San Francisco sufre un éxodo ante la pandemia
SAN FRANCISCO (AP) — Antes de la pandemia, era común encontrarse con los “food trucks” Señor Sisig en el centro de San Francisco, sirviendo una fusión filipina de tacos y burritos a largas filas de trabajadores que salían en tropel de las torres de oficinas a la hora del almuerzo.
Los camiones de comida rápida han desaparecido, al ser obligados a dirigirse a los suburbios debido a que prácticamente no hay nadie a quien atender en el centro de la ciudad.
Al tiempo que la pandemia del coronavirus transforma los lugares de trabajo de San Francisco, legiones de trabajadores del sector tecnológico se han ido al tener la capacidad de trabajar a distancia. Familias se han mudado a viviendas espaciosas y con patio trasero en las afueras de la ciudad. El éxodo ha hundido el alquiler de esta ciudad extremadamente cara a su nivel más bajo en años. Los turistas son escasos, y los famosos tranvías funiculares han dejado de prestar servicio.
Los “food trucks”, al igual que cualquier otro negocio, se preguntan cuándo mejorará la situación.
“¿Se volverá algún día a la normalidad, llegará a ser tan ajetreado como era antes —y eso será el próximo año o en 10 años?”, preguntó Evan Kidera, director general de Señor Sisig.
El martes, más negocios de San Francisco reabrieron después que el alcalde London Breed declarara con orgullo la semana pasada que la baja cantidad de casos de coronavirus en la ciudad le permite implementar el nivel de reapertura más tolerante de California. Eso significa que una mayor cantidad de personas pueden volver a la oficina, comer en espacios interiores de restaurantes, visitar museos y próximamente disfrutar de una cerveza o un cóctel —en espacios abiertos— en un auténtico bar exclusivo de bebidas.
Se trata del único condado urbano del estado en llegar a ese nivel, sumándose a tan solo un puñado de zonas rurales dispersamente pobladas.
En marzo, los condados del Área de la Bahía ordenaron conjuntamente a sus habitantes que permanecieran en casa, convirtiéndose en la primera región del país en implementar un confinamiento. E incluso las autoridades del mismo San Francisco se tardaron más que sus vecinos en reabrir restaurantes, gimnasios y salones de belleza.
El resultado: San Francisco, que antes de la pandemia contaba con cerca de 900.000 habitantes, ha registrado apenas poco más de 12.200 casos de COVID-19 y 145 muertes, entre las tasas de mortandad más bajas del país. En contraste, la ciudad de Long Beach, del sur de California, es de aproximadamente la mitad de tamaño pero ha reportado casi 900 contagios y 100 muertes más.
Sin embargo, las restricciones también han jugado un papel en la inactividad de elementos cruciales de la vibrante economía de San Francisco —los sectores de turismo y tecnológico, así como los principales distritos financieros y de negocios, abarrotados de torres de condominios, oficinas y sedes de empresas como Twitter, Pinterest y Slack.
No existen cifras exactas sobre la cantidad de residentes que han partido, y está por verse si la reapertura limitada ayudará a repoblar la ciudad.
“San Francisco puede decir, ‘Hey, es genial reabrir.’ Pero, ¿qué ha cambiado?”, comentó Connor Fee, ejecutivo en tecnología. “El virus sigue aquí, y no existe una vacuna”.
La semana pasada, Fee, de 38 años, y su pareja se mudaron de su apartamento de una recámara de 4.000 dólares mensuales.
“Ambos somos extrovertidos, por lo que trabajar desde casa nos hacer sentir de manera miserable”, agregó.
Pensando que podrían hacer su trabajo a distancia prácticamente desde cualquier lugar, compraron un auto, lo cargaron con lo básico —monitores de 24 pulgadas, cuchillos de cocina, bicicletas y alguna ropa_, condujeron hacia el sur a un Airbnb en San Diego. El plan incluye una serie de viajes y estancias temporales por todo el país.
“Cuando nos fuimos, no dijimos adiós. No planeamos mudarnos para siempre”, sostuvo Fee. Sin embargo, su itinerario está reservado al menos por varios meses.
Otros se fueron de manera permanente a suburbios cercanos en busca de más espacio y por menos dinero.
“La chispa de vivir en la ciudad de cierta forma se ha apagado un poco con todo cerrado”, destacó Deme Peterson, de 30 años, que hace algunas semanas se mudó junto con su esposo a Walnut Creek, su lugar natal al otro extremo de la bahía. “Simplemente no vimos para cuándo esto podría volver a la normalidad”.
La industria restaurantera calcula que la mitad de los restaurantes en una ciudad consumida con una oferta innovadora no podrá sobrevivir a la pandemia. Algunos de antemano han cerrado. No habrá más huevos benedictinos, por ejemplo, servidos en el Restaurante Louis, que desde 1937 ofrecía una vista envidiable desde un acantilado que da al Océano Pacífico.
Compañías en la capital tecnológica del país, donde Google, Facebook y Salesforce, el empleador más grande de la ciudad, cuentan con amplios espacios de oficinas, fueron de las primeras en adoptar el trabajo a distancia y una vez que el confinamiento fue establecido, cerca de 137.500 trabajadores tecnológicos parecían haber desaparecido de la noche a la mañana.
Desde entonces, la tasa de oficinas vacantes en San Francisco casi se ha triplicado en comparación con diciembre a 14,1%, la cifra más alta desde 2011, afirmó Robert Sammons, un investigador senior del grupo de bienes raíces comerciales Cushman & Wakefield y quien está ansioso por volver su propia oficina en el centro de la ciudad.
Los anuncios de Venta y Renta de espacios empezaron a aparecer este verano cada vez con mayor frecuencia —y con precios marcadamente reducidos. Los alquileres residenciales, que eran de los más elevados del país, se han desplomado más de 20%, con un precio promedio actual para un apartamento de una recámara de 2.800 dólares. Los camiones de mudanza se ven con mayor regularidad los fines de semana.
Otro indicador que revela la ausencia de habitantes: Mientras que otras ciudades de California muestran grandes incrementos en la recaudación de impuestos por ventas en línea, ahora que más personas ordenan productos desde casa en medio de la pandemia, eso prácticamente no experimentó cambios en San Francisco, de acuerdo con un informe emitido por las autoridades de la ciudad este mes.
“No sé si se trata de un éxodo, pero mucha gente se está yendo”, dijo Gary Kamiya, autor e historiador de la ciudad, que agregó que la calles de su vecindario North Beach-Telegraph Hill están llenas de muebles para quien los quiera tomar de forma gratuita.
Algunos de los cambios han sido para bien. Muchos de los eclécticos vecindarios de San Francisco están recuperándose, animados por calles peatonales recientemente cerradas al tráfico vehicular y ahora llenas de restaurantes al aire libre y niños paseando en bicicleta.
Sin embargo, ha habido muchos aspectos negativos, incluyendo un incremento de robos a viviendas y otro tipo de delitos, una crisis más profunda de personas desamparadas viviendo en las calles y un alza en el consumo de drogas.
En el vecindario de Hayes Valley, en el centro de la ciudad, las calles se han vuelto tan sucias que Kim Alter ha decidido dejar de permitir que la gente se siente en el exterior de su restaurante, Nightbird.
“Me encantaría sentarme afuera, pero tendría que preocuparme sobre jeringas y heces”, dijo Alter, chef y propietaria del restaurante, y quien ahora lava con regularidad las aceras frente a su negocio para que desaparezca el hedor.
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La periodista de The Associated Press Juliet Williams contribuyó a este despacho.