de muchos temas”, expresó el enviado del Kremlin a Afganistán Zamir Kabulov esta semana. “Los consideramos una fuerza que va a desempeñar un papel prominente en Afganistán en el futuro, incluso si no toma el poder. Todos esos factores, más las garantías que nos dieron los principales líderes del Talibán, nos tranquilizan respecto a los últimos acontecimientos, aunque permanecemos vigilantes”.
Un mes antes de que el Talibán lanzase la ofensiva que culminó con la toma de Kabul, una delegación suya visitó Moscú para ofrecer garantías de que no amenazarían los intereses de Rusia ni de sus antiguos aliados soviéticos del centro de Asia, un indicio de que consideran vitales sus lazos con Rusia.
El portavoz del Talibán Mohammad Sohail Shaheen dijo durante una visita a Moscú el mes pasado que “no permitiremos que nadie use el territorio afgano para atacar a Rusia o países vecinos”. Aseguró que “tenemos muy buenas relaciones con Rusia”.
Diplomáticos rusos dicen que confían en las promesas del Talibán y destacan que combate a la agrupación Estado Islámico, que Moscú considera una de las principales amenazas a la estabilidad de Afganistán. Moscú resaltó asimismo el compromiso del Talibán con la lucha contra el tráfico de drogas que llegan al centro de Asia.
El embajador ruso en Kabul, Dmitry Zhirnov, describió a los talibanes como “tipos razonables” luego de una “reunión positiva y constructiva” la semana pasada. Acotó que el Talibán se comprometió a proteger la embajada rusa.
“Los representantes rusos catalogan los talibanes como gente moderada y responsable”, sostuvo el analista de Moscú Alexei Makarkin.
Agregó que difícilmente el Talibán trate de ejercer influencia en el centro de Asia, aunque “no se puede descartar que lo haga en el futuro”.
A pesar de las garantías del Talibán, Rusia ha hecho una serie de maniobras militares con sus aliados del centro de Asia en las últimas semanas, dejando en claro que los defenderá de cualquier posible agresión.
La Unión Soviética invadió Afganistán en diciembre de 1979 por temor a que Estados Unidos estuviese tratando de ganar presencia allí tras irse de Irán luego de la revolución islámica. Lo que se esperaba fuese una intervención rápida, sin embargo, tropezó con la feroz resistencia de guerrillas apoyadas por Estados Unidos, conocidas como los muyahidines. Más de 15.000 soldados soviéticos murieron, según cifras oficiales. Los cálculos de bajas civiles varían, de 500.000 hasta 2 millones.
En Rusia muchos se vanaglorian de que el gobierno del presidente comunista Mohammad Najibullah duró tres años tras la retirada de los soviéticos y cayó en 1991, cuando Moscú suspendió completamente toda ayuda.
“El régimen creado por los estadounidenses se vino abajo antes de que ellos se fuesen del todo, esa es la principal diferencia”, manifestó Kabulov.
Franz Klintsevich, presidente de defensa y seguridad de la cámara baja del parlamento ruso, declaró a la Associated Pres que Estados Unidos dejó un enorme arsenal militar que cayó en manos del Talibán. “¿A quién se le ocurre dejar semejante regalo a los terroristas después de pelear 20 años contra ellos?”, preguntó Klintsevich, veterano de la ocupación soviética de Afganistán.
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Harriet Morris colaboró en Moscú.