A un año, los DDHH y COVID atormentan los Juegos de Beijing
La construcción de atractivas instalaciones deportivas para los Juegos Olímpicos de Invierno de Beijing en 2022 es lo más fácil para China, como lo fue cuando la ciudad fue anfitriona de la justa de verano en 2008.
Los escenarios de las competencias ya están listos, a falta de un año para la inauguración de la cita invernal, el 4 de febrero de 2022.
Pero estos Juegos de Invierno se han visto empañados por acusaciones de abusos de los derechos humanos, incluyendo de genocidio contra más de un millón de uigures y otras minorías musulmanas en la región de Xinjiang, en el occidente de China.
A diferencia de 2008, una nueva generación de deportistas olímpicos sí se atreve a alzar la voz en cuanto a temas sociales y de discriminación, desafiando las reglas del COI que prohíben recurrir a la plataforma olímpica como tribuna.
Y en medio de todo está la pandemia de COVID-19, una que forzó el aplazamiento por un año y que sigue amenazando la realización de los Juegos de Verano en Tokio dentro de seis meses.
China sostiene que su estrategia de controlar el virus mediante confinamientos, cuarentenas, rastreo de contacto y uso de mascarillas debe alejar cualquier temor. La cita invernal es de menor magnitud que la de verano, con 3.000 deportistas en vez de 11.000.
“Estamos plenamente confiados de que podremos organizar unos excelentes y formidables Juegos Olímpicos", dijo esta semana el portavoz del ministro de relaciones exteriores de China, Wang Wenbin.
Aunque un boicot a larga escala es poco probable, los deportistas y los 14 patrocinadores principales del COI podrían ser blanco de acciones de repudio. Marcas como Coca-Cola, Airbnb, Procter & Gamble, Samsung, Panasonic, Visa, Toyota y otras desembolsan entre todas un total de 1.000 millones de dólares al COI durante un ciclo olímpico de cuatro años.
El ministro de relaciones exteriores británico, Dominic Raab, no descartó que su país decida boicotear los Juegos de Beijing. El nuevo secretario de Estado de Estados Unidos Antony Blinken expresó que piensa que en China se ha cometido un genocidio.
El presidente chino Xi Jinping “no se intimidará por amenazas de boicot", dijo Steve Tsang, el director del Instituto de China en la Universidad de Londres, en un correo electrónico. “En cambio, el gobierno de Xi amenazará con arruinar el porvenir económico de todo deportista que participe de un boicot y tratará de impedir que alguien lo haga".
El Congreso Mundial de los Uigures ha tildado la cita de Beijing como los “Juegos del Genocidio”, y pidió al COI quitarle la sede de China. Una coalición de 180 organizaciones defensoras de los derechos humanos difundió una carta abierta en la víspera del inicio de la cuenta regresiva de un año, clamando por un boicot diplomático. La coalición está conformada por grupos que representan a tibetanos, uigures, mongoles, residentes de Hong Kong y otros.
Al referirse a la carta, Wang respondió que “los intentos de interferir y entorpecer los preparativos y realización de los Juegos Olímpicos por motivos políticos son altamente irresponsables. Semejante acción no será respalda por la comunidad internacional y nunca prosperará".
El Comité Olímpico Internacional ha hecho caso omiso a las demandas, y en cambio ha elogiado a Xi. La semana pasada, el presidente del COI Thomas Bach dijo a la prensa oficial china que los preparativos de los Juegos son “casi que un milagro”.
El COI trata de no inmiscuirse en la política, aunque tiene el estatus de observador en las Naciones Unidas. Ha manifestado en reiterados pronunciamientos que el otorgamiento de los Juegos “no significa que el COI está de acuerdo con la estructura política, las circunstancias sociales o la situación de los derechos humanos en el país”.
Beijing es la primera ciudad sede de tanto los Juegos de Invierno como los de Verano. El COI le confirió la sede invernal en 2015, luego que varias candidaturas de Europa, como Oslo y Estocolmo, dieron marcha atrás por motivos políticos o financieros. Al final, el COI votó a favor de Beijing — 44-40 — sobre Almaty, Kazajistán.
“Fue una decisión por la segura", dijo Bach en ese momento. “Sabemos que China cumplirá con lo prometido”.