España: Repunte da otra oportunidad a hospital de pandemias
MADRID (AP) — En cuanto el cuerpo sin vida se retira en silencio en una camilla, un batallón de limpieza entra en el compartimento de cuidados intensivos. En cuestión de minutos, la cama donde una mujer de 72 años luchó por respirar durante más de dos semanas queda limpia y las paredes de cristal que aíslan el compartimento están desinfectadas.
Hay poco tiempo para reflexionar sobre lo que acaba de ocurrir, ya que la muerte deja paso a la posibilidad de salvar otra vida.
“Nuestro mayor logro es cada una de las personas que sale adelante, obviamente, aquellos a los que se les da el alta por recuperación y no por fallecimiento", explicó Ignacio Pujol, responsable de esta Unidad de Cuidados Intensivos en Madrid. “Cada alta supone un huequecito más para que otro salga adelante”.
Una nueva oleada de contagios ha vuelto a poner a la sanidad pública española contra las cuerdas, y el hospital Enfermera Isabel Zendal donde trabaja Pujol, un proyecto que muchos vieron como un costoso proyecto propagandístico, tiene otra oportunidad para demostrar su utilidad.
El centro, que lleva el nombre de una enfermera española que llevó la vacunación contra el sarampión al otro lado del Atlántico en los inicios del siglo XIX, se construyó en 100 días a un coste de 130 millones de euros (157 millones de dólares), más del doble de su presupuesto original. Tiene tres pabellones y edificios de apoyo que se extienden por un terreno equivalente al de 10 campos de fútbol. Su aspecto está entre el de una terminal de aeropuerto pequeña y una nave industrial, con conductos de ventilación, camillas y equipamiento de última tecnología. El proyecto original era de 1.000 camas, de las que se han instalado aproximadamente la mitad.
El Zendal se inauguró el 1 de diciembre entre coros rivales de declaraciones oficiales y críticas, justo cuando España parecía haber frenado un repunte de los contagios de coronavirus tras el verano. Para mediados de diciembre había recibido apenas un puñado de pacientes.
Pero España registró el lunes más de 84.000 nuevos casos de COVID-19, el aumento más alto en un fin de semana desde el inicio de la pandemia. La cifra total del país se acerca a los 2,5 millones de casos, con 53.000 muertes confirmadas por el virus, aunque las estadísticas de exceso de mortalidad añaden otras 30.000 muertes.
La curva de contagios se ha disparado tras los feriados de fin de año, y el Zendal ha estado ocupado. El lunes había 392 pacientes de coronavirus, más que en ningún otro hospital de la región de 6,6 millones.
El repunte en España sigue a oleadas similares en otros países europeos, especialmente en Gran Bretaña, tras el descubrimiento de una nueva variante del virus que según los expertos es más contagiosa. El London Nithingale, uno de los hospitales de campaña diseñados en Gran Bretaña para aliviar la presión sobre el sobrepasado sistema sanitario, también ha reabierto para acoger pacientes y como centro de vacunación.
Las autoridades sanitarias españolas aseguran no haber encontrado pruebas de que las nuevas variantes que impulsan los contagios en otros lugares estén contribuyendo al repunte en España. Algunos expertos lo ponen en duda, señalando que la capacidad limitada del país para analizar las muestras del virus da una imagen distorsionada de la situación, y advierten que hace falta una nueva orden de confinamiento.
Sobre el terreno, las hospitalizaciones asociadas al virus ya superan al pico de la segunda ola. Casi una de cada cinco camas de hospitales tiene un paciente con COVID-19. La nueva enfermedad también acapara hasta un tercio de la capacidad de UCI del país y se están postergando las cirugías no urgentes.
Además de algunos expertos médicos, políticos de izquierdas y sindicatos acusan al gobierno conservador de Madrid de gastar dinero en instalaciones atractivas para los votantes en lugar de reforzar un sistema público de salud que lleva años sufriendo recortes presupuestarios. Si se hubiera invertido antes en rastreo de contactos y atención primaria, afirman, la necesidad del Zendal podría haberse evitado por completo.
“Es lo contrario de un logro. El que ahora se esté llenando es la demostración de un tremendo fracaso, tanto de las autoridades comunitarias, como de las nacionales y como de la sociedad”, dijo Ángela Hernández, vocera del principal sindicato de personal sanitario en Madrid, AMYTS.
La última gota para los sindicatos, dijo, ha sido la orden del gobierno regional de despedir al personal sanitario que se niega a abandonar su puesto en hospitales normales tras ser destinado al Zendal.
“A lo largo de los meses hemos dicho que este proyecto era un sinsentido", dijo Hernández. "Unas camas sin el personal adecuado para hacerse cargo de los enfermos no hacen a un hospital”.
Fernando Prados, director del Zendal, dice que no le molesta el debate, pero que los 750 pacientes atendidos en el último mes y medio han quitado una presión significativa de otros hospitales, lo que ya supone un aporte a los esfuerzos contra la pandemia.
"Sabemos que vamos a seguir teniendo pacientes COVID y también sabemos que una vez que pase la pandemia, esta estructura va a quedar perfectamente habilitada para el ejercicio de cualquier actividad que requiera el sistema”.
Tras las puertas automáticas del centro, los pacientes se recuperan en módulos de ocho camas que dejan poco espacio a la privacidad pero hacen más fácil identificar posibles complicaciones en su estado, explicó Verónica Real, cuyo desafío como enfermera jefe ha sido organizar equipos de personal traído de otros hospitales.
“La gente viene con cierto enfado porque les está sacando de su entorno. Es cierto que nos rodea un halo de negatividad", dijo. "Pero una vez que llegan aquí y ven las condiciones de trabajo que tenemos y los equipos humanos que están trabajando, todos refieren lo mismo, que están mejor que donde estaban”.
Los responsables del Zendal dicen que un moderno sistema de ventilación renueva todo el aire del complejo cada cinco minutos, lo que contribuye a hacer un espacio de trabajo más seguro. Pero de lo que están más orgullosos es de la expansión de la unidad de cuidados intermedios para pacientes con problemas respiratorios, donde los enfermos reciben diferentes grados de respiración asistida para aliviar la inflamación pulmonar.
El jefe de esa unidad, Pedro Landete, dice que al admitir pacientes que podrían empeorar en una de sus 50 equipadas plazas, están reduciendo el número de personas que más tarde necesitan cuidados intensivos.
José Andrés Armada llegó al centro con síntomas moderados después de que su familia se contagiara pese a haber tomado muchas precauciones con la pandemia. Pero la salud del hombre de 63 años empeoró con rapidez, y la semana pasada estuvo cerca de ser intubado en una de la docena de camas de UCI del Zendal.
Armada señaló que si bien entiende la importancia de la economía, “lo que más vale es la salud”.
“Yo hubiese confinado hace mucho tiempo”, dijo. “No se podía tener abierto bares y tener abiertos un montón de sitios”.
“Pero yo la verdad es que no esperaba esto tan duro", admitió.
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La periodista de AP Jill Lawless en Londres contribuyó a este despacho.