Olímpicos, mucho más que una medalla para Albane Valenzuela
KAWAGOE, Japón (AP) — Se nubló el cielo en el Kasumigaseki Country Club, pero la golfista Albane Valenzuela y su hermano Alexis irradiaban una sonrisa que lo iluminaba todo. Vivían un momento único.
Valenzuela, brillante estudiante, Phi Beta Kappa de la Universidad de Stanford, había sacrificado su último semestre en el equipo de golf universitario para hacerse profesional y mejorar sus posibilidades de volver a los Juegos Olímpicos, esta vez con su hermano de 19 años como su caddie.
“Él es nuestro milagro”, expresó.
Alexis tenía tres años cuando le diagnosticaron trastornos del espectro autista. No habló sus primeros cinco años de vida —los médicos dijeron que probablemente nunca lo haría— y le dijeron a la familia que probablemente nunca podría ir a la escuela.
Hoy Alexis habla tres idiomas. Después de Tokio 2020, regresará a Dallas para cursar su segundo año en SMU (la Universidad Metodista del Sur), donde ya participó en un torneo juvenil de golf.
¿Es un milagro?
“Todos los días agradezco poder hacer las cosas que hago”, dijo Alexis mientras sostenía una sombrilla para su hermana. “Siempre trato de estar feliz. No sé si soy algún tipo de milagro. Solo trato de ser feliz. De disfrutar cada momento”.
Su caso es tan impactante que Albane enfocó en él el ensayo que escribió cuando se postuló para la universidad, en el que habló de la influencia que su hermano tuvo en ella.
“Me ayudó a ser una persona madura, consciente de las realidades de la vida”, expresó ella. “Crecer con alguien con autismo te da otras perspectivas y otras visiones de la vida”.
La familia de Valenzuela es única en muchos sentidos. Y el golf está en el centro de todo.
Su padre es mexicano y su madre francesa. De niña vivió en tres países.
Su padre Alberto Valenzuela jugó al golf en UCLA (la Universidad de California con sede en Los Ángeles) y fue campeón amateur de Francia. Conoció a su esposa, Diane, cuando jugó un torneo amistoso en el Evian Golf Resort en 1991.
Vivían en Nueva York cuando nació ella. Se mudaron a la Ciudad de México cuando ella tenía tres años y a Ginebra tres años después. Ella se hizo ciudadana suiza a los 14 años y defendió esa bandera como amateur.
Habla francés, inglés y español, y se defiende con el alemán.
“Si está en México, se siente mexicana. Si está en París, se siente francesa. Si está en Estados Unidos, le encanta ser estadounidense. Y le gusta representar a Suiza en los torneos. Es parte del mundo”, dijo su madre a la revista Golfweek.
Ningún torneo es más global que los juegos olímpicos y eso es muy importante para Valenzuela.
Antes de comenzar a cursar estudios en Stanford, se tomó un año de descanso y jugó todo lo que pudo pensando en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro del 2016. Figuró entre las cinco primeras en un par de torneos del circuito europeo y sobrevivió a las dos primeras rondas del US Open. Eso le bastó para clasificarse a Río 2016 como amateur. Terminó 21ra y vivió una gran experiencia.
Pero le quedó una espina en la garganta: A último momento se enteró de que Alexis no podría ser su caddie porque no tenía la edad necesaria.
Fue su caddie en el Campeonato Amateur Femenino de Estados Unidos del 2017, en el que su hermana peleó el título.
El torneo marcó un hito en su vida.
Cuando un periodista se le acercó y le preguntó acerca de su autismo, el chico que no pronunció una palabra hasta los cinco años decidió que era tiempo de hablar del tema.
“Pensé que tal vez había llegado la hora, que debía ver cómo reaccionaba la gente”, dijo Alexis. “Decidí probar. Y vi que todo el mundo me apoyó mucho. Lo contrario de lo que esperaba. Pensé que la gente me juzgaría, me miraría de reojo. ‘Tiene autismo’. Pero todos pensaron que ese era un punto fuerte, no una flaqueza”.
“Pensé que si todo el mundo me apoyaba, debía hacer algo”.
Y lo hizo.
Lanzó una organización caritativa llamaba “Alexis for Autism”, a través de la cual organiza torneos de golf para recaudar fondos para investigar el autismo.
El primero, realizado en Ginebra, recaudó casi 350.000 dólares. La pandemia del COVID frenó esa iniciativa, pero ahora se propone recaudar dinero para las víctimas del huracán Dorian en las Bahamas, donde cursó la secundaria. Sus padres viven ahora en Nassau, donde su padre trabaja en la gestión de patrimonios.
Albane y Alexis son inseparables. Alexis ha sido su caddie en varios torneos.
Las cosas no fueron fáciles para ella. Valenzuela tuvo una primera temporada como profesional complicada, interrumpida por la pandemia y en la que se lesionó el hombro.
Su hermano tuvo una apendicitis que requirió una operación de emergencia en octubre. Al mes siguiente le extrajeron el apéndice a ella. Dos meses después contrajo el coronavirus. En esa época a su madre le extrajeron un tumor muy cerca de un nervio de su ojo.
“La vida te pone obstáculos”, dijo Valenzuela. “Tienes que superarlos y seguir adelante”.
A veces el golf puede parecer algo trivial, pero sigue siendo importante para Valenzuela.
Completó estudios en ciencias políticas y pasó algunos meses durante la pandemia trabajando como secretaria personal del CEO y cofundador de Slync.io, una empresa de software que es una de sus patrocinadoras.
Valenzuela, no obstante, dice que “ser deportista profesional es una oportunidad que se te presenta una vez en la vida”.
“Tengo 23 años y toda mi vida por delante. No tengo apuro por ingresar al mundo empresarial. Tengo el mejor trabajo del mundo”, añadió.
Está en los Juegos Olímpicos. Con su hermano. En ningún otro sitio se sentiría mejor.