Habló con el papa, dice que su visita a Irak no cambió nada
BAGDAD (AP) — La tragedia personal de Doha Sabah Abdallah conmovió al papa Francisco durante su histórica visita del fin de semana pasado a la ciudad de Qaraqosh, en el norte de Irak, que no hace mucho fue devastada por combatientes de la organización Estado Islámico.
En el 2014 la muerte de su hijo fue un adelanto de lo que se venía en la comunidad cristiana de la ciudad. Un disparo de mortero cayó junto a la casa de Abdallah, matando a su hijo y a dos primos que jugaban en el jardín.
El pontífice escuchó el testimonio de Abdallah en una iglesia de Qaraqosh el domingo, durante un viaje que tenía el propósito de dar esperanza a la comunidad cristiana y alentarla a quedarse. Pero pocos días después de la visita, Abdallah duda que las cosas cambien y afirma que se irá si se le presenta la oportunidad.
“El papa no puede partir las aguas del mar como Moisés y resolver nuestro problema”, declaró la mujer a la Associated Press en una entrevista telefónica el jueves. “Si tuviese los recursos o si alguien me diese la oportunidad de irme del país, jamás volvería”.
Años después de que las fuerzas iraquíes se proclamasen victoriosas sobre el EI y expulsasen a sus combatientes de la zona, una hija incapacitada de Abdallah sigue sin poder asistir a la escuela y las casas están todavía en ruinas. Cuesta conseguir trabajo y ninguno de los familiares de Abdallah que se marcharon al exterior planea regresar.
La población cristiana de Irak, que existe desde los tiempos de Cristo, bajó de los 1,5 millones que había antes de la invasión del 2003 encabezada por Estados Unidos a unos pocos cientos de miles en la actualidad. Se calcula que hay entre 250.000 y 500.000.
Las iglesias y las comunidades cristianas fueron atacadas por extremistas durante la guerra sectaria que siguió a la invasión y se produjo un éxodo de cristianos. Luego hubo una segunda ola tras la brutal incursión del EI del 2014, que vació aldeas cristianas enteras en los llanos de Nínive, al norte del país.
La visita de cuatro días de Francisco buscaba alentar a los cristianos a quedarse, a reconstruir sus comunidades y a restaurar lo que describió como el “tapete complejamente diseñado” de fes y grupos étnicos.
Qaraqosh, una ciudad de mayoría cristiana en la zona de Nínive, es una de numerosas comunidades azotadas por EI hace siete años. Los combatientes tomaron la ciudad, dañaron su iglesia y pintaron en las paredes la consigna “El Estado Islámico seguirá aquí”.
Los pocos cristianos que regresaron tras la liberación de Qaraqosh en el 2016 dicen que los combatientes habían usado la iglesia para practicar tiro al blanco.
Muchas viviendas fueron destruidas en los combates y todavía no se restablecieron los servicios básicos. La mayoría de los cristianos de la ciudad están esparcidos por distintos puntos de Irak o se fueron al exterior.
Abdallah recuerda vívidamente lo sucedido en agosto del 2014, cuando los combatientes de EI causaron estragos en las comunidades cristianas de Nínive. Se acuerda de su hijo y sus dos primos.
“Sus almas salvaron la ciudad”, le dijo al pontífice el domingo.
En el avión que lo llevó de vuelta a Roma, el papa declaró a periodistas que el testimonio de la mujer lo había emocionado.
“Mencionó una palabra: Perdón. Me conmovió”, expresó Francisco.
A lo largo de su viaje por Irak, Francisco exhortó a los iraquíes a apoyar la diversidad, desde Najaf, al sur, donde sostuvo un histórico encuentro con el gran ayatola chiíta Ali al-Sistani, hasta Nínive, en el norte, donde se reunió con víctimas cristianas de EI como Abdallah.
Tras la partida del pontífice, no obstante, se volvió a la realidad, según Abdallah.
“Nuestra situación es difícil porque no hay un acuerdo interno con el gobierno”, manifestó. “¿Para qué van a regresar? No hay servicios básicos”.
Otro residente de Qaraqosh, Bahnam Yussef, es del mismo parecer. “La visita del papa enfocó la atención del mundo en Irak”, señaló, pero los cristianos necesitan más garantías para volver.
“Hay que conseguir ayuda, las casas de algunos de los que se partieron fueron destruidas y quemadas. Hay que compensar todas estas pérdidas”, acotó.
Con motivo de la visita del pontífice, el primer ministro Mustafá al-Kadhimi declaró el 6 de marzo día nacional de la tolerancia y la coexistencia. Pero esos gestos no han sido acompañados por medidas concretas. Todavía no se ha sancionado ley alguna ni se han implementado políticas para alentar el retorno de los cristianos.
Abdallah dijo que le gustaría vivir en un Irak en el que los cristianos y otras minorías tienen los mismos derechos que los demás, no en el Irak de hoy, en que un sistema sectario para compartir el poder a menudo margina a las minorías.
“Fue increíble ver al papa. Jamás pensé que estaría tan cerca suyo”, dijo la mujer. “Pero no cambió nada”.
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La reportera de la Associated Press Nicole Winfield colaboró en este despacho desde Roma.