Reseña: Krasinski ofrece nuevas emociones en A Quiet Place 2
John Krasinski te pilla desprevenido en el primer momento de “A Quiet Place Part II” (“Un lugar en silencio: Parte II”), invitándote a entrar en su película con lo más aterrador del universo: ruido.
Un testimonio de la eficacia de “A Quiet Place” es que cualquier sonido te hará sentir incómodo de inmediato: el crujido de una bolsa, el de una manzana, la puerta de un automóvil al cerrarse. Krasinski comienza la secuela, que escribió y dirigió, con un flashback al día en que llegaron los monstruos, y vaya si somos RUIDOSOS.
Es un golpe en el estómago, y no sólo porque no pierde tiempo para entrar a la acción. Sabemos que él y otros no seguirán con vida cuando la película pase al presente. Y es posible que te sorprenda lo lejos que llega un pequeño vistazo a su felicidad cuando se trata de recordarles lo que han perdido y a lo que están tratando de aferrarse.
La secuela empieza justo donde termina la anterior. El personaje de Emily Blunt, Evelyn, no ha tenido tiempo de ser una completa Sarah Connor en “A Quiet Place Part II”, pues los Abbott no tienen respiro. Ella y su familia — un recién nacido, su hijo Marcus (Noah Jupe) y su hija Regan (Millicent Simmonds) — están en movimiento buscando otro lugar donde quedarse. Han preparado una aterradora caja similar a un ataúd para el bebé, con un tanque de oxígeno y un aparato de respiración para poder moverse sin tener que preocuparse por sus llantos. Claramente esto fue pensado por personas que son padres en la vida real, pero es mejor no hacerse demasiadas preguntas sobre la logística de todo eso.
Basta con decir que la presentación del bebé asegura que tu estómago no dejará de hacerse nudos por el tiempo que dure la película. Krasinski toma una decisión con el bebé que roza en la indecencia, pero es tremendamente eficaz.
Es asombroso que haya podido encontrar suficientes novedades en este mundo para justificar toda una secuela, pero desafortunadamente, el truco inspirado por Regan para aturdir a los monstruos usando sonidos de alta frecuencia sólo es efectivo en el entorno inmediato. En otras palabras, hay muchos más por ahí.
La familia encuentra otro lugar y una cara que alguna vez fue amigable: Emmett (Cillian Murphy). Pero como muchos de los personajes de Murphy, no está claro si se puede confiar en él o no, y no parece querer ayudarles.
Blunt, Simmonds y Jupe vuelven a ser fantásticos en sus papeles al utilizar el lenguaje de señas y sus rostros expresivos y empáticos para transmitir de forma brillante el terror, el amor y el dolor. El clavo también retoma su papel y es tan efectivo para crear tensión como antes, pero desafortunadamente Krasinski tiene algo más brutal reservado para uno de los Abbott.
Sin embargo, la razón por la que estas películas funcionan no es por los sustos. Funcionan porque, en el fondo, son una meditación de alto concepto sobre la crianza de los hijos. Claro, las sorpresas nos mantienen el ritmo cardíaco elevado, pero el verdadero terror, el que se entierra en tu conciencia, proviene de ese miedo profundo e intratable de no poder proteger a tus hijos. Muchas películas de monstruos afirman audazmente ser sobre algo más grande y rara vez lo son; estas lo logran con éxito.
Después de haberse postergado más de un año debido a la pandemia, “A Quiet Place Part II” se exhibirá a partir del 28 de mayo sólo en cines durante 45 días y luego estará disponible en Paramount+. Y puede que suene como un cliché, pero es difícil imaginar verla en cualquier lugar que no sea la pantalla grande. Es el tipo de película que lo exige.
“A Quiet Place Part II”, un estreno de Paramount Pictures, tiene una clasificación PG-13 (que advierte a los padres que podría ser inapropiada para menores de 13 años) de la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés) por “terror, violencia e imágenes sangrientas/perturbadoras”. Duración: 97 minutos. Tres estrellas de cuatro.
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Lindsey Bahr está en Twitter como www.twitter.com/ldbahr.