Puerto Rico: Continúa votación por largas filas
SAN JUAN (AP) — Los puertorriqueños obligaron el martes a los centros de votación a permanecer abiertos después de la hora oficial de cierre debido a que formaron largas filas para elegir nuevos gobernantes que esperan puedan ayudar a sanar al territorio estadounidense que se ha visto asolado por corrupción, huracanes, sismos y la pandemia de coronavirus.
Armados con agua, botanas y sillas plegables, los votantes en toda la isla se echaban aire mientras esperaban bajo un sol abrasador para participar en unos comicios que involucran seis a candidatos a gobernador. Algunos llegaron al amanecer y esperaron hasta tres horas a que los centros de votación abrieran.
Un anciano recorrió lentamente una larga fila, alzó su bastón y gritó entre los aplausos generales: “¡A votar por la patria!”
El martes también se celebraba el sexto referendo sobre si cambiar el estatus legal del territorio. El plebiscito formula una única pregunta: “¿Debe Puerto Rico ser admitido inmediatamente dentro de la Unión como un Estado?”. Es una votación consultiva, ya que el Congreso federal tendría que aprobar esa decisión.
Uno de los candidatos es Pedro Pierluisi, del Partido Nuevo Progresista, que defiende convertir el territorio en un estado federal. Fue representante sin voto del territorio en el Congreso federal y gobernador de la isla por un breve periodo luego de las enormes manifestaciones del año pasado que provocaron la renuncia de Ricardo Rosselló.
La mayoría de los sondeos daban una ligera ventaja a Pierluisi sobre Carlos Delgado, del Partido Popular Democrático, que respalda la condición actual del territorio. Por detrás aparecían Juan Dalmau, del Partido Independentista Puertorriqueño; Alexandra Lúgaro, del Movimiento Victoria Ciudadana; César Vázquez, de Proyecto Dignidad, y el candidato independiente Eliezer Molina.
En la fila para votar se encontraba María Peralta, de 61 años, una empleada doméstica a quien interesa sobre todo el transporte público porque a veces debe caminar 45 minutos a su trabajo. Cerca de ella, Miguel Ángel Velázquez, un trabajador de 64 años, dijo que votó por el candidato cuyo programa es el mejor para impulsar la economía y sacar a la gente de la pobreza.
“La situación en general está caótica aquí en Puerto Rico”, manifestó.
Tres candidatos buscan sustituir a la alcaldesa de San Juan, Carmen Yulín Cruz, conocida por sus roces con el presidente Donald Trump después de que el huracán María azotó la isla en septiembre de 2017 y causó daños estimados en más de 100.000 millones de dólares, además de provocar unas 2.975 muertes.
Menos de dos años después de la tormenta, cientos de miles de puertorriqueños salieron a la calle para reclamar la renuncia de Rosselló, en un evento que se conoce como el Verano de 2019, un movimiento desencadenado por la filtración de un chat en el que el entonces gobernador y otros funcionarios se burlaron de las víctimas del huracán, entre otras cosas, e hicieron comentarios que llevaron a una investigación por posible corrupción.
Los nuevos candidatos prometieron combatir la corrupción y hacer cambios en la isla, que está sumida en una crisis económica y que trata de reestructurar parte de sus más de 70.000 millones de dólares de deuda pública, que las autoridades declararon como impagable en 2015.
El vencedor tendrá que trabajar con una junta de control federal que supervisa las finanzas de Puerto Rico y que en ocasiones anteriores ha chocado con autoridades locales por las medidas de austeridad, que incluían una propuesta para recortar las pensiones públicas.
Los candidatos también se enfrentan a una base de votantes mermada por la emigración derivada de las dificultades en la isla. En estas elecciones hay 2,36 millones de votantes empadronados, por debajo de los 2,87 millones de 2016 y los 2,4 millones de 2012.
Entre aquellos que votaron estaba la estrella de reguetón Bad Bunny, quien ha alentado a los jóvenes a participar y generó un ligero frenesí mientras esperaba a emitir su voto, tomándose varias fotografías con otros votantes.
Algunos puertorriqueños han celebrado la creciente diversidad de partidos y candidatos en los últimos años, que ha erosionado poco a poco el dominio ejercido durante décadas por los nuevos progresistas y los populares democráticos sobre la política de la isla.
“Estamos viendo unos años de transformación”, dijo Roberto Robles, de 21 años, quien votaba por primera vez.
El domingo estaba parado cerca de un semáforo en su localidad de Guayanilla, una población en la costa suroeste de la isla que fue de las más afectadas por una serie de sismos iniciada a finales del pasado diciembre. Estaba solo, portando un cartel que decía “¿Por qué escogerías lo mismo? Vote”, mientras los automovilistas que pasaban por ahí tocaban su bocina en señal de aprobación.
El analista político Mario Negrón dijo que no estaba sorprendido por las protestas ni por la demanda de nuevos rostros y partidos, dado que la infraestructura de la isla se deteriora, los gobiernos de los dos partidos tradicionales siguen perdiendo credibilidad y continúa el éxodo al territorio continental estadounidense.
“Era obvio que esto iba a ser el final”, señaló. “La administración pública de Puerto Rico hace muchos años colapsó”.
“La pregunta ahora es: ¿y ahora qué?”, añadió.