Edimