"La gente se muere de hambre"; Etiopía sufre un nuevo éxodo
ADIS ABEBA, Etiopía (AP) — Flacas, hambrientas, desplazadas por la amenaza de la violencia, miles de personas que se escondían en zonas rurales de la región etíope de Tigray ha empezado a llegar a una comunidad que apenas puede darles sustento, y se cree que aún queda gente por llegar.
Durante meses, una gran incógnita en el conflicto de Tigray era el destino de los cientos de miles de habitantes de extensas zonas rurales lejos del alcance la ayuda exterior. La región quedó prácticamente aislada del mundo en noviembre, y los temores por la violencia y el hambre han ido en aumento.
Ahora esas personas empiezan a llegar, muchos a pie, a la población de Shire, según trabajadores humanitarios en el lugar y otros que lo han visitado. The Associated Press recibió autorización para utilizar fotografías, en su mayoría del Comité Internacional de Rescate, que muestran las penosas condiciones que sufren estas personas desplazadas. Resulta difícil conseguir fotografías de la región, que sufre cortes eléctricos. Miembros de la etnia local dijeron a AP que tener fotos ponía en riesgo su vida en caso de ser descubiertos.
Unas 5.000 personas habían llegado entre el miércoles y el domingo, y se enviaron equipos humanitarios para buscar a personas que aún estaban de camino, dijo a AP Oliver Behn, director general de Médicos Sin Fronteras.
“Llegan en muy malas condiciones... muy agotados, deshidratados, flacos”, dijo Behn tras una visita. “Se está convirtiendo en una situación desesperada muy, muy deprisa”.
La gente que llega da una idea sobre las privaciones que castigan a Tigray. Algunos cooperantes dijeron haber sobrevivido comiendo hojas o las semillas que habían reservado para sembrar, según cooperantes, lo que auguraba que la hambruna iría a más.
No estaba claro qué nuevas amenazas de violencia habían provocado el éxodo de miles de personas hacia el oeste de Tigray, donde se han registrado “actos de limpieza étnica”, según dijo el miércoles el secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken.
Se ha acusado a personas de la región vecina etíope de Amhara de ocupar poblados. Los refugiados de Tigray describieron a los cooperantes cómo se habían escondido en las colinas durante semanas después de que estallaran los combates que enfrentaban a fuerzas etíopes y sus aliados con las de líderes regionales de Tigray, que en el pasado controlaron el gobierno del país pero se han visto apartados bajo el mandato del primer ministro Abiy Ahmed.
Shire es una base de operaciones para labores humanitarias que según sus trabajadores no basta para cubrir las necesidades crecientes. Unas 16.000 personas desplazadas ya ocupan tres campos abarrotados habilitados en escuelas, incluidos edificios sin terminar con desniveles peligrosos y huecos de ascensor vacíos. En algunas salas duermen de 40 a 50 personas que poseen poco más que colchonetas y sus ropas.
En estos campos no hay espacio para los miles de personas que siguen llegando. Cientos de personas duermen ahora al raso.
Las comunidades de Tigray no estaban en condiciones de ayudar siquiera a sus habitantes. El conflicto estalló justo antes de la cosecha, y tras meses de plaga de langostas. Los bancos estaba cerrados y se saquearon tiendas. Incluso ahora, aunque el gobierno etíope afirma haber llevado ayuda alimentaria a cuatro millones de personas, no es suficiente.
“La gente se muere de hambre”, dijo Madiha Raza, del Comité Internacional de Rescate tras una visita reciente a SHire. “Hay una grave falta de acceso a comida. Una entrevistada me dijo que había sobrevivido sólo con hojas durante un mes mientras se escondía en el bosque. Ha habido algo de reparto de comida en los centros de desplazados internos, pero no en cantidades suficientes”.
Estados Unidos estima que cuatro millones de personas, o dos tercios de la población de Tigray, necesita ayuda alimentaria con urgencia. Aunque el acceso a la región crece poco a poco, la preocupaciones van en aumento.
“Lo que sabemos es extremadamente preocupante, pero lo que no sabemos podría ser aún peor”, dio Manuel Fontaine, director de los programas de emergencia de UNICEF.
Los recién llegados del campo son un recordatorio constante sobre lo dura que puede ser la perspectiva para los que siguen escondiéndose en la zona de conflicto.
“Nuestros equipos han visto a gente llegando a localidades importantes, (campos para desplazados internos) que están en muy mal estado”, dijo a finales del mes pasado a la prensa Dominik Stillhart, director de operaciones del Comité Internacional de Cruz Roja.
Algunas poblaciones de Tigray siguen aisladas. Sólo en las últimas semanas han empezado a llegar trabajadores de Médicos Sin Fronteras a zonas que eran inaccesibles.
Se han saqueado los centros de salud y quedan pocos trabajadores sanitarios, dijo Behn, de modo que la gente ha tenido poca o ninguna ayuda con partos y otras urgencias o incluso con la atención más básica.
“Está muy claro que estas comunidades pasan por una necesidad significativa”, dijo. “Los mecanismos de contingencia están al límite tras cuatro meses”.