Alberga en casa a cientos de animales durante huracán Delta
LEONA VICARIO, México (AP) — Cuando el huracán Delta se acercaba a la península del Yucatán, Ricardo Pimentel les abrió las puertas de su casa a... unos 300 perros.
También a decenas de gatos que ubicó en la habitación de su hijo. El cuarto de su hija fue reservado para gallinas, conejos y hasta un erizo. El patio cobijó a un rebaño de ovejas.
La casa olía terrible, admite. Pero el esfuerzo valió la pena: Todos los animales sobrevivieron.
“No importa si la casa está sucia, se limpia” expresó Pimentel. “Las cosas que llegaron a romper, se arreglan o se compran otra vez, pero lo bonito es verlos contentos, verlos felices, verlos sanos y salvos, sin heridas y además con la posibilidad de que puedan ser adoptados”.
Todo empezó el 6 de octubre, cuando publicó un post en las redes sociales. Pimentel les dijo a sus amigos que había cortado ramas y protegido las ventanas de Tierra de Animales, el santuario que fundó hace casi una década unos 30 kilómetros (20 millas) al sudoeste de Cancún, en el que vive con su familia.
Les advirtió sobre la fuerza devastadora del huracán. Temeroso de que los negocios estuviesen cerrados después del paso del huracán y hubiese escasez de alimentos, pidió colaboraciones.
“Si yo viviera solo o nada más con unos 10 o 20 perros, pues no me preocuparía mucho. Pero aquí son cientos de animales y no nos podemos dar el lujo de no tener suficientes alimentos guardados”, escribió.
Los animales ya vivían en el santuario, pero para protegerlos durante la tormenta, los puso adentro de su casa. Pimentel dice que le tomó horas entrar a cientos de perros, uno por uno, con correas.
Una publicación posterior incluyó fotos de lo que parecía una alfombra en un pasillo de su casa. Una mirada más detenida indicó que la alfombra estaba viva: Se trataba de una cantidad de perros amontonados. La publicación fue compartida ampliamente en las redes sociales y difundida en todo el mundo.
Pimentel estaba tan ocupado en medio de la tormenta —el huracán derribó árboles, cortó la luz e hizo evacuar a miles de personas en la península del Yucatán, llena de sitios turísticos— que ni se enteró de que su publicación se había hecho viral.
Le sorprendió la generosidad de la gente de todo el mundo, que donó miles de dólares para su causa. Fue seguramente "la recaudación de fondos más grande que se ha logrado en la historia de Tierra de Animales”, según dijo. Gente de la zona se ofreció para ayudar a limpiar y reparar el santuario.
Pimentel siempre ha preferido la compañía de los animales. Dejó los estudios universitarios y se pasó años arreglando motocicletas y adoptando perros callejeros antes de cumplir su sueño de siempre de abrir un santuario en el 2011. Hoy tiene unos 500 animales en cuatro hectáreas de tierra.
Hace poco, Clarita, una vaca a la que le encanta ser acariciada por los visitantes, se paseaba adentro de un corral con un cartel que decía: “Deje huellas de generosidad para que otros las sigan”. Trabajadores reparaban los daños causados por el huracán a un corral donde dos cabras, Pepito y Elvis, conviven con Morfeo, un toro al que rescataron de un matadero. “Se hicieron amigos”, cuenta Pimentel.
Algunos perros de Tierra de Animales fueron rescatados en sitios donde se hacen riñas de perros o casi no se podían mover después de ser muy maltratados. A lo largo de los años, muchos de sus animales fueron adoptados por familias de México, Canadá y Estados Unidos.
Pimentel recibe ayuda de voluntarios y familiares, incluida su hija Luna, de 20 años, que estudia veterinaria. Cuando se siente abrumado y necesita fuerzas para continuar su misión, mira las fotos de perros rescatados que encontraron nuevos hogares.
“Quisiéramos pensar que gracias a toda esta difusión, a alguien le gustaría ser parte de la noticia y decir: ‘yo adopté a un perrito salvado de esa noticia del huracán Delta’”.
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