Reseña: Billie Eilish sin filtros en nuevo documental
Si ves el documental “Billie Eilish: The World’s a Little Blurry” con la esperanza de conocer los detalles generales de la sensación musical estás en el lugar equivocado. El filme de dos horas y veinte minutos de R.J. Cutler sobre la cantautora de “Ocean Eyes” no es biográfico ni es un reportaje. Es una zambullida al estilo del cinéma vérité a su vida, su casa, sus conciertos, su proceso, su síndrome de Tourette, la habitación de su hermano donde célebremente escribieron todas sus canciones e incluso su diario en el año en el que se volvió estrella.
Es crudo y lleno de música, cerca de 20 de sus canciones aparecen a lo largo de la película, incluyendo presentaciones en vivo, como su extraordinario concierto en Coachella en 2019. Algunas canciones incluso están completas. También es un documental muy, muy largo.
Cutler, quien también hizo “The September Issue” y “Belushi”, citó varios documentales de rock estilo cinéma vérité (cine de realidad) emblemáticos como “Gimme Shelter” (“Los Rolling Stones (Gimme Shelter)”) sobre los Rolling Stones y “Dont Look Back” sobre Bob Dylan como inspiración. Pero ambos se hicieron varios años y álbumes después de iniciada su carrera. El ascenso de Eilish es extraordinario y a pesar de eso está al comienzo de su vida, artística y real. Los fans definitivamente no estarán de acuerdo, y están en su derecho, pero es una enorme cantidad de espacio sin filtrar para darle a una artista que apenas está empezando. No hay una manera correcta o equivocada de hacer un documental como éste, pero para los que no son fans de hueso colorado de Eilish y sólo tienen un poco de curiosidad pero nada de contexto, es una prueba de fuego.
Claramente alguien en el equipo de Eilish tenía un ojo puesto en su posible legado cuando invitaron a Cutler a la casa de su familia para ver si quería seguir a la joven de entonces 16 años durante el año en el que ella y su hermano despegaron su carrera componiendo, grabando y lanzando su álbum debut “When We All Fall Asleep, Where Do We Go?”
Eilish es graciosa y taciturna, carismática y voluble, como uno quisiera y esperaría que fuera una artista adolescente. Se vuelve fantasiosa y protectora de sus seguidores, diciendo “ellos no son mis fans, son parte de mí”, y se queja de que para ella, componer es “tortura”. Rompe la cuarta pared ocasionalmente (le dijo a Cutler que quería que fuera como la serie de comedia “The Office”) para hacerle saber al público que ella sabe que están ahí.
Su hermano es la fuerza detrás de mucha de la productividad en su acogedora casa familiar en el barrio de Highland Park en Los Ángeles (desde entonces se ha mudado). Sus padres los educaron en casa y la música siempre fue parte de su vida. Su mamá, Maggie Baird, les enseñó a componer y su papá, Patrick O’Connell, les enseñó a tocar instrumentos.
Es interesante verla a ella y a Finneas —su hermano— improvisar las letras y probar diferentes cosas — él sufre de ansiedad por tener que producir un éxito y a ella le importa un pepino—, así como la yuxtaposición de sus glamurosos eventos y presentaciones con la modestia de la normalidad en su vida hogareña.
Hay algunos momentos geniales que Cutler registró de gira. En uno, por ejemplo, ella conoce a Katy Perry, quien le presenta a Eilish a su prometido, “un gran fan”. Sólo después, Eilish se da cuenta que era el actor Orlando Bloom. Su hermano le recuerda que es “Will Turner de las películas de ‘Pirates of the Caribbean’ (‘Piratas del Caribe’)”. Ella quisiera repetirlo todo. “Pensé que era sólo un tipo”, dice.
Otro es su primer encuentro con Justin Bieber. Ella habla sobre su larga obsesión con el cantante canadiense en una entrevista y él se pone en contacto tres días antes de que sea lanzado el álbum de ella para decirle que le gustaría colaborar. (Ella le dice a su mánager “él me podría pedir que matara a mi perro y lo haría”). Entonces en Coachella él aparece mientras ella saluda a una horda de sus fans. Ella se queda congelada y se vuelve una fan. Después llora con un mensaje conmovedor enviado por él.
Y también hay momentos increíblemente vulnerables, que la muestran exhausta y molesta. Eilish sigue siendo tan única y enigmática como parece a la distancia pero también es presentada bastante como una adolescente normal de Los Ángeles, que tramita su licencia de manejo, que sueña con una camioneta Dodge Challenger color negro mate y le manda mensajes de texto a un novio principalmente ausente.
Los fans comerán cada migaja de este documental y desearán más. Los que apenas conocen a Eilish se podrían beneficiar de verlo en partes, que es una de las ventajas de que la película se estrene en Apple TV+. Incluso hay un intermedio.
No parece un proyecto vanidoso que haya sido intensamente controlado por la estrella o la maquinaria que la rodea. Es refrescante. También es probablemente una de las últimas veces que todos estaremos invitados a su vida de esta manera.
“Billie Eilish: The World’s A Little Blurry”, un estreno de Apple TV+ y Neon, se estrena el viernes. No ha sido clasificada por la Asociación Cinematográfica de Estados Unidos (MPAA, según sus siglas en inglés). Duración: 140 minutos. Dos estrellas y media de cuatro.
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Lindsey Bahr está en Twitter como www.twitter.com/ldbahr