Infecciones posvacuna de COVID-19 generan confusión
Los reportes de deportistas, legisladores y otras personas que enfermaron de COVID-19 a pesar de estar vacunados podrían sonar alarmantes, pero los expertos de salud señalan la abrumadora evidencia de que las vacunas hacen lo que deberían hacer: reducir drásticamente las infecciones graves y el riesgo de muerte.
El mejor indicador: La enorme mayoría de pacientes hospitalizados y decesos por COVID-19 en Estados Unidos son personas no vacunadas, y datos de Gran Bretaña e Israel respaldan la evidencia de que la protección que ofrece la vacuna en contra de los peores casos de la enfermedad sigue siendo sólida. Lo que los científicos llaman infecciones posvacunación representan apenas una pequeña fracción de los casos.
“Cuando escuchan de una infección posvacuna, no necesariamente significa que la vacuna haya fallado”, dijo el doctor Anthony Fauci, el experto del gobierno estadounidense en enfermedades infecciosas, en una declaración ante el Senado esta semana. Las vacunas —aseguró— están haciendo su trabajo, incluso ante el avance de la altamente infecciosa variante delta que se propaga en comunidades de personas no vacunadas.
Las autoridades de salud han advertido que a pesar de que las vacunas contra el COVID-19 son increíblemente efectivas —las de Pfizer y Moderna ofrecen una protección de cerca del 95% en contra de infecciones sintomáticas, según estudios—, no son perfectas. Ninguna vacuna lo es.
Pero no fue hasta que la variante delta comenzó a propagarse que el riesgo de las infecciones posvacuna comenzó a llamar la atención pública. La serie de encabezados es desconcertante para las personas vacunadas que se preguntan cómo regresar a la normalidad con una mayor exposición a personas no vacunadas, en especial si tienen familiares vulnerables, como podrían ser los hijos muy pequeños que no son elegibles a ser inoculados.
Los aficionados al deporte ven reportes diarios de atletas infectados, desde los Yanquis de Nueva York hasta competidores olímpicos. Con la justa olímpica a la vuelta de la esquina, la gimnasta estadounidense Kara Eaker, quien dijo que estaba vacunada, arrojó positivo en el campo de entrenamiento ubicado a las afueras de Tokio. La jugadora de la WNBA Katie Lou Samuelson se retiró de los Juegos Olímpicos y de la competencia de 3 contra 3 después de arrojar positivo a pesar de estar vacunada.
Y los políticos en la capital del país se ponen nerviosos por los reportes de infecciones posvacunación, entre ellos los del legislador republicano por Florida Vern Buchanan; los de algunos legisladores demócratas de Texas que visitaron Washington como parte de una protesta; los de dos personas en la Casa Blanca y los de varios miembros del personal del Congreso.
La secretaria de prensa de la Casa Blanca, Jen Psaki, dijo el miércoles que con 2.200 personas en las instalaciones de la Casa Blanca a diario, las infecciones posvacuna son inevitables, pero que el gobierno dará a conocer información en caso que los doctores determinen que algún miembro del personal estuvo en contacto cercano con el presidente, la vicepresidenta o sus cónyuges.
Una cuestión crítica sobre las infecciones posvacunación es si la persona presentó síntomas, dijo a The Associated Press el doctor Francis Collins, director de los Institutos Nacionales de Salud. “¿O es alguien a quien se le practicó una prueba diagnóstica como medida preventiva porque tuvo que acudir a un lugar como el Congreso?”, preguntó.
De hecho, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC por sus iniciales en inglés) han dicho desde hace varios meses que las personas vacunadas no necesitan someterse a pruebas diagnósticas a menos que presenten síntomas. La agencia hace referencia a la evidencia limitada de que es menos posible que infecten a alguien más comparadas con las personas no vacunadas con infecciones asintomáticas.
Pero cada lugar tiene sus reglas. En Gran Bretaña, el primer ministro Boris Johnson —quien sobrevivió al COVID-19 a principios de la pandemia y que ya está vacunado— comenzó su cuarentena el fin de semana luego de entrar en contacto con una persona que presentó síntomas leves relacionados con una infección posvacuna.
Además, se requieren de rigurosas pruebas diagnósticas en momentos en que miles de deportistas, entrenadores, directivos y miembros de la prensa —no todos ellos vacunados— llegan a Tokio para los Juegos Olímpicos, que fueron postergados un año por la pandemia.
Aunque no existe un conteo específico, queda claro que las infecciones posvacuna son poco comunes. Al 12 de julio, los CDC habían contabilizado a 5.492 personas vacunadas que fueron hospitalizadas o fallecieron y dieron positivo a coronavirus, de un total de más de 159 millones de estadounidenses que están completamente vacunados. La directora de los CDC, la doctora Rochelle Walensky, dijo que el 99,5% de los decesos por COVID-19 son de personas no vacunadas.
No existe un conteo independiente de infecciones posvacuna leves o asintomáticas, aunque los CDC intentan rastrearlas mediante estudios como el que realiza pruebas diagnósticas semanales a más de 5.000 trabajadores esenciales, dijo Walensky al Senado.
Las infecciones posvacunación tienden a ser leves debido a que, con la inoculación, el sistema inmunitario del paciente no tiene que empezar a combatir el virus desde cero. Incluso si el virus se cuela entre los anticuerpos generados por la vacuna y comienza a replicarse en nariz y garganta, las defensas secundarias pueden intervenir y por lo general “el virus es frenado en cuestión de días”, dijo el inmunólogo de la Universidad de Pensilvania Scott Hensley.
Existen salvedades. Las vacunas no funcionan tan bien en personas con sistemas inmunitarios debilitados, como los de aquellos que se sometieron a trasplante de órganos.
Y el gobierno sigue de cerca cualquier indicio de un aumento en las infecciones posvacuna, en especial las graves, porque eso podría indicar una necesidad de vacunas de refuerzo.
En tanto, autoridades de la Casa Blanca quieren “normalizar” el concepto de las infecciones posvacunación en el público, ya que les preocupa que estos inusuales e inevitables casos contribuyan a la guerra de desinformación que es una de las razones por las que millones de personas han optado por no vacunarse.
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Los periodistas de Associated Press Jonathan Lemire y Zeke Miller contribuyeron a este despacho.