ALZANO LOMBARDO, Italia (AP) — Las emociones estaban a flor de piel estos días en la residencia Fundación Martino Zanchi, cerca de Bérgamo, en el norte de Italia, tras meses de aislamiento casi total para sus internos.
Celestina Comotti, que vive en el centro desde hace tiempo, no se lo podía creer mientras una empleada leía en voz alta una felicitación navideña de una familia que la miraba expectante durante una videollamada.
“¡Caramba!”, exclamó Comotti cuando las empleadas de la residencia le confirmaron que los que la felicitaban -Simon, de 9 años; su hermana, Marta, y su madre, Alessia- eran gente a la que no conocía. La mujer, de 81 años, se echó a llorar.
“Estoy temblando”, dijo mientras se ajustaba las gafas.
Pese a un año sombrío marcado por la muerte y la soledad, el espíritu navideño llegó a la residencia Zanchi, una de las primeras en Italia que cerró sus puertas a las visitas cuando se confirmó un caso deCOVID-19 en el hospital cercano, el pasado 23 de febrero.
Los portadores de esa alegría eran los llamados “nietos de Santa Claus”, gente que respondió a la campaña de una organización benéfica para llevar buenos deseos a los ancianos en residencias, muchos de los cuales viven lejos de sus familias o ya no tienen parientes.
Es el tercer año que se celebra el programa “abuelos de Santa”. El año pasado emparejó a 2.550 “nietos” con residentes de 91 centros. Este año se enviaron 5.800 regalos a 228 residencias de todo el país, un aluvión que respondía en parte al devastador golpe que ha asestado el coronavirus a los mayores, que son la mayoría de los 70.000 muertos confirmados por COVID-19 en Italia.
Este fue el primer año en el que la residencia de Zanchi participaba en el programa. La localidad de Alzano Lombardo, donde se encuentra el centro, fue una de las más afectadas de la provincia de Bérgamo, donde se descubrieron los primeros contagios locales del virus en Italia y comenzó la mortal epidemia en el país.
Michela Valle, coordinadora de actividades del centro, dijo que su objetivo no era tanto cumplir los deseos de los italianos ancianos de recibir regalos como “crear lazos”. Este año, el programa emparejaba a los benefactores con 43 residentes. Valle confiaba en que un día, cuando la pandemia remita de forma considerable, las reuniones puedan ser en persona.
Los ancianos llevaban gorros de Santa durante las visitas virtuales de sus nietos voluntarios. También recibieron regalos para abrir durante las llamadas. La familia adoptiva de Comotti le envió un chal, como había pedido.
“Azul, como tus ojos”, le dijo la directora del centro, Maria Giulia Madaschi. Comoti río feliz mientras las trabajadoras le colocaban el chal.
Tami “Mario” Palmiro estaba encantado con su gorra de béisbol decorada con el nombre del Atalanta, el equipo profesional de fútbol de Bérgamo en la Serie A. El hombre de 81 años entonó un cántico de estadio antes de deshacerse en lágrimas.
Palmiro llegó a la residencia en agosto y tuvo una adaptación más dura de lo normal porque las medidas de control del virus restringían mucho las visitas familiares, dijo Madaschi.
Una de las “nietas”, Ilaria Sacco, dijo haberse inscrito porque este año no podía viajar a su casa en Italia desde California, y quería sentirse conectada. Otra, Caterina Damiano, explicó que había perdido a dos abuelos este año, “pero quería seguir siendo una nieta”.
Madaschi dijo que a menudo, las conversaciones la conmovieron, viendo cómo nietos y abuelos adoptivos buscaban algo en común. Muchos ya estaban creando lazos, en ocasiones con parientes reales que facilitaban el contacto.
“Los internos podían sentir el espíritu de la Navidad, la alegría de las fiestas, poder abrir un regalo, un acto tan normal en este periodo anómalo en el que vivimos”, dijo. “Ha sido una experiencia maravillosa. Para repetir”
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Barry reportó desde Milán. Charlene Pele contribuyó desde Alzano Lombardo y Alberto Pellaschiar contribuyó desde Roma.
