EEUU: Pence, su esposa y el director de salud reciben vacuna
El vicepresidente de Estados Unidos, Mike Pence, recibió el viernes la vacuna contra el COVID-19 en un evento televisado con el fin de convencer a la gente de que la vacuna es segura.
En declaraciones posteriores, Pence dijo que la velocidad con que se fabricó la vacuna fue “un milagro médico”.
“El pueblo estadounidense puede confiar: tenemos una y quizás dentro de horas dos” vacunas seguras, dijo en alusión a que se prevé la aprobación de la vacuna de la farmacéutica Moderna por parte de la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA). La vacuna de Pfizer-BioNTech fue la primera que recibió la aprobación. “Crear confianza en la vacuna es la razón de nuestra presencia aquí esta mañana”, añadió.
Su esposa Karen Pence y el director de Salud Pública, Jerome Adams, también recibieron la vacuna durante el evento en el Edificio Eisenhower, que forma parte del complejo de la Casa Blanca. Adams, que es negro, destacó la “importancia de la representación” y exhortó a no hacer caso a la desinformación sobre las vacunas.
Pence, el funcionario de mayor jerarquía que recibe la vacuna, tiene una presencia visible en la promoción de la campaña de inmunización, en tanto el presidente Donald Trump ha dado un paso atrás.
El gobierno de Trump ha ayudado a conseguir la vacuna contra el coronavirus antes de lo que creían incluso algunos funcionarios. Lanzó de manera espectacular la Operación Warp Speed —la campaña para desarrollar y distribuir la vacuna rápidamente— en mayo desde la Rosaleda de la Casa Blanca.
Pero a cinco días de iniciada la mayor campaña de vacunación de la historia del país, Trump no ha realizado eventos públicos para publicitarla. No ha recibido la vacuna. Ha emitido apenas dos tuits sobre el tema. Pence ha pasado a ocupar el centro de la escena con una visita a un centro de producción de la vacuna. La presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi y el líder de la mayoría en el Senado, Mitch McConnell, han dicho que la recibirán en los próximos días.
Mientras tanto, Trump sigue masticando su furia por la derrota en la elección del 3 de noviembre y multiplica sus esfuerzos para subvertir la voluntad popular. Ha dejado de lado los planes de sus colaboradores de que sea el rostro público de la campaña, con visitas a laboratorios y centros de producción para agradecer a los trabajadores, o realizar eventos para generar confianza en la inyección, según personas familiarizadas con las conversaciones.