Los bielorrusos, cada vez más entre la espada y la pared
KIEV, Ucrania (AP) — Mientras entre los bielorrusos aumenta el miedo a la represión tras el arresto de un periodista disidente, cuyo avión fue desviado a la fuerza a Minsk, los que quieren huir del país se sienten cada vez más entre la espada y la pared.
Las fronteras terrestres de Bielorrusia ya estaban bajo restricciones severas y ahora la Unión Europea prohibió todos los vuelos desde Bielorrusia, luego de que días atrás las autoridades desviaron un avión de pasajeros a Minsk por una falsa alerta de bomba, todo para que los agentes arrestaran a un periodista disidente a bordo.
Todo eso deja a los bielorrusos desafectos con pocas opciones para escapar del régimen autoritario del presidente Alexander Lukashenko.
“Cerrar las fronteras convierte a Bielorrusia en una lata de conservas podridas. Nos están convirtiendo en rehenes”, opinó Tatsiana Hatsura-Yavorska, que encabeza un grupo de derechos humanos que ayuda a exprisioneros adaptarse a la vida en libertad y además organiza festivales de documentales.
“Las autoridades han escalado la represión en meses recientes para incitar una atmósfera de miedo”, dijo a The Associated Press.
Hatsura-Yavorska dice que la mayoría de sus amigos y asociados han enfrentado detención, allanamientos y golpizas brutales, por lo que muchos ya han huido del país.
Ella se pasó 10 días en la cárcel tras organizar una exposición de fotografía sobre los trabajadores médicos durante la pandemia de coronavirus, luego de que las autoridades concluyeron que la muestra favorecía a la oposición. Enfrenta cargos que pudieran significarle tres años en prisión.
Lukashenko, que ha gobernado la exrepública soviética de 9,3 millones de personas durante más de un cuarto de siglo, ha enfrentado protestas sin precedentes luego de su reelección a un sexto mandato en agosto de 2020, en unos comicios que la oposición dice que fueron amañados. Él ha respondido a las manifestaciones con una represión brutal que ha dejado más de 35.000 detenidos y miles de ellos golpeados.
Luego de su arresto el mes pasado, Hatsura-Yavorska dijo que fue colocada en una celda helada y sin colchón durante dos días y que la forzaban a despertar cada dos horas.
Las autoridades la dejaron en libertad luego de 10 días a condición de que no saliera de la ciudad, en tanto realizan una pesquisa penal por cargos de perturbar el orden público.
“¿Quién quiere quedarse en un país así?”, dijo por teléfono. “Las autoridades han dividido a todos los ciudadanos en partidarios y enemigos y nos tratan de acuerdo con ello”.
El esposo de Hatsura-Yavorska’, que es ucraniano, recibió órdenes de dejar el país junto con su hijo de 9 años y no regresar en 10 años.
“Ellos usaron a mi hijo para chantajearme. Me golpearon en los interrogatorios y amenazaron con encarcelarme y al final me expulsaron del país”, dijo Volodymyr Yavorskyy, entrevistado en en Kiev por The Associated Press. “No pude imaginar que me encontraría en un infierno en medio de Europa. Bielorrusia está siendo encerrada frente a nuestros ojos y millones de bielorrusos se ven ahora como rehenes”.
Él se comunica con su esposa por medio de internet, pero teme que las autoridades del país den pasos para restringir la web.
“La protesta pública continúa, por lo que las autoridades... cierran todo lo que pueden: fronteras, organizaciones y páginas web”, dijo. “Están convirtiendo Bielorrusia en una tierra quemada”.
Bielorrusia arreció las restricciones en sus fronteras terrestres en diciembre. Quienes busquen cruzarlas deben explicar la razón, ya sea laboral, médica o educativa, y solamente pueden hacerlo una vez cada seis meses.
Un avión de pasajeros de Ryanair en vuelo de Grecia a Lituania vcruzaba el cielo bielorruso el domingo. Los controladores de vuelo bielorrusos le dijeron a la tripulación que aterrizara de inmediato en Minsk, la capital, allí debido a una amenaza de bomba. A bordo viajaba el periodista disidente Raman Pratasevich. Una vez en tierra, las autoridades arrestaron a Pratasevich, que administraba una app de mensajes usada para organizar protestas contra Lukashenko. La alarma de bomba fue solo un truco.
Los líderes de la UE condenaron el acto, diciendo que equivalía a piratería aérea y respondieron prohibiendo que los aviones bielorrusos usen el espacio aéreo y los aeropuertos del bloque europeo.
“El boicot aéreo no solamente ha dañado al régimen, sino que ha afectado a los opositores que quieren dejar el país”, dijo Artyom Shraybman, un analista político independiente con residencia en Minsk.
Aunque los aviones bielorrusos tienen prohibido cruzar el espacio aéreo de la UE, pueden volar a otros destinos.
Al arribar a Tiflis, Georgia, en un vuelo desde Bielorrusia, un hombre dijo: “la gente quiere irse y aquellos que puede irse a Europa están tratando de hacerlo”.
Por temor a represalias, el viajero pidió ser identificado solamente con su primer nombre, Anatoli. Dijo que el desvío del vuelo de Ryanair ha profundizado sus temores sobre la dirección de su país y apuntó que “la gente no puede garantizarse un futuro, no puede garantizar el futuro de sus hijos”.
Alena, otra viajera bielorrusa que pidió también que no se publicara su apellido, dijo que las personas que pueden pagar para huir de Bielorrusia tratarán de hacerlo, en medio de lo que describió como una respuesta “brutal” del gobierno a las protestas.
Sviatlana Tsikhanouskaya, principal candidata opositora en la elección de agosto, llamó a la UE a aumentar las sanciones y prohibir la participación de Bielorrusia en Interpol y la La Organización de Aviación Civil Internacional (OACI) para incrementar la presión sobre Lukashenko.
Sin embargo, exhortó a las naciones vecinas a reabrir las fronteras terrestres con el país.
“Entiendo la decisión de la UE de suspender los vuelos sobre Bielorrusia como asunto de seguridad para todos los europeos”, dijo Tsikhanouskaya, que voló a la vecina Lituania luego de sufrir presiones del gobierno tras los comicios. “Pero pedimos que se abran las fronteras terrestres para el paso libre de los ciudadanos bielorrusos, porque no podemos permitir que el régimen convierta nuestro país en una prisión para 9 millones de personas”.