Carolina Previtali, de 93 años, en el centro, entre la directora de la residencia, Maria Giulia Madaschi, a la izquierda, y la cuidadora Melania Cavalieri, mientras habla en una videollamada con Eleonora Nola, una voluntaria que no es familia suya pero le envió un regalo de Navidad a través de una organización llamada "Nietos de Santa", en la residencia Martino Zanchi de Alzano Lombardo, en una de las zonas más afectadas por la primera oleada de COVID-19 en el norte de Italia, el sábado 19 de diciembre de 2020. (AP Foto/Luca Bruno)
Pasqualina Ghilardi, de 87 años, en el centro se ve entre la cuidadora Michela Valle, a la izquierda, y la directora de la residencia, Maria Giulia Madaschi, durante una videollamada con Caterina Damiano, una voluntaria no emparentada con ella y que le envió un jersey como regalo de Navidad a través de una organización llamada "Nietos de Santa", en la residencia Martino Zanchi de Alzano Lombardo, en una de las zonas más afectadas por la primera oleada de COVID-19 en el norte de Italia, el sábado 19 de diciembre de 2020. (AP Foto/Luca Bruno)
Caterina Bertocchi aparece sentada entre la cuidadora Michela Valle, a la derecha, y la directora del centro, Maria Giulia Madaschi, mientras habla en una videollamada con Irene Schiavone, una voluntaria que no es familia suya y que le envió un regalo de Navidad a través de una organización llamada "Nietos de Santa", en la residencia Martino Zanchi de Alzano Lombardo, en una de las zonas más afectadas por la primera oleada de COVID-19 en el norte de Italia, el sábado 19 de diciembre de 2020. (AP Foto/Luca Bruno)
Celestina Comotti, de 81 años, es consolada por la directora de su residencia, Maria Giulia Madaschi, mientras llora durante una videollamada con Alessia Mondello, una voluntaria que no es familia suya y que el envió un chal como regalo de Navidad a través de una organización llamada "Nietos de Santa", en la residencia Martino Zanchi de Alzano Lombardo, en una de las zonas más afectadas por la primera oleada de COVID-19 en el norte de Italia, el sábado 19 de diciembre de 2020. (AP Foto/Luca Bruno)
Giuseppina Foresti, de 93 años, junto a la directora de su residencia, Maria Giulia Madaschi, habla en una videollamada con Elisabetta Cervi, una donante no emparentada con ella, que le envió una pulsera como regalo de Navidad a través de una organización llamada "Nietos de Santa", en la residencia Martino Zanchi de Alzano Lombardo, en una de las zonas más afectadas por la primera oleada de COVID-19 en el norte de Italia, el sábado 19 de diciembre de 2020. (AP Foto/Luca Bruno)
Caterina Bertocchi, de 91 años, habla en una videollamada con Irene Schiavone, una voluntaria no emparentada con ella que le envió un regalo de Navidad a través de una organización llamada "Nietos de Santa", en la residencia Martino Zanchi de Alzano Lombardo, en una de las zonas más afectadas por la primera oleada de COVID-19 en el norte de Italia, el sábado 19 de diciembre de 2020. (AP Foto/Luca Bruno)
Roberto Capellini, junto a la cuidadora Michela Valle, a la derecha, y la directora de su residencia, Maria Giulia Madaschi, habla en una videollamada con Carolina Giannesi, una voluntaria que no es familia suya y que le envió un regalo de Navidad a través de una organización llamada "Nietos de Santa", en la residencia Martino Zanchi de Alzano Lombardo, en una de las zonas más afectadas por la primera oleada de COVID-19 en el norte de Italia, el sábado 19 de diciembre de 2020. (AP Foto/Luca Bruno)
Giuseppe Vitali, a la derecha, acompañado por la cuidadora Melania Cavalieri mientras habla en una videollamada con Manuela Diana, una voluntaria que no es familia suya y que le envió un regalo de Navidad a través de una organización llamada "Nietos de Santa", en la residencia Martino Zanchi de Alzano Lombardo, en una de las zonas más afectadas por la primera oleada de COVID-19 en el norte de Italia, el sábado 19 de diciembre de 2020. (AP Foto/Luca Bruno)
Elsa Giovanelli, de 89 años, junto a la cuidadora Michela Valle, en el centro, y la directora de su residencia, Maria Giulia Madaschi, durante una videollamada con Jessica Marino, una voluntaria no emparentada con ella que le compró y envió un regalo de Navidad a través de una organización llamada "Nietos de Santa", en la residencia Martino Zanchi de Alzano Lombardo, en una de las zonas más afectadas por la primera oleada de COVID-19 en el norte de Italia, el sábado 19 de diciembre de 2020. (AP Foto/Luca Bruno)
Giuseppe Vitali, a la derecha, junto a la cuidadora Gaia mientras la cuidadora Melania Cavalieri les hace una foto en una videollamada con Manuela Diana, una voluntaria no relacionada con él que le envió un regalo de Navidad a través de una organización llamada "Nietos de Santa", en la residencia Martino Zanchi de Alzano Lombardo, en una de las zonas más afectadas por la primera oleada de COVID-19 en el norte de Italia, el sábado 19 de diciembre de 2020. (AP Foto/Luca Bruno)