Donaba dinero ilegalmente a campañas, traficaba influencias
Imaad Zuberi recaudaba fondos para demócratas y republicanos por igual y tenía acceso a las altas esferas de ambos partidos, incluidos encuentros privados con el entonces vicepresidente Joe Biden y una invitación especial a la inauguración de Donald Trump.
Se daba la gran vida, alojándose en los mejores hoteles e invitando a comer a legisladores y diplomáticos a restaurantes de cuatro estrellas. Los embajadores de otros países lo llamaban cuando querían verse con algún legislador.
Era hábil para manejar contactos y le encantaba tirar nombres de personas importantes que conocía. Su cuenta de Facebook está llena de fotos suyas junto a figuras de renombre: Cenando con Hillary Clinton y Robert De Niro y codeándose con el entonces jefe de despacho de Trump Reince Priebus frente a la residencia de Trump en Mar-A-Lago. Zuberi recaudó grandes sumas para Clinton en las elecciones del 2016 antes de pasarse de bando y ser uno de los principales donantes para la ceremonia de asunción de Trump.
Fiscales federales dicen que la vida fastuosa que hacía Zuberi era producto de mentiras y del lucrativo negocio de financiar campañas políticas, para beneficiarse después de la influencia que conseguía.
“La gente viene a Washington a hacer contactos”, dijo Zuberi en un email del 2015 que obtuvo la Associated Press, relacionado con gestiones para que el presidente de Guinea se viese con un importante legislador. “Recibimos pedidos de contactos de la escoria del mundo... caudillos, reyes, reinas, presidentes de por vida, dictadores militares, jefes tribales...”.
Los fiscales describen a Zuberi como un agente “mercenario” que hacías tratos con cualquiera que pensase que podría beneficiarlo, haciendo donaciones ilegales de dinero de otros bajo su nombre. Les decía a sus clientes que “así funcionan las cosas en Estados Unidos”.
La historia de Zuberi refleja lo poco reguladas que están las financiaciones de campañas políticas y las leyes sobre cabildeo por parte de extranjeros. Genera además una incómoda pregunta: ¿Cómo hace un recaudador de fondos cínico para congraciarse con tantos altos funcionarios del gobierno?
“El caso de Zuberi comprueba, con pruebas palpables, la interferencia extranjera, corrupta y generalizada, con nuestras elecciones y con la toma de decisiones”, sostuvo el fiscal Daniel J. O’Brien.
Zuberi se declaró culpable el año pasado de violar las leyes sobre financiación de campañas, de hacer de agente extranjero sin registrarse como exige la ley y de evasión de impuestos. También admitió haber obstruido una investigación federal sobre si algún extranjero había hecho contribuciones ilegales a la inauguración de Trump. Podría ser condenado a varios años de prisión.
La investigación del Departamento de Justicia, no obstante, no arroja luz acerca de varios interrogantes en torno a las relaciones de Zuberi y a quién se beneficiaba con sus manejos. Aparte de un colaborador que se declaró culpable de un cargo menor sobre impuestos, nadie que trabajase para él ha sido acusado de nada.
Y el gobierno no ha dicho en público qué políticos recibieron donaciones de Zuberi y las pagaron con favores.
Una investigación de la AP, no obstante, identificó a socios, colaboradores y blancos de las gestiones de Zuberi, a partir de correos electrónicos, documentos legales, informes de financiación de campañas y entrevistas con más de tres docenas de personas, incluidos diplomáticos, funcionarios policiales, cabilderos y exmiembros del Congreso.
Los documentos y las entrevistas indican que Zuberi empleó un sistema de donaciones ilegales en el cual él pagaba las donaciones de otros con sus tarjetas de crédito y usaba información falsa, incluso de una persona muerta. El Departamento de Justicia dijo que canalizó casi un millón de dólares en donaciones ilegales a campañas políticas.
Sus donaciones le dieron a Zubiri acceso a diplomáticos, generales y otras figuras importantes, sobre todo legisladores involucrados en temas de política exterior. Los fiscales dicen que Zuberi trabajó por años como un agente extranjero sin registrarse como tal y representó a al menos media docena de países y personas, incluido un oligarca ucraniano allegado al presidente ruso Vladimir Putin.
Los fiscales dicen que Zuberi trabajó para evitar la aprobación de una resolución de la cámara baja a la que se oponía el presidente turco Tayyip Erdogan, para que el Congreso presionase a Bahréin en nombre de un empresario de esa nación y para que Estados Unidos invitase a funcionarios libios que procuraban recuperar fondos congelados.
Zuberi usó asimismo su amplia red de contactos con funcionarios públicos para pasar información a funcionarios extranjeros. Mantuvo estrechos contactos con un agente de la CIA y se vanaglorió de sus contactos con los servicios de inteligencia.
Los fiscales pidieron a la jueza Virginia Phillips que condene a Zuberi a al menos diez años de cárcel, a una multa de 10 millones de dólares y a que abone 16 millones de dólares al Servicio de Rentas Internas.
Zuberi admite haber hecho donaciones ilegales en nombre de otros, pero afirma que las sumas involucradas son más bajas que lo que dicen los fiscales.
Sostiene que “ayudó a facilitar” donaciones de fuentes extranjeras pero que las leyes federales al respecto no son claras y que recibió “información contradictoria de varias campañas” sobre ese tema. Reconoce asimismo que cabildeó en nombre de Sri Lanka sin registrarse como agente extranjero, pero que el trabajo que hizo para otros países y funcionarios no requería que se registrase.
“El gobierno quiere dar un ejemplo con el señor Zuberi que va mucho más allá de lo que justificarían sus acciones”, dicen sus abogados.