Terri Lyne Carrington es una pionera en el jazz instrumental
NUEVA YORK (AP) — Terri Lyne Carrington tiene apenas 11 años y se divierte entre bambalinas con su amiga “Ella” — Ella Fitzgerald, para nosotros los mortales. La leyenda del jazz se la quiere presentar al virtuoso del jazz Oscar Peterson, quien acaba de terminar de dar un concierto.
“Ella Fitzgerald dice, ‘tienes que escucharla’”, recuerda Carrington, ahora 55 años. “Ella era alguien que simplemente me impulsaba y pasaba tiempo conmigo. Ella era tímida y yo era encantadora porque era una niña. Gustaba de mí”.
Así que Peterson invita a la joven baterista a tocar con él antes de que el público desaparezca. Improvisan en el escenario, e impresionan a los asistentes. Uno de ellos, el rector del Berklee College of Music, queda tan maravillado con Carrington que le ofrece una beca para la excepcional escuela de música.
“Fue realmente porque Oscar me dejó tocar, pero (también) porque Ella me lo presentó y le dijo, básicamente, que debía escucharme”, dice.
Avalada por leyendas del jazz, literalmente, Carrington estaba destinada a la grandeza. Cuatro décadas después ha demostrado que no es sólo grande, sino una pionera.
She’s earning the highest honor bestowed on jazz artists, the NEA Jazz Masters Award. The three-time Grammy winner is nominated for best instrumental jazz album – an award she won in 2014 and is the only woman to do so in the show’s 63-year history. She worked as a musical and cultural consultant on the hit Disney/Pixar animation “Soul,” making sure it portrayed the jazz world accurately. And she’s the founder and artistic director of the Berklee Institute of Jazz and Gender Justice and has spent nearly 16 years teaching at the college, well versed in Zoom thanks to the recent pandemic.
Este año recibirá el máximo honor otorgado a un artista de jazz, el NEA Jazz Masters Award. La ganadora de tres Grammy está nominada nuevamente a estos premios en la categoría de mejor álbum de jazz instrumental, un premio que ganó en 2014 y que hasta ahora es la única mujer en recibirlo. Trabajó como consultora cultural y musical de la cinta animada de Disney/Pixar “Soul”, asegurándose de que el mundo del jazz fuera adecuadamente retratado. Y es fundadora y directora artística del Instituto de Jazz y Justicia de Género de Berklee, donde ha sido profesora durante casi 16 años, incluso durante la pandemia vía Zoom.
Es la encarnación de la magia de las chicas negras.
“Sabía que ella iba a abrir puertas desde que tenía unos 12 años”, dijo el ganador de 11 premios Grammy Wayne Shorter, un ídolo del jazz. “Es una de las mejores bateristas del mundo. Tiene mucha finura. Ella embellece y también puede soltar algunas bombas”.
Shorter, de 87 años, recuerda que probó a una docena de bateristas para una gira y que al escuchar a Carrington tocar quedó maravillado.
“Cuando Terri tocó, mezcló cosas”, dijo antes de usar la boca para imitar a la baterista tocando, comenzando lentamente y acelerando el ritmo. “Ella hacía al bombo cantar y al redoblante cantar y a la caja no sólo repiquetear; sabía cómo hacer presión, liberar y dejar fluir. Sabía cómo contar una historia”.
Carrington, quien creció en Medford, Massachusetts, primero tocó saxofón y piano, pero se enamoró de la batería a los 7 años.
Adquirió prominencia nacional hace décadas como la baterista de la banda de “The Arsenio Hall Show”, y logró su primera nominación al Grammy con su debut de 1989, “Real Life Story”.
Veintidós años recibió su segunda nominación al Grammy, y su primer premio, con su quinto álbum, “The Mosaic Project”. Y ha mejorado sus habilidades de gira, presentándose junto con Herbie Hancock, Al Jarreau, John Scofield, Dianne Reeves, Cassandra Wilson, Clark Terry y Diana Krall.
En la ceremonia del Grammy del 14 de marzo, podría seguir haciendo historia. “Waiting Game”, su álbum con su banda Social Science en el que explora temas serios como la política, el racismo, la sexualidad y la brutalidad policial, está nominado a mejor álbum de jazz instrumental, el premio que ganó anteriormente por “Money Jungle: Provocative in Blue” de 2013.
“La categoría de jazz instrumental es una categoría muy importante. Haber alcanzado esa cima gracias a los críticos de jazz es algo que no tomo con ligereza. Especialmente porque no asumo para nada que este recibirá ese tipo de reconocimiento de la crítica”, dijo Carrington, quien ganó los premios de los críticos de la revista DownBeat a la mejor jazzista, mejor álbum de jazz y mejor grupo de jazz, convirtiéndose en la primera instrumentalista femenina en ganar las tres categorías el mismo año en los 68 años de historia de la revista.
“Esos críticos parecen ser de una generación más vieja, no quisiera decir que son tipos blancos, pero así se siente... El que ellos acojan este álbum como lo han hecho me ha enseñado mucho”, dijo. “A no juzgar a otras personas... Sentía que ellos no lo iban a entender, pero lo hicieron”.
Carrington spent three years creating “Waiting Game,” which features collaborations with Esperanza Spalding, Rapsody, Malcolm-Jamal Warner, Meshell Ndegeocello and more. “I wanted to surround myself with people that were younger than me, that had their pulse on what’s happening in jazz today,” she said.
Carrington pasó tres años creando “Waiting Game”, que incluye colaboraciones con Esperanza Spalding, Rapsody, Malcolm-Jamal Warner, Meshell Ndegeocello y otros. “Quise rodearme de gente más joven que yo que tuviera su propio pulso sobre lo que está pasando en el jazz ahora”, dijo.
Pero Carrington es todavía una joven, por así decirlo, para el jazz. A sus 55 años, es una de las artistas más jóvenes en recibir el Premio NEA Jazz Masters y una de las pocas instrumentalistas femeninas en obtener el honor.
“Así de honrada como siento de haber recibido esos reconocimientos y premios, el mayor problema es que no haya pasado antes. Ha habido mujeres antes que yo que hicieron muchos trabajos increíbles, como Geri Allen”, señaló.
Carrington tiene varias teorías sobre la falta de instrumentalistas femeninas en la escena del jazz, comenzando porque no hay suficientes.
“Cuando la esclavitud terminó, los hombres podían viajar, podrían salir con su guitarra y tocar en cantinas a la vuelta de la esquina y ganar dinero. Eso era respetable, pero no era para mujeres”, dijo.
“La mayoría de las veces, (las mujeres) tienen que trabajar más duro y no tienen el mismo acceso y apoyo. Eso hace que no sea divertido, así que las mujeres renuncian”, agregó.
Esta es la razón por la que quiere asegurarse de pasarle la antorcha a la siguiente generación.
“Eventualmente pensé, ’¡Guau! ¿Qué estoy haciendo realmente para ayudar en esta situación? Una vez que me di cuenta de que no estaba haciendo mucho, decidí que tenía una responsabilidad”.