Reseña: “The Hitman’s Wife’s Bodyguard” no da en el blanco
Hacia el final de “The Hitman’s Wife’s Bodyguard” (“Duro de cuidar 2”) hay una escena en la que Ryan Reynolds golpea repetidamente la cabeza de un hombre contra una rocola a bordo de un yate. Cada vez que la cabeza ensangrentada choca con la máquina suena una canción diferente, hasta llegar a “The Sign” de Ace of Base.
“Tienes suerte”, le dice Reynolds a su rival inconsciente mientras se aleja para causar más desastres. “Me encanta esta canción”.
Esa sola escena captura a la perfección la esencia de la secuela de “The Hitman’s Bodyguard” (“Duro de cuidar”) de 2017: demasiado violenta, apabullantemente tierna y muy autorreferencial.
Las fans de la original entenderán el chiste sobre “The Sign”, pero la secuela probablemente no conquistará nuevos admiradores. La película sufre de lo mismo que padecen muchas segundas partes: la misma idea básica, sólo que hecha más grande.
De modo que si la primera consistía en conseguir que un testigo en Holanda declarara sobre un criminal de guerra europeo, la segunda se trata de salvar la existencia misma de Europa. Si la primera tenía a una estrella como Salma Hayek como actriz secundaria, en esta se eleva a coprotagonista y cuenta con las adiciones de los grandes Antonio Banderas y Morgan Freeman.
El director Patrick Hughes regresa para esta sobrecargada secuela, pero esta vez tiene problemas para equilibrar la violencia con el corazón. Hay demasiados personajes — un agente de la Interpol de Boston y un guardaespaldas rival, entre ellos — que se mezclan en una trama desquiciada al estilo 007 con una tendencia a volverse incómodamente personal.
Reynolds y Samuel L. Jackson interpretan nuevamente a amigos enemigos y sus diálogos todavía están llenos de electricidad (y mucho humor escatológico). Reynolds interpreta al guardaespaldas Michael Bryce, un profesional cuidadoso y seguro (“aburrido es siempre lo mejor”, es su lema) que está pasando por un momento de duda existencial, pues ha perdido su licencia. Jackson es Darius Kincaid, un sicario que dispara primero y luego piensa en las consecuencias.
Si “The Hitman’s Bodyguard” era un romance amistoso entre estos dos, “The Hitman’s Wife’s Bodyguard” es un trío gracias a la gran energía de Hayek, quien se roba la pantalla con su personaje. Es tan letal, profana e impulsiva como su marido (“Tu boca necesita un exorcismo”, le dice Bryce, sorprendido). Pero el efecto es que este trío talentoso es desequilibrado y torpe; tres es definitivamente una multitud.
Si había un estilo chic en la primera película, desapareció en la segunda, que a veces parece empalagosa en su intento por recrear la primera. Además del regreso de Ace of Base, hay otras referencias repetidas: “Hello” de Lionel Richie, un grupo de monjas, un uso mortal de una navaja, un cameo de Richard E. Grant, alguien expulsado de un automóvil por no usar el cinturón de seguridad y el secuestro de los personajes principales con una bolsa negra en la cabeza. “Esto se siente familiar”, dice Bryce. Conocemos el sentimiento.
La trama pone a Reynolds, Jackson y Hayek a toda velocidad por Italia para evitar que un mafioso perjudique a Europa destruyendo su infraestructura eléctrica y cibernética, o algo así. El mafioso es interpretado por Banderas, quien se ha abstenido de comerse el ambiente que lo rodea para tragarse sólo pedazos vestido estrafalariamente como una mezcla de Liberace con “un juego de cortinas”. (El diálogo real de esta descripción es más colorido).
Por alguna razón los guionistas (Tom O’Connor, Phillip Murphy y Brandon Murphy) agregaron un giro de amnesia, una digresión sobre la fertilidad, una intoxicación con medicamentos y una exploración mal concebida sobre la paternidad y el legado de la familia. Además, desperdiciaron la habilidad de Freeman en un papel nebuloso y confuso, lo cual es inexcusable.
La película tiene su mejor momento cuando le hace un guiño al espectador — Reynolds se sube a un auto y dice “aquí viene la persecución en coche” — o cuando el filme es absurdamente exagerado, como cuando los dos héroes y el villano hacen referencia a la película de Goldie Hawn “Overboard” (“Hombre nuevo, vida nueva”) de 1987, que Banderas llama “un clásico menor”. Pero nadie, ni siquiera los fans de “The Hitman’s Bodyguard”, consideraría esta segunda parte un clásico.
“The Hitman’s Wife’s Bodyguard”, un estreno de Lionsgate, tiene una clasificaicón R (que requiere que los menores de 17 años la vean acompañados de un padre o tutor) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por “violencia sangrienta fuerte, lenguaje inapropiado y cierto contenido sexual”. Duración: 118 minutos. Una estrella de cuatro.
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En internet: https://thehitmanswifesbodyguard.movie
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Mark Kennedy está en Twitter como KennedyTwits.