Las tensiones raciales en las "sundown towns" de EEUU
VIENNA, Illinois, EE.UU. (AP) — Pregúntele a cualquiera en esta ciudad del centro del país venida a menos, con sus locales vacíos, sus anticuarios viejos y negocios que se fueron a otros sitios, y casi todo el mundo le dirá que los blancos y los afroamericanos se llevan muy bien.
“La raza no es un problema grande aquí”, aseguró Bill Stevens, guardia de una prisión jubilado, con una sonrisa. “Nunca lo ha sido, realmente”.
A menos que usted sea uno de los pocos afroamericanos que viven aquí.
“Es bastante raro”, expresó Nicholas Lewis, quien cuida a su hijo mientras su esposa trabaja. “Cada vez que salgo a caminar, siento que todo el mundo me mira”.
Vienna es una de cientos, tal vez miles, de ciudades y pueblos mayormente blancos conocidos como “sundown towns”, o ciudades crepusculares, en las que se ve personas de raza negra de día pero al anochecer se van. Quien viole esa norma no escrita, puede ser detenido, golpeado o pasarla incluso peor.
Son comunidades en las que el racismo es un secreto a voces y sigue vigente de distintas formas, impulsado más por la tradición y el miedo que por leyes.
En todo el país algunas de estas ciudades confrontan esa historia, admiten su pasado racista e incluso hay manifestaciones a favor de la justicia racial. En muchas, no obstante, hay pequeñas comunidades de afroamericanos que viven junto a residentes blancos que no ocultan su malestar por tenerlos de vecinos.
Esta parte del sur de Illinois tiene al menos media docena de “sundown towns”. Tres periodistas de la Associated Press visitaron la región en el marco de un viaje para constatar el impacto que las protestas contra las injusticias raciales, la pandemia del coronavirus y la crisis económica pueden tener en las elecciones del 3 de noviembre.
Queríamos observar de cerca el racismo, tratar de comprender cómo algo que es tan palpable para unos pasa inadvertido para otros.
En comunidades que todavía son consideradas sundown towns, los afroamericanos siguen sus propias reglas: Para empezara, tratan de evitarlas y si deben cruzarlas, cierran con llave las puertas de sus autos. Si deben llenar el tanque, buscan gasolineras bien iluminadas, con cámaras de seguridad.
Así son las cosas en Vienna.
“Cada vez que vas a la ciudad, a una gasolinera o a un negocio, la gente te mira”, dijo Victoria Vaughn, una joven de 17 años, de raza mixta, que viene a Vienna desde hace años a visitar a sus abuelos, que son blancos.
“Sientes sus miradas”, agregó. “Nunca nadie me hizo un comentario racista en Vienna, pero me di cuenta de lo que sentían hacia mí”.
Vino a Vienna un sábado reciente para participar en un acto organizado luego de que estudiantes de la secundaria de Vienna creasen una cuenta en las redes sociales que incluía la frase “odio a los negros” en su título.
Vaughn y su abuela figuraron entre las aproximadamente 50 personas que participaron en el acto, a las que se sumaron unas 25 congregadas para oponerse a esa manifestación.
Al principio todo marchó bien y ambos bandos rezaron juntos y hablaron calmadamente sobre las diferencias raciales. Pero eso no duró mucho.
“¡Cuentos!”, le gritó un individuo blanco a Vaughn después de que ella dijo que los afroamericanos no son tratados igual que los demás. “¡Reciben lo mismo que los blancos!”, agregó.
Vaughn dijo que los residentes blancos de Vienna tal vez no notan el racismo imperante porque hoy es mucho más sutil que en el pasado.
“Si no vives en el cuerpo de una persona negra o morena, no lo vas a entender”, comentó.
Las tensiones raciales estallaron en 1954, tras el arresto de un afroamericano de 31 años, Thomas Lee Latham, acusado de golpear a mansalva a una anciana blanca con una botella de una gaseosa y de tratar de violar a su nieta. Pocas semanas después de ser detenido, Latham se fugó de la cárcel y decenas de individuos armados le prendieron fuego al barrio donde vivían los afroamericanos.
El censo de 1950 dijo que 54 personas de raza negra vivían en Vienna. En el del 2000 había solo una.
A un par de cuadras del sitio donde alguna vez vivieron los afroamericanos, por una angosta calle sin salida, una anciana con uñas rosadas y una sonrisa constante vive con su familia, que incluye cuatro nietos de raza mixta.
“Este es nuestro pequeño mundo”, dijo Maribeth Harris. “Todo lo escondieron debajo de la alfombra”.
Alguna vez un compañero de la escuela le dijo “tostada quemada” a uno de los nietos. En otra ocasión una anciana blanca pasó frente a una iglesia en la que estaban cenando y dijo en voz alta que los niños eran unos “malditos mestizos”.
Un día uno de sus nietos, de 10 años, le preguntó: “Abuela, ¿por qué tenemos que ser negros?”.
Uno de sus nietos se acerca a la adolescencia y ella siente que tienen que irse, antes de que el muchacho tenga confrontaciones con la policía.
“Queremos irnos”, dijo la mujer. “Hay que ir a un sitio donde estén bien. Y en Vienna no van a estar bien”.
Para Stevens, el guardia carcelario jubilado, se le da demasiada importancia a la raza y las manifestaciones contra las injusticias raciales no se justifican.
“Este es un buen país, tal vez haya algo de racismo. Pero yo trato de no ser racista”, manifestó. “Creo que exageran un poco”.
¿Cuántas ciudades crepusculares hay hoy? No está claro. Las leyes abiertamente racistas son hoy mayormente ilegales y pocas ciudades quieren hacerse fama de que no admiten afroamericanos. Los estudiosos analizan datos demográficos y prestan particular atención a las ciudades con pocos afroamericanos.
“No es por ley” que hay pocos afroamericanos en muchas comunidades, dijo Darrel Dexter, historiador y maestro de secundaria que estudió la violencia de 154. “Es por tradición”.
Pero incluso en Vienna las cosas están cambiando. Aunque muy lentamente.
El censo del 2010 indicó que 1.434 personas vivían en Vienna y que 16 de ellas eran afroamericanas.