México conmemora Día de la Raza sin la estatua de Colón
CIUDAD DE MÉXICO (AP) — Los mexicanos nunca le han tenido mucho afecto a Cristóbal Colón, y las autoridades han sido esquivas sobre los motivos por los que su estatua fue retirada durante el fin de semana de una de las principales avenidas de la capital mexicana poco antes de la conmemoración del Día de la Raza el lunes, cuando se efectuaron manifestaciones en varios países de América Latina.
A diferencia de otras ciudades en donde se han derribado monumentos en honor al explorador del siglo XV, en la Ciudad de México, la estatua de bronce que data del siglo XIX fue levantada de su pedestal por una grúa y retirada para su restauración. Pero las autoridades eludieron la pregunta sobre cuándo volvería el monumento a su lugar, o si es que lo hará.
El presidente Andrés Manuel López Obrador dijo que fue una simple coincidencia que fuera retirada justo antes del aniversario de la llegada de Colón al continente americano. En los últimos años, grupos indígenas y de izquierda han pintado grafitis en la estatua cada 12 de octubre, así como en otras manifestaciones, por lo que era probable que sucediera de nuevo este año.
“Pues yo tengo esa información, de que bajaron la estatua para restaurarla; y si coincidió con esta fecha, con el día de hoy, pues no debe prestarse a malos entendidos”, dijo el mandatario.
En el estado de Michoacán, en el occidente del país, una coalición de comunidades, en su mayoría purépechas, conmemoraron la fecha con bloqueos en caminos que van hacia sus territorios, y emitieron un comunicado en el que señalaron que “nosotros no fuimos descubiertos... nuestras tierras fueron invadidas y saqueadas, no descubiertas”.
En otros puntos de la región, una marcha no autorizada en respaldo al mayor grupo indígena de Chile, los mapuches, desencadenó enfrentamientos después de que la policía intentó dispersar la manifestación. Los mapuches se resistieron durante mucho tiempo a los conquistadores españoles, y posteriormente al gobierno chileno, y la protesta se realiza cada año para crear consciencia sobre su lucha y reiterar su reclamo por recuperar sus tierras ancestrales.
En Bolivia, manifestantes pintaron grafitis de color rojo sobre la estatua de Colón para simbolizar la sangre de los pueblos indígenas, y además vistieron una estatua de la reina Isabel I con atuendos típicos de la mujer chola durante las protestas sobre lo que se conoce en el país sudamericano como “El Día de la Descolonización”.
En México, López Obrador, quien critica la conquista y tiene — al mismo tiempo — un profundo aprecio por la historia, pidió a los mexicanos “no desquitarse con las estatuas, con las esculturas”. Durante el fin de semana exigió nuevamente que España y la Iglesia católica se disculparan por las atrocidades cometidas durante la conquista de México en el siglo XVI, a pesar de que España ya se negó a hacerlo en 2019.
El Instituto Nacional de Antropología e Historia, encargado del cuidado de este tipo de monumentos, se limitó a indicar que “la fecha para la restitución de las piezas escultóricas será definida por el gobierno de la Ciudad de México, una vez que el INAH realice los análisis y trabajos correspondientes para salvaguardar este patrimonio artístico, histórico y cultural”. Existe otro monumento en honor a Colón en la capital mexicana, pero se encuentra en un pedestal más pequeño en medio de una avenida y es menos conocido. A pesar de ello, un grupo de manifestantes se reunió el lunes e intentó llegar a esa estatua, pero la policía les impidió acercarse.
La jefa de gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum, se negó a dar detalles sobre el futuro de la estatua de mayor tamaño, ubicada en el Paseo de la Reforma.
“A lo mejor valdría, ahora que se está restaurando y todo, pues una reflexión colectiva de qué representa”, declaró.
Sobre si la estatua debe volver a su sitio original, Sheinbaum respondió: “No digo que sí o que no, no creo que siquiera la jefa de gobierno tiene que tomar esa decisión sola, sino que se abra una reflexión”.
También sacó a relucir el asunto sobre si algunas calles de la capital deberían seguir teniendo los nombres de algunos de los conquistadores españoles como Pedro de Alvarado, un oficial de Hernán Cortés a quien se le atribuye la masacre del pueblo de Tenochtitlan, la capital azteca que posteriormente se convirtió en la Ciudad de México. Un tramo de la avenida México-Tacuba, una de las calles más viejas del continente, lleva el nombre de Puente de Alvarado, en honor al conquistador.
“Vale la pena hacia el próximo año estas reflexiones, yo creo, de historiadores, de ciudadanía de todos, frente al próximo año”, dijo Sheinbaum. En 2021 se cumplen 700 años de la fundación de Tenochtitlan y 500 años de la derrota a manos de Cortés, y 200 años de la victoria de México en la lucha independentista de 1810 a 1821 en contra de España.
El lunes, apenas dos días después de que la estatua fue retirada de su pedestal, las barreras de metal que protegen la base de piedra ya tenían grafitis que rezaban: “Cristóbal Colón, asesino”, “Al fierro viejo” y “Ya lo derribamos”.
La mayoría de los mexicanos tienen ancestros indígenas y están conscientes de que, durante y después de la conquista, millones de indígenas murieron a causa de violencia y enfermedad.
“No estoy de acuerdo con tener este tipo de monumentos en la calle porque pienso que representa la represión”, dijo el sábado Viridiana Chacón, especialista en publicidad, mientras caminaba frente al pedestal vacío de la estatua de Colón.
Pero algunos mexicanos temen que el gobierno esté cayendo en la misma vieja trampa de derribar monumentos históricos, como el gobierno reformista de la década de 1860 que combatió el enorme poder de la Iglesia y demolió edificios religiosos coloniales en la Ciudad de México.
“Todo apunta a que se quiere conmemorar los 500 años echando mano del viejo método", escribió el columnista Héctor De Mauleón en el periódico El Universal. "El problema es que la historia no se sepulta, lo que sí se borra es la memoria, que el Estado esta obligado a preservar, y de cuya pérdida tendrá que hacerse responsable".
El sábado, López Obrador publicó una carta abierta al papa Francisco, en la que señaló que "tanto la Iglesia católica, la Monarquía española y el Estado mexicano debemos ofrecer una disculpa pública a los pueblos originarios que padecieron de las más oprobiosas atrocidades para saquear sus bienes y tierras y someterlos, desde la Conquista de 1521 hasta el pasado reciente”.