¿Cómo sabemos si las vacunas contra el COVID-19 son seguras?
¿Cómo sabemos que las vacunas contra el COVID-19 son seguras?
Los científicos buscan posibles problemas de seguridad durante la fase de ensayos y mantienen su vigilancia a medida que avanzan las campañas de vacunación en todo el mundo. Por ahora, la única advertencia seria que ha aparecido es un riesgo poco común de sufrir una reacción alérgica grave.
Se han autorizado distintos tipos de vacunas contra el coronavirus, y es posible que los efectos secundarios difieran entre ellas, aunque hay más datos públicos sobre las vacunas que se desarrollan en los países occidentales que en el resto del mundo. También existen diferencias entre los estándares de vacunación de los países, y algunos permiten inocular algunas en su última fase de ensayos con un gran número de voluntarios.
Pero en Estados Unidos, Gran Bretaña y la Unión Europea, los reguladores exigen que cualquier vacuna se pruebe en decenas de miles de personas antes de su distribución. Por el momento, Estado Unidos utiliza las de Pfizer-BioNTech y Moderna, y Gran Bretaña y Europa han dado luz verde también a la de AstraZeneca y la Universidad de Oxford.
Los grandes estudios de las tres hallaron que los efectos secundarios comunes eran menores y típicos de la reacción del sistema inmunológico: dolor en el brazo, fiebre y síntomas similares a los de una gripe como fatiga, escalofríos y dolor de cabeza.
Pero dado que es posible que los problemas extremadamente raros no aparezcan ni en los ensayos más grandes, las vacunas siguen estando bajo control. Los gobiernos estadounidense y británico, y la Agencia Europea de Medicamentos rastrean los reportes de los trabajadores sanitarios y de la población sobre los posibles efectos secundarios. En Estados Unidos hay un escrutinio adicional que incluye seguir los reclamos de las aseguradoras para detectar posibles avisos. Además, quienes reciben la inyección allí pueden anotarse a un programa que les envía mensajes para comprobar si notan algún síntoma.
Estos controles resultan ser tranquilizadores.
Se supone que, tras recibir la inyección, la gente debe permanecer un tiempo en el centro por si desarrolla una reacción alérgica grave, llamada anafilaxia. Hasta ahora, estos casos han sido poco habituales, con entre 2 y 5 por cada millón de vacunas puestas en las primeras semanas de la campaña estadounidense, según los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC, por sus siglas en inglés) del país.
Las autoridades esperan recibir reportes de problemas de salud, e incluso decesos, que ocurren justo por casualidad en los días o semanas posteriores a la vacunación dado el gran número de personas, incluyendo ancianos con una salud más delicada, que se inoculan.
Los fallecimientos y otros casos graves están siendo investigados para ver si la vacuna tuvo algo que ver. Las autoridades consideran el estado de salud general de la persona y la frecuencia con la que se da el problema sin la vacuna. Con más de 52 millones de vacunas administradas en Estados Unidos hasta mediados de febrero, los CDC dijeron que no han detectado ningún patrón en las muertes que evidencien un problema de seguridad.