Mujeres suburbanas, posible dolor de cabeza para Trump
TROY, Michigan, EE.UU. (AP) — La mayor parte de su vida, hasta el 2016, Lori Goldman no le prestó demasiada atención a la política. Ahora dice cada minuto en el que no trata de sacar a Donald Trump de la presidencia le parece tiempo perdido.
“No damos nada por sentado”, le dice a su compañera de militancia. “Dicen que Joe Biden está arriba. No. Nos manejamos como si Biden estuviese 20 puntos abajo en todos los estados”.
Goldman pasa sus días golpeando puertas para promover a los demócratas en el condado de Oakland, estado de Michigan, en un suburbio de Detroit de clase media-alta. Se siente responsable del futuro del país: En el 2016 Trump ganó en Michigan por 10.700 votos y eso lo ayudó a llegar a la Casa Blanca. Goldman cree que gente como ella —mujeres blancas de los suburbios— pueden evitar que el país viva otros cuatro años de caos.
Para muchas de estas mujeres los últimos cuatro años estuvieron llenos de frustraciones, enojo y activismo. Un despertar político que alimentó las manifestaciones feministas, el movimiento #MeToo y las victorias de una cantidad récord de candidatas mujeres en las elecciones de mitad de término del 2018.
Esa energía dio lugar a la brecha de género más grande de los últimos tiempos. Que ya empezó a manifestarse en las urnas, en vista de que las mujeres están votanto temprano en mayor porcentaje que los hombres. En Michigan, el 56% de las personas que ya votaron son mujeres y de ellas, el 68% fueron demócratas, según la firma L2, que recaba información sobre el voto.
Esto puede ser grave para Trump, no solo en el Oakland County sino en otras áreas suburbanas peleadas de las afueras de Milwaukee, Filadelfia y Phoenix.
Trump ha cortejado el voto de lo que llama “las esposas suburbanas de Estados Unidos”. Dice que los manifestantes del movimiento Black Lives Matter van a apelar a la violencia, que las viviendas para personas de bajos ingresos devaluarán sus propiedades, que será el fin de los suburbios. Haciendo campaña en Pensilvania la semana pasada, les imploró: “Mujeres suburbanas, digan que les gusto”.
Los ruegos no funcionan: Encuestas recientes dicen que Biden tiene el 60% del voto de las mujeres suburbanas, comparado con el 52% de Hillary Clinton en el 2016, según el Centro de Investigaciones Pew.
Goldman creó el grupo Fems for Dems a principios del 2016, enviándole correos electrónicos a unos pocos cientos de conocidas en el que les dijo que quería ayudar a que fuese elegida la primera mujer presidenta del país. Cuatro años después, tiene 9.000 miembros.
Goldman le reconoce a Trump que llegó a la presidencia a fuerza de pesonalidad y arrojo, sin admitir nunca que hizo algo mal ni ofrecer disculpas. Esas no son características que tradicionalmente rescatan las mujeres.
Pero dice que las mujeres están agotadas por cuatro años de crisis constantes y que eso puede hacer que se muevan hacia la izquierda. La nación soporta una pandemia y protestas, la muerte de una venerada jueza de la Corte Suprema, la hospitalización del presidente y un fallido complot para secuestrar a la gobernadora de Michigan.
“La casa se está incendiando”, dice Goldman.
Si bien ganó en el 2016, Clinton sacó menos votos que Barack Obama cuatro años antes en el Oakland County, y aumentaron mucho los votos por terceros candidatos.
Pero en el 2018 se produjo lo que los expertos describen como un importante giro, en el que las mujeres apostaron a los republicanos.
“Las mujeres son votantes pragmáticas”, dijo la gobernadora demócrata de Michigan Gretchen Whitmer. “Nos preocupan nuestros hijos. Nuestros padres. Nuestra seguridad económica. Nos gustan los candidatos que defienden esos vaores y que demuestran que pueden ser seres humanos buenos, decentes. Y con esta Casa Blanca, eso pesa más que nunca”.
Whitmer ganó por un margen que fue casi dos veces el de Clinton en el 2018. Ese mismo año, la demócrata Elissa Slotkin se quedó con una banca en la Cámara de Representantes que había estado en manos republicanas por casi 20 años.
Slotking tuvo un fuerte apoyo de mujeres republicanas.
Nancy Strole se describe como una “republicana de la vieja guardia” que no fue capaz de votar por Trump hace cuatro años. Eso no ha cambiado. Dice que el partido “fue secuestrado” por Trump.
“No es solo Trump”, afirmó. “Esto no sucedería si no hubiese otros que le hicieron el juego, ya sea callando, por falta de voluntad política o por falta de valor”.
Andrea Moore es de una familia demócrata. Pero votó por Trump porque estaba cansada de los políticos de carrera que parecían interesados solo en el dinero y el poder.
“No se sabía mucho de él. Pero ahora sí sabemos”, dijo Moore, de 45 años y quien vive en un suburbio del Wayne County.
No recuerda el momento preciso en el que se dio cuenta de que había cometiedo un error. Dice que era una relación tóxica. Le buscas explicaciones por un tiempo, pero llega un momento en el que ya no la soportas.
No entiende cómo alguien puede aprobar la respuesta de Trump a su propio contagio de COVID-19: Siguió sin usar barbijos, restando importancia al mal, sin admitir que tuvo acceso a tratamientos que otros no tienen. Todo esto después de más de 215.000 muertes.
A Moore, una ama de casa que le da clases a su hijo de nueve años, no le cae muy bien Biden. Pero dice que cualquiera es mejor que Trump.
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Los periodistas de la Associated Press David Eggert, Hannah Fingerhut, Emily Swanson y Angeliki Kastanis colaboraron en este despacho.