Exiliado cubano muere en derrumbe de edificio en Miami
Sesenta años antes de fallecer en el derrumbe de un edificio en la Florida, Juan Mora fue uno de cientos de exiliados cubanos que se embarcaron en una operación clandestina financiada por la CIA para derrocar el gobierno de Fidel Castro.
Su sueño de restaurar la democracia en la isla lo llevó de un campamento en la selva guatemalteca donde recibió instrucción militar hasta la fallida invasión de Bahía de Cochinos de 1961, en la que fue capturado. Pasó meses en una cárcel decrépita, llena de ratas, según declararon a la Associated Press amigos que estuvieron presos con él.
Las autoridades identificaron el miércoles los restos de Juan A. Mora, un octogenario a quien sus amigos llamaban Juanito, de entre los escombros del edificio Champlain Towers South de la localidad de Surfside. También fallecieron su esposa Ana y su hijo Juan Mora Jr., quien trabajaba en Chicago y pasaba unos días con sus padres cuando el edificio de 12 pisos se vino repentinamente abajo el 12 de junio.
Mora padre era una figura muy popular entre la comunidad cubana de Miami. Estuvo activo en la Asociación de Veteranos de Bahía de Cochinos y en el Museo de Bahía de Cochinos de la asociación, de acuerdo con Humberto López, miembro de la junta del museo. Mora “siempre trataba de ayudar”, organizando eventos, escribiendo editoriales sobre la invasión y comunicándose vía email con otros miembros del grupo, contó López.
Señaló que era muy amigo del locuaz Mora y describió a su esposa como una mujer “carismática”.
Ana Mora trabajó como asistente del presidente de una prestigiosa escuela secundaria católica de Miami, la Belén Jesuit Prep, de la que se graduó su hijo, según otro familiar, Johnny López de la Cruz, presidente del museo y de la asociación de veteranos.
El hijo de Mora era ejecutivo de la firma Morton Salt en Chicago, según su amigo Matthew Kaade, quien se graduó con él de la Universidad de Loyola de Chicago en el 2011.
López de la Cruz dijo que Mora padre tenía otras dos hijas de un matrimonio previo. Otro amigo, Humberto Díaz Argüelles, dijo que la primera esposa de Mora falleció de un cáncer.
Mora fue parte de un contingente de exiliados cubanos que, con financiación de la CIA, trataron de ayudar al gobierno de Dwight Eisenhower a contrarrestar la influencia soviética y la instalación de misiles en Cuba. Los voluntarios fueron enviados a la selva guatemalteca a recibir instrucción militar en 1960 y comienzos del 61. Se dieron a conocer como la Brigada 2506, el número de la identificación de su primera baja, un hombre que cayó accidentalmente por un barranco durante los entrenamientos, relató Díaz Argüelles, quien estuvo en uno de esos campamentos con Mora.
Vivían en carpas, comían alimentos a veces vencidos y bebían agua de un río mientras aprendían a usar ametralladoras, granadas, bazucas y morteros.
“Estábamos tan compenetrados con la misión de liberar a Cuba que nadie se quejaba”, dijo Díaz Argüelles. Añadió que Mora, un operador radial del Batallón 3 de la Brigada, era entretenido y popular. “Hablaba de todo lo que usted se puede imaginar”, expresó.
Cuando completaron el entrenamiento y se encaminaron a Cuba en abril de 1961, se dieron cuenta de que no recibirían toda la ayuda que los militares estadounidenses les habían prometido, incluido apoyo aéreo y marítimo, relató Díaz Argüelles. Unos 1.400 hombres fueron trasladados desde un puerto nicaragüense en desvencijados buques de carga hasta la Bahía de Cochinos, en la costa sur de Cuba. Una vez allí, usaron sogas en la noche para subirse a “botes de aluminio de 18 pies (cinco metros y medio) de Sears” con los que llegaron a la playa, donde fueron recibidos a los tiros porque Castro había sido alertado de la invasión.
“No tuvimos tiempo de tener miedo”, dijo Díaz Argüelles, cuyo bote se hundió al chocar contra unas rocas. Tuvo que llegar a la playa a nado, con un tubo de mortero y dos cajas de municiones.
El presidente John F. Kennedy, quien autorizó la misión apenas tres meses después de asumir, había cancelado un bombardeo aéreo porque la operación se había hecho pública, según la Biblioteca JFK.
Luego de tres días de combates en los que los invasores se vieron abrumados por las fuerzas cubanas, se escondieron en pantanos y se quedaron sin municiones, agua y comida, la Brigada 2506 había sufrido más de 100 muertes. Díaz Argüelles y otra veintena de exiliados fueron rodeados por los soldados cubanos y llevados a Castillo del Príncipe, una enorme fortaleza militar de La Habana. Díaz Argüelles dice que fue allí que conoció a Mora, quien también había sido capturado.
Díaz Argüelles relató que la cárcel estaba muy deteriorada y tenía hongos, y que debían dormir en el piso, que estaba lleno de ratas. La comida que les servían venía con ratas y cucarachas, y les daban agua contaminada que enfermó y debilitó a los hombres.
López cuenta que pasó ocho meses en la misma celda que Mora, quien luego fue trasladado a otra cárcel.
Casi 1.200 prisioneros fueron entregados a Estados Unidos a cambio de 53 millones de dólares en alimentos y medicinas, de acuerdo con la Biblioteca JFK. Los sobrevivientes de la Brigada 2506 llegaron a la Florida poco antes de la Navidad del 62 y se reunieron con los familiares que tenían allí.
Díaz Argüelles dijo que él y Mora consiguieron trabajo y se financiaron los estudios.
Los dos se distanciaron con el tiempo, pero reanudaron el contacto cuando se jubilaron. Díaz Argüelles dijo que Mora tuvo un negocio de venta de ventanas y puertas a prueba de huracanes por al menos una década y que habían hablado por última vez hace un par de meses. De los veteranos de Bahía de Cochinos, por supuesto.
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Linda A. Johnson está en Twitter: LindaJ_onPharma