Nicaragua, la oposición aplazada
A tres años del estallido social en Nicaragua, lejos de sanar las heridas del conflicto, la situación se ha polarizado a falta de un verdadero acuerdo político que conlleve a la sociedad nicaragüense a distensionar la crisis socio política. El calendario electoral prevé para este año, una cita con el sufragio el 7 de noviembre próximo. Sin embargo, en la oposición política no hay indicios de unidad, ni existe un liderazgo capaz de convocar a un segmento importante de la población para votar por sus candidatos. Daniel Ortega por primera vez en tres años, luce cómodo como favorito de un 25% según encuesta de Cid Gallup, piso electoral que frente a un 13% de uno de los candidatos de la oposición no es nada despreciable. Esa misma consulta refleja un 62% de ciudadanos que no tienen opción y que a la fecha, no favorecen al FSLN o a la oposición.
El drama de la oposición sin embargo es lamentable, sin liderazgo ni programa, han hecho de las redes sociales y de algunos espacios mediáticos, una plataforma tan insustancial como mediocre. Muchos de los ciudadanos que encabezaron la rebelión de abril 2018, jóvenes en su mayoría, los tildan de traidores y de aprovecharse del conflicto para querer aparentar un liderazgo que jamás tuvieron. Lo cierto es que dentro de la misma oposición hay conflictos serios, la UNAB (unidad azul y blanco) uno de los grupos que aspira a participar en los comicios de noviembre, sufre el abierto rechazo de la población al representar una programa globalista que favorece el aborto y una agenda de género, además, de estar liderada por oenegeros financiados por Soros, y sandinistas separados y expulsados del FSLN a quienes la población identifica como responsables del conflicto bélico y autoritario de la decada de los 80.Por otro lado, la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, grupo conformado durante el primer diálogo del 2018 e integrado por estudiantes, campesinos, empresarios y gremios, es también fuertemente criticado por su falta de iniciativa y coherencia política. Lo cierto es que al margen de la crítica o el reclamo popular, salta a la vista lo poco o nada que han logrado los grupos opositores para ganar terreno en el ámbito electoral. El tema de los presos políticos y los exiliados, así como el de la falta de una reforma electoral que de condiciones para unos comicios inclusivos y transparentes, son el talón de aquiles de una oposición torpe, sin olfato político ni visión estratégica. Lo cierto es que a Nicaragua le urge un liderazgo opositor con amplio reconocimiento popular, cuya capacidad de jugar política en las circunstancias tan complejas del país, sirvan de puente y no de muro.
El desgaste de credibilidad de los partidos políticos de la oposición tampoco favorece en nada el actual panorama electoral para la oposición. Según la Ley Electoral solo los partidos políticos con personalidad jurídica pueden inscribir candidatos y concurrir a la justa electoral y ahora mismo hay más candidatos a presidentes que votantes para estos grupos. Urge una clase política con un alto sentido de patria, alejado totalmente de la tradición parasitaria de una clase política que ni siquiera es apta para liderar su lucha en las calles y a cambio de eso, toca la puerta a embajadas extranjeras solicitando dinero de los contribuyentes de esos países para una "causa" que les ha servido para lucrar con el dolor de las legítimas víctimas del conflicto socio político.
De tal suerte que la próxima elección no traerá sorpresas, quizás "falsos sorprendidos" el día después, pero que al final podrán darse por satisfechos desde una curul en la Asamblea Nacional. De momento inició la fiesta de las encuestas por encargo, quien paga, redacta las preguntas y sale ganador. No hay de momento una sola línea de algo parecido a un programa de gobierno y no existe un rostro visible a quien poder endosar como líder, la pobreza de iniciativas se ha constatado en la OEA, en la debilidad del cabildeo para obtener 24 votos para la aplicación de la carta democrática, tampoco hay gobiernos o líderes mundiales con quienes se les haya visto obteniendo respaldo político o reconocimiento. Al parecer la lucha por la candidatura presidencial opositora se reducirá a la propaganda mediática de algunos, al linaje y abolengo que reclaman y exhiben otros, o al chantaje emocional de los que mostrarán las huellas de su martirio para obtener ventaja. Lo cierto es que por donde se vea la oposición está aplazada.