La NFC: El lugar en el que todo puede pasar
El 2020 se ha convertido en sinónimo de incertidumbre. En la Conferencia Nacional, ya están acostumbrados a esa sensación. Y eso no significa sino malas noticias para los 49ers.
San Francisco, que la campaña pasada llegó al Super Bowl de la mano de una feroz defensiva, no sólo se enfrenta a una amplia baraja de equipos con las piezas necesarias para arrebatarle su boleto de regreso al partido por el campeonato, sino también a una historia que ha resultado implacable dentro de la NFC.
En las últimas 25 temporadas, únicamente dos equipos de la Conferencia Nacional — Green Bay en 1996 y 1997 y Seattle en 2013 y 2014 — han alcanzado el Super Bowl en años consecutivos, y ambos lo hicieron después de ganar el título en la primera de sus dos apariciones. No es coincidencia que la NFC haya tenido 11 representantes distintos dentro del partido grande en las últimas 15 campañas.
Eso no significa, obviamente, que San Francisco no tenga oportunidad. Después de todo, el equipo del coach Kyle Shanahan regresa con una defensiva prácticamente intacta, una ofensiva reforzada con la llegada del veterano tackle Trent Williams y dos selecciones de primera ronda de draft en el cuadro titular, el wide receiver Brandon Aiyuk y el defensive tackle Javon Kinlaw, quien toma el lugar del estelar DeForest Buckner, cedido en canje a los Colts.
Pero las amenazas al reinado de los 49ers son muchas y están por todos lados.
Dentro de la misma División Oeste, los Seahawks, que finalizaron la temporada anterior con registro de 11-5, sumaron al veterano tight end Greg Olsen como un fiable blanco en la ofensiva de Russell Wilson.
En cuanto a la defensiva, Seattle permitió al menos 24 puntos en 12 partidos de campaña regular, incluyendo los últimos cinco. Sumó a sus filas al safety All-Pro Jamal Adams, quien llegó procedente de los Jets en un canje por dos selecciones colegiales de primera ronda.
El coach Pete Carroll espera que las adiciones sean suficientes para quitarse de la boca el amargo sabor de la derrota en la ronda de comodines ante los Packers de Green Bay en enero.
Pero si se habla de grandes refuerzos y aspiraciones aún mayores, la lista obligatoriamente debe iniciar con los Buccaneers de Tampa Bay. A fin de cuentas, no todos los días un equipo incorpora a un quarterback seis veces campeón del Super Bowl, así tenga 43 años, para comandar un arsenal envidiable.
Tom Brady llegó a Tampa Bay y ha puesto a soñar a un equipo que no visita los playoffs desde 2007 y no gana un partido de postemporada desde el tercer año en la liga de su nuevo quarterback. Son muchos años.
Ahora, Brady tomará las riendas de una talentosísima ofensiva que en 2019 brilló a pesar de Jameis Winston y sus 32 intercepciones y gracias a la presencia de dos receptores que fueron invitados al Pro Bowl: Mike Evans (67 recepciones, 1.157 yardas y 8 touchdowns) y Chris Godwin (86 recepciones, 1.333 yardas. y 9 anotaciones).
Por si fuera poco, a ellos se les suma el veterano tight end Rob Gronkowski, quien salió de un año de retiro para unirse al ataque de su excompañero de los Patriots. Apenas el miércoles, los Bucs pactaron con el running back Leonard Fournette.
Con ese ataque, ¿quién piensa en defensiva? Pero, por cierto, Tampa Bay tuvo la mejor contra la carrera en toda la NFL y contó con el líder de capturas de quarterback, Shaquil Barrett (19,5). Nada mal.
Sin embargo, Brady no es el único “cuarentón” al frente de un ataque temible dentro de la División Sur.
Drew Brees y los Saints ostentan una ofensiva envidiable, con el corredor Alvin Kamara y los receptores Michael Thomas y Emmanuel Sanders, pero también cargan a cuestas tres dolorosísimos fracasos en postemporada.
Con 41 años a sus espaldas, el tiempo se le agota a Brees para llevar un segundo Lombardi a “Big Easy”. Tal vez esta sea su última oportunidad, pero es bastante buena.
La tercera mejor ofensiva de 2019 vuelve prácticamente intacta y con la adición de Sanders; la defensiva se reforzó con el safety Malcolm Jenkins, y el coach Sean Payton tiene ya experiencia de campeonato, pero también de desconsoladoras derrotas en la postemporada, donde algo invariablemente siempre parece ir en contra de Nueva Orleans.
Minnesota, el verdugo de los Saints en dos de los últimos tres años, figura también en la conversación de postemporada, aunque el quarterback Kirk Cousins continúa sin convencer y el equipo perdió piezas clave, como el wide receiver Stefon Diggs, el defensive tackle Linval Joseph y el estelar defensive end Everson Griffen.
A pesar de todo, tienen talento suficiente para mantener un papel protagónico en la División Norte, a menos que los Packers de Green Bay y los Bears de Chicago digan lo contrario.
Por un lado, Green Bay no entregó ayuda adicional al quarterback Aaron Rodgers, quien llevó al equipo de manera intempestiva hasta la Final de Conferencia el año pasado. Por el otro, Chicago mantuvo su dominio defensivo pero persisten las dudas en un ataque endeble e inconsistente, tal como el juego del pasador Mitch Trubisky.
En el Este no existen esos problemas.
Los Cowboys tienen al quarterback en Dak Prescott y a un reparto estelar con el running back Ezekiel Elliott y los receptores Amari Cooper y el novato de Oklahoma CeeDee Lamb. Más importante aún: tienen un nuevo entrenador en Mike McCarthy, quien llega en reemplazo de Jason Garrett, un head coach que fue incapaz de desempolvar las vitrinas de Dallas a pesar de estar al frente de equipos plagados de talento.
McCarthy no tiene pretextos en cuestión de personal. La ofensiva de Dallas, fue la mejor en yardas de la NFL en 2019 y eso fue antes de la llegada de Lamb, el explosivo receptor que cayó en manos de los Cowboys con la 17ma selección global. La defensiva con Demarcus Lawrence, Griffen y los linebackers Jaylon Smith y Leithton Vander Esch tampoco debe pasarse por alto.
En el papel, cualquiera de estos equipos podría enfilarse a Tampa Bay como protagonista del Super Bowl LV, pero tratándose de la NFC no se puede descartar una sorpresa.