Vacuna anti-COVID puede generar envidia y suspicacias
NUEVA YORK (AP) — Antes de publicar en las redes sociales un selfie con la tarjeta que corrobora que se había vacunado contra el COVID-19, Aditi Juneja se preguntó si debía explicar primero por qué podía vacunarse.
“El primer tuit que escribí tenía una explicación”, comentó Juneja, una abogada de 30 años de Nueva York.
Pero después de pensarlo un poco, decidió dejar afuera la parte en la que decía que su índice de masa corporal indicaba que era obesa y que ello la exponía a serios riesgos si se infectaba. Una amiga había ofrecido la misma explicación en las redes sociales y recibió una lluvia de críticas. Juneja decidió que quería evitarse ese mal momento.
La distribución de vacunas en todo el mundo ofrece la esperanza de que la pandemia llegará a su fin pronto. Y a medida que cambian los parámetros de acceso a la vacuna y se ponen de manifiesto las desigualdades económicas y sociales, asoman los sentimientos de culpa, la envidia y los recelos entre quienes son inmunizados, especialmente cuando son jóvenes y de aspecto saludable, y quienes no.
A los cuestionamientos acerca de quiénes deben vacunarse primero se suma la sensación de que hay gente que está aprovechándose y vacunándose cuando no le corresponde. En Estados Unidos, sobre todo, donde no hay un criterio unificado y las reglas para sacar turno son a menudo confusas, mucha gente que no maneja la tecnología ni tiene gente que la ayude se siente marginada y ve que queda a un lado mientras se expande el acceso a nuevas categorías de personas.
La envidia y los juicios morales sobre si una persona debe ser considerada prioritaria son a menudo comprensibles y reflejan la ansiedad de la gente respecto a la vacuna, según Nancy Berlinger, experta en el aspecto ético de la biología del Hastings Center.
“Existe el temor de quedar marginado, o de que un ser querido sea marginado”, explicó.
Los estereotipos acerca de cómo se manifiesta una enfermedad alimentan las dudas en torno a si una persona debe ser vacunada o no, incluso cuando las razones por las que una persona es inmunizada no son siempre obvias. En otros casos, Berlinger dice que se hacen cuestionamientos que reflejan prejuicios sobre la obesidad o el cigarrillo, comparados con otras condiciones que la sociedad puede considerar más justificables, como un cáncer.
Berlinger afirma que, si bien toda campaña de vacunación puede ser imperfecta, el objetivo es siempre dar prioridad a las personas que, en base a la evidencia médica, son más vulnerables a infecciones.
La situación es más compleja todavía en Estados Unidos, donde hay numerosos programas de vacunación con distintos criterios para decidir quiénes son inoculados primero.
En Nueva Jersey, por ejemplo, Mike Lyncheski, un ingeniero de software de 58 años, se sorprendió al enterarse en enero de que los fumadores de cualquier edad podían vacunarse, pues sabía de mucha gente mayor que todavía no había sido inoculada.
“Me pareció que no había un criterio médico lógico en eso”, expresó Lyncheski, quien todavía no puede ser vacunado. Destacó asimismo que no hay forma de comprobar si una persona fuma o no, lo que puede facilitar la vacunación de personas inescrupulosas dispuestas a mentir.
Las suspicacias son alimentadas por versiones de gente que se salta la cola o que manipula las reglas. En Nueva York, un instructor de un gimnasio se hizo vacunar cuando el estado comenzó a inocular a los maestros, según el periódico Daily Beast. Más adelante ofreció disculpas por lo que describió como “un terrible error de juicio”. En la Florida, dos mujeres lucieron tocados y anteojos para parecer mayores de edad en la esperanza de ser vacunadas. Se sabe que los miembros de las juntas directivas y donantes de hospitales fueron vacunados tempranamente, lo que generó muchos cuestionamientos.
Es por ello que algunas personas menores de 65 años o que no tienen problemas de salud aparentes se sienten obligadas a explicar por qué son vacunadas. Jeff Klein publicó en Instagram una foto de su tarjeta de vacunación, aclarando que había sido inoculado porque trabajaba como voluntario en un centro de vacunaciones contra el COVID.
“Lo aclaré a propósito, porque no quería que la gente pensase mal”, dijo Klein, un músico de 44 años de Austin, Texas.
Mientas esperaba ser vacunada en Jacksonville, Florida, Amanda Billy, de 33 años, dijo que es comprensible que la gente se moleste cuando ve que personas de su edad son inoculadas. Acotó que ella tiene un problema de salud que hace que el contagio del COVID-19 sea “una posibilidad real, que asusta”.
“Me alegro por quienes son vacunados. Pero yo también quiero la vacuna”, expresó en una entrevista antes de recibir su primera dosis.
Otros descubren que se prestan a ser criticados cuando le cuentan al mundo que se vacunaron. En particular las figuras públicas.
En Nueva York, la conductora de un programa de un canal local de televisión Jamie Stelter publicó hace poco una foto suya tras recibir la primera dosis. Recibió muchos comentarios positivos, pero no faltaron quienes dijeron que no parecía tener la edad requerida o que seguramente “tenía conexiones”.
Posteriormente, otro conductor del mismo programa, Pat Kiernan, dijo en un tuit que los comentarios tipo “no parecen muy enferma” eran “prueba de la maldición que representa el COVID”.
Para Juneja, la decisión de hacerse vacunar apenas satisfizo los requisitos no fue fácil, dado que sabía que otros tenían problemas para sacar turno debido a la tecnología, el idioma y otras barreras. Pero le pareció que el que ella se abstuviese de vacunarse no cambiaría en nada la situación de esas personas.
“No es como en otras situaciones en las que puedes darle tu turno a otra persona más necesitada”, manifestó.