Bancarización aumenta en Latinoamérica durante la pandemia
BOGOTÁ (AP) — Para Sonia Fierro, una madre soltera de 53 años, tener una cuenta en un banco siempre fue un anhelo inalcanzable. Sus ingresos como vendedora informal de libros infantiles en las calles de San Victorino, un barrio comercial en el centro de Bogotá, apenas son suficientes para el día a día y nunca sobran para pagar las cuotas de manejo de una cuenta bancaria.
Ese deseo, sin embargo, se convirtió en realidad el pasado abril, cuando se enteró que era beneficiaria del programa Ingreso Solidario, el apoyo económico que el gobierno de Colombia ha destinado para mitigar los efectos económicos de la actual pandemia. Para poder recibir el subsidio, Fierro tuvo que abrir una cuenta, pero no lo hizo en un banco tradicional, sino a través de una billetera digital llamada DaviPlata, desde el confort de su casa, con un teléfono celular, su documento de identificación y la ayuda de su hija, quien sabe más de tecnología.
“Esto es lo máximo que se han podido inventar en esta época porque es fácil y no cuesta nada,” dice Fierro.
Latinoamérica ha sido fuertemente golpeada por la pandemia de COVID-19, con más de 10 millones de casos, pero la crisis también ha generado un beneficio inesperado en algunos países de la región: al distribuir ayuda económica entre los hogares más necesitados, los gobiernos han logrado bancarizar a millones de personas pobres que, como Fierro, nunca antes habían tenido la oportunidad de acceder al sistema financiero.
Según Mahesh Uttamchandani, experto en inclusión financiera del Banco Mundial, las crecientes tasas de bancarización pueden ayudar a reducir la pobreza. “Poder guardar dinero, ahorrar dinero y pagar con dinero es muy importante para salir de la pobreza porque hace que las personas resistan mejor un shock económico,” dice Uttamchandani.
Los países que más personas han bancarizado durante la pandemia son aquellos que están utilizando servicios digitales como DaviPlata para distribuir su ayuda económica. Según la Alianza Better than Cash (Mejor que el Efectivo), una coalición de la ONU que busca ayudar a construir economías digitales e inclusivas, al menos 14 países en la región han utilizado métodos digitales para distribuir ayuda económica durante la pandemia.
Colombia es uno de ellos. Desde abril al menos 1.6 millones de colombianos ingresaron por primera vez al sistema financiero, el 80% de ellos a través de billeteras digitales, dice Luis Alberto Rodriguez, director del Departamento de Planeación Nacional. La Banca de Oportunidades, un programa gubernamental que busca promover la inclusión financiera, dice que el 85,9% de los colombianos ahora están bancarizados, una cifra que el gobierno esperaba alcanzar en 2022.
Esto ha sido clave para personas como Tatiana Gómez, paciente de leucemia de 35 años y madre de tres hijos que está tomando todas las precauciones contra el virus. Antes de la pandemia no tenía una cuenta bancaria y tenía que ir en persona para pagar las facturas en efectivo. Ahora usa una billetera digital para completar transacciones con el dinero que recibe. “Me ha ayudado muchísimo para evitar estar en la calle", dijo.
Colombia ha sido exitosa porque tiene dos herramientas a su disposición. La primera es un robusto registro social, llamado Sisben, que cobija al 80% de la población. El gobierno utilizó el Sisben para identificar rápidamente a los beneficiarios de Ingreso Solidario que no tenían una cuenta bancaria.
La segunda herramienta es un sistema de billeteras digitales creadas desde hace años por el sector privado. DaviPlata, creada en 2012 por Davivienda, el tercer banco más grande del país, fue la primera en colaborar con el gobierno para hacer transferencias monetarias. Desde entonces han surgido otras, cómo Movii, desarrolladas por emprendimientos que fusionan servicios financieros con tecnología. Movii, la cual fue lanzada hace 18 meses, alcanzó su primer millón de usuarios en agosto, después de empezar el año con tan solo 300.000 usuarios.
Este tipo de cuentas se acomodan a las necesidades de los pobres por su bajo costo y facilidad de uso. La mayoría se abren a través de una aplicación para teléfonos inteligentes, pero algunas también pueden abrirse con una tarjeta SIM. No tienen cuotas de manejo ni cargos por transacción y es la compañía, no el usuario, la que paga por los datos que utiliza la aplicación.
Hernando Rubio, cofundador de Movii, dice que la diferencia entre su plataforma y un banco tradicional es que “para los bancos es una mamera (fastidio) atender a los pobres, mientras que nosotros nacimos para esto.”
Brasil también ha llegado a niveles históricos de inclusión financiera gracias al programa Auxilio Emergencial, que desde abril ha distribuido millones de pagos por 108 dólares y 217 dólares a los hogares más pobres. Alrededor de 67 millones de brasileños se han visto beneficiados por el programa.
Para identificar a los beneficiarios del programa, el gobierno se apoyó en el Caixa Economica Federal, un banco estatal que lanzó una aplicación a través de la cual los brasileños aplican para recibir el subsidio. Para aquellos que, después de un proceso de verificación, fueron incorporados al programa, el banco automáticamente generó cuentas digitales de ahorros. Los beneficiarios reciben y manejan el dinero de su subsidio a través de otra aplicación, llamada Caixa Tem, también creada por el banco. Según sus representantes, Caixa Tem ha creado 97 millones de cuentas digitales. Alrededor del 40% de ellas fueron abiertas por personas que no estaban bancarizadas.
No todos los países han tenido el éxito de Colombia y Brasil. Antes de la pandemia, Perú tenía un 70% de informalidad laboral y más del 60% de su población adulta carecía una cuenta bancaria. El país tuvo problemas identificando los beneficiarios de su programa de subsidio durante la pandemia, llamado Bono Familiar Universal, pues no tiene un registro social robusto como el de Colombia. Además, no se dio la colaboración entre el sector privado financiero y el gobierno, como sí se dio en el país vecino. Sólo cuatro entidades financieras y una billetera digital hicieron parte de los esfuerzos para distribuir el Bono Universal, según Liliana Casafranca, asesora de la gerencia general del Banco de La Nación, el banco estatal. “ No tuvimos un DaviPlata que quisiera comerse ese problema,” dice Casafranca.
Esto significó que millones de beneficiarios en Perú debían acercarse al Banco de La Nación para retirar el dinero de su beneficio. El gobierno tuvo que enviar “carritos pagadores”, o vehículos llenos de dinero, para distribuir el pago en varias áreas rurales. Esto no solo resultó costoso, sino que también demoró la entrega de la ayuda económica. Mientras que Colombia y Brasil han entregado alrededor de seis rondas de subsidios durante la pandemia, el gobierno de Perú solo ha logrado entregar una.
A pesar de estos obstáculos, la tasa de inclusión financiera en Perú aumentó de un 38% de la población antes de la pandemia a un 40% en agosto. Martin Vizcarra —quien fue presidente hasta este lunes, cuando el Congreso lo destituyó— anunció a principios de octubre que se haría más uso de billeteras digitales para distribuir el subsidio. Casafranca asegura que dos billeteras electrónicas y 17 entidades financieras se han sumado a la estrategia para entregar los pagos restantes. Además, a finales de este año, el Banco de la Nación abrirá alrededor de 1 millón de cuentas a personas desbancarizadas. El gobierno también se ha puesto como meta bancarizar a todos los peruanos mayores de 18 años para mediados de 2021.
Latinoamérica no es la primera región del mundo en utilizar una estrategia digital para bancarizar a millones de personas. Varios países en el África subsahariana, como Kenia y Ghana, llevan más de una década incrementando sus niveles de inclusión financiera a través de la banca móvil. A diferencia de Latinoamérica, los países africanos utilizan las compañías de telefonía móvil, no entidades financieras, para ofrecer servicios digitales financieros.
Gisela Davico-Thaler, de la Alianza Better than Cash, dice que el sector de operadores de telefonía móvil estaba más desarrollado. Kenia, por ejemplo, logró aumentar sus niveles de bancarización de un 26% a un 82% en tan solo diez años gracias a MPesa, el servicio de banca móvil más grande de ese país.
A pesar de los avances en bancarización, Latinoamérica todavía enfrenta desafíos. Uttamchandani dice que los servicios financieros digitales deben usarse no sólo para recibir subsidios sino también para hacer todo tipo de transacciones, como realizar compras. Eso requiere de inversiones importantes en infraestructura digital para que los usuarios, por ejemplo, puedan pagar a través de un un código QR.
La bogotana Sonia Fierro es una de esas personas que todavía no utiliza su billetera digital para hacer compras. Eso, dice ella, se debe a que en este momento no tiene ingresos suficientes para hacer adquisiciones. Cuando llega la plata de su subsidio, ella la retira en un cajero automático con un código que llega a su celular y paga sus obligaciones, como su pensión y seguro de salud, pero dice que cuando vuelva a trabajar en las calles de San Victorino espera tener suficiente dinero para hacer compras desde su DaviPlata, e inclusive ahorrar. Aun cuando se acabe el programa de Ingreso Solidario “yo nunca voy a cancelar esa cuenta, eso lo tengo claro,” dice la mujer.