Netanyahu, el sobreviviente. Guerra con Hamas le da fuerza

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Netanyahu, el sobreviviente. Guerra con Hamas le da fuerza
Benjamin Netanyahu ofrece un informe sobre la marcha de la guerra con Hamas en un encuentro con embajadores de otros países en la base militar Hakirya de Tel Aviv el 19 de mayo del 2021. Netanyahu proyecta su mejor imagen en tiempos de guerra y hay quienes se preguntan si no habrá forzado el conflicto con Hamás para mantenerse en el poder. (AP Photo/Sebastian Scheiner, Pool, File)

JERUSALÉN (AP) — Israel está en guerra con Hamas. Turbas violentas de árabes e israelíes causan zozobra dentro de Israel y la Margen Occidental experimenta la peor ola de agitación en años. Irónicamente, todo esto puede beneficiar la fortuna política del primer ministro Benjamin Netanyahu.

Hace tan solo una semana, su larga carrera política parecía estar llegando a su fin. No había logrado conformar una coalición de gobierno y sus rivales estaban a punto de desplazarlo.

Pero ahora que Israel y Hamas libran su cuarta guerra en poco más de una década, hubo un fuerte cambio de vientos. Sus rivales pierden terreno y Netanyahu se afianza como el líder que puede darle seguridad al país, el cual se encamina probablemente a otra elección que podría darle varios años más como jefe del gobierno.

Hay quienes se preguntan si en su desesperación por sobrevivir, Netanyahu puede haber forzado esta guerra.

“Si tuviésemos un gobierno, la seguridad no se mezclaría con las consideraciones políticas”, afirmó el dirigente opositor Yair Lapid en Facebook. “Nadie se preguntaría por qué estos incendios se producen siempre cuando es más conveniente para el primer ministro”.

Lapid parecía a punto de formar un gobierno que hubiera puesto fin a 12 años de Netanyahu en el poder.

Pero el estallido de la guerra hace que ahora resulte muy difícil, por no decir imposible, que Lapid pueda armar su coalición.

Esa alianza incluía grupos de todos los sectores, desde la derecha hasta la izquierda, así como un partido islámico. El único denominador común entre todos era su oposición a Netanyahu.

Hubiera sido una coalición histórica. Nunca un partido árabe había integrado una coalición de gobierno en Israel.

El propio Netanyahu cortejó al mismo partido árabe cuando el presidente le encomendó la formación de un gobierno tras las elecciones del 23 de marzo.

Pero cuando se hizo evidente que no podría reunir la mayoría parlamentaria necesaria, empezó a calentarse el ambiente en Jerusalén, en buena medida por acciones de los aliados de Netanyahu.

Tanto palestinos como israelíes reclaman el control del sector oriental de Jerusalén y de sus monumentos sagrados. Este elemento es uno de los principales detonantes de conflictos.

El ministro a cargo de la policía, un aliado de Netanyahu, autorizó el cierre de un popular sitio de reunión de palestinos durante el mes sagrado musulmán de Ramadán. Cuando estallaron las protestas, la fuerte represión policial dio lugar a días de disturbios y a redadas policiales en la Mezquita Al Aqsa. Las violentas escenas causaron estupor en el mundo musulmán.

Paralelamente, grupos de judíos presionaron para desalojar a decenas de palestinos que viven en un barrio de la parte oriental de Jerusalén. Itamar Ben-Gvir, líder de un partido racista antiárabe aliado con Netanyahu, instaló temporalmente lo que describió como una “oficina parlamentaria” en el barrio, aumentando las tensiones.

El 10 de mayo, en un gesto considerado por todo el mundo como una provocación, miles de israelíes de extrema derecha se congregaron para desfilar por el corazón del barrio musulmán de la parte antigua de Jerusalén para celebrar la captura de ese sector en 1967.

A último momento el gobierno ordenó que cambiasen de ruta, pero ya era demasiado tarde. Hamas disparó una serie de cohetes de largo alcance hacia la ciudad, diciendo que Israel se había “pasado de la raya” y que estaba protegiendo a Jerusalén. La guerra había comenzado.

Los combates se intensificaron y surgieron violentos enfrentamientos entre judíos y árabes en varias ciudades de Israel. La violencia se extendió a Cisjordania, donde 20 palestinos murieron en manifestaciones en las que tiraban piedras contra las fuerzas de seguridad israelíes, de acuerdo con funcionarios palestinos.

En medio de un ambiente tan caldeado, parece poco probable que Lapid pueda armar una coalición de gobierno antes del 2 de junio, cuando vence el plazo para que lo haga.

Naftali Bennett, dirigente clave de extrema derecha, suspendió las conversaciones la semana pasada, tras el estallido de los combates. Mansour Abbas, líder del partido árabe, suspendió igualmente las negociaciones. Dijo que las retomará cuando terminen los combates.

La gente de Lapid dice que intentará hasta el último minuto formar un gobierno. De no conseguirlo, es previsible que haya una quinta elección en poco más de dos años, algo nunca visto.

Todo esto le cae de perilla a Netanyahu y refuerza su imagen de sobreviviente que supera todas las adversidades. La agitación desvió la atención del juicio por corrupción en el que está envuelto y proyecta su mejor imagen cuando lidia con temas de seguridad, mostrándose calmo y resoluto.

Si Lapid no logra formar una coalición de gobierno, Netanyahu ganará tiempo e incluso podría terminar formando él una coalición que le permita mantenerse en el poder y le dé inmunidad.

Gayil Talshir, profesora de ciencias políticas de la Universidad Hebrea, dice que no cree que Netanyahu haya forzado la guerra para seguir como primer ministro. Pero acotó que sabe manejar magistralmente los acontecimientos en su provecho.

“Controla cuánta gasolina tira al fuego”, opinó. “Lo único que le importa es su juicio y su base. Así es la política en Israel hoy. Lo que cuenta es la supervivencia política de este primer ministro y no los intereses del público”.

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