Incertidumbre en un Tour que corre contra el COVID
PARÍS (AP) — Demorado un par de meses, el Tour de Francia finalmente largará el sábado en medio de la incertidumbre, pedaleando contra una pandemia de coronavirus y la inconmensurable interrogante de cuántos de los 176 ciclistas evitarán contagiarse durante tres extenuantes semanas de competencia hasta llegar la meta en París.
Eso si es que la prueba cumbre del ciclismo pueda llegar tan lejos.
Montar la ronda gala cuando los contagios de COVID-19 han repuntado nuevamente en Francia representa un riesgo sanitario. También refleja la insistencia del presidente francés Emmanuel Macron de que el país debe funcionar de la manera más normal posible frente al virus.
Que el Tour no consiga llegar a salvo al adoquinado bulevar de los Campos Elíseos atizará la duda sobre si es posible escenificar otras competiciones deportivas de magnitud, como los Juegos Olímpicos de Tokio que fueron aplazados a 2021, mientras el coronavirus sigue sin ser controlado
Otra interrogante de peso apunta al por qué insistir con la realización de la carrera cuando hubiera sido más prudente y seguro con cancelarla del todo.
“¿Acaso el Tour añade algo al día a día del ser humano este año? ¿O le hará daño? Eso es lo que necesita una respuesta”, dijo Jonathan Vaughters, el jefe del equipo EF Education First, en una entrevista con la Associated Press. “Si decidimos aceptar el riesgo de vivir, entonces supongo que debemos aceptar el riesgo de poder realizar los eventos que hacen que valga la pena vivir, como el Tour. ¿Eso es responsable hacia toda la comunidad? Creo que hay un cúmulo de opiniones. Muchas”.
En medio de la pandemia, el ciclismo echará de menos todo el jolgorio que durante décadas ha caracterizado a las masas que se agolpan los costados de las rutas. Será un Tour extraño y más calmado, disputándose por primera vez en sus 117 años de historia en una fecha ajena a sus tradicionales semanas de julio. Le ha tocado septiembre, el mes en que muchos aficionados vuelven a la escuela o a sus trabajos tras las vacaciones de verano.
En tiempos sin restricciones, los corredores eran asediados por admiradores que se congregaban afuera de las casas rodantes de los equipos y en hoteles. Ahora, estarán apartados del resto del mundo, salvo al salir a la ruta. Los organizadores le ruegan a los espectadores que se cubran el rostro con mascarillas, pero no podrán impedirles que salgan a mirar cuando el pelotón recorra ciudades y pueblos, a partir del sábado en la ciudad mediterránea de Niza el sábado. Las mascarillas serán de uso obligatorio en las largadas de etapa y en las metas. Su uso se ha expandido al aire libre ante el repunte de las tasas de infecciones en Francia.
“Si amas el Tour, si amas a los campeones, si amas a los campeones, ponte una mascarilla”, dijo el director de la carrera Christian Prudhomme. “No sólo este no será el año para pedir autógrafos, pero no podrás pedir autógrafos o selfies. Los corredores dirán ‘hola’ desde lejos. No significa que sean descorteses. Será como en Wimbledon: no se consigue el autógrafo de (Roger) Federer por la mañana”.
Para tratar de evitar los contagios en el pelotón, al recorrer 3.484 kilómetros (2.165 millas), los organizadores han levantado una “burbuja ciclística”, en la que sólo pueden entrar corredores y empleados que han resultado negativo en la antesala de la carrera, incluyendo esta semana, en un laboratorio móvil en Niza.
El protocolo sanitario del Tour, un documento de 17 páginas que fue distribuido a los equipos y obtenido por AP, menciona que un equipo sería expulsado si dos de sus corredores o empleados da positivo por el virus o muestra síntomas evidentes de contagio. Los organizadores dicen que se trata de una situación que sólo se dará si se detectan dos o más casos durante un lapso de siete días. La amenaza de expulsión asusta a los corredores y directores de equipos, ansiosos por un contagio y la fiabilidad de las pruebas.
El equipo alemán Bora-Hansgrohe se encuentra entre los alarmados, luego que uno de sus corredores dio positivo inicialmente y luego resultó negativo el martes, lo que provocó que todo el equipo se retirara de la Bretagne, clásica de un día. El director del equipo Ralph Denk apeló a cambios inmediatos en las pruebas para evitar los falsos positivos.
“Son deportistas que se han preparados por semanas y meses, y luego quedan marginados de competir por un resultado falso", dijo.
Al congregarse en Niza, varios equipos quedaron estupefactos al encontrarse que comparten hotel con huéspedes corrientes, lo que puso en duda sobre cuán hermética será la burbuja.
Aparte de todos los temores por el COVID-19, los corredores deberán lidiar con una de las rutas más exigentes en tiempos recientes, incluyendo la friolera de 29 ascensos. Escalarán todos los cinco picos montañosos de Francia: los Alpes, el Macizo Central, los Pirineos, el macizo del Jura y los Vosgos. Empezarán a subir a las alturas desde la segunda etapa el domingo, algo inédito para la carrera, con dos ascensos que excederán los 1.500 metros (4.920 pies).
Una cronometrada en ascenso en la penúltima etapa, previo a la llegada a París, deberá decidir el campeón entre los candidatos al podio y el premio de 500.000 euros (590.000 dólares) para el ganador.
El colombiano Egan Bernal defiende el título y es el único campeón previo en un lote que perdió al cuatro veces campeón Chris Froome y el victorioso de 2018 Geraint Thomas. Ambos fueron descartados por Ines, el equipo de Bernal.
Los principales rivales del colombiano serían Primoz Roglic, un esloveno que quedó cuarto en 2018, y Tom Dumoulin, el holandés que figuró segundo el año pasado y ahora es el compañero de Roglic en Jumbo-Visma.
Pero con una pandemia que obligó a los ciclistas a entrenarse en sus casas con bicicletas fijas y pocas competencias en este año, el nivel de los mejores corredores marca otra nota impredecible en un Tour muy distinto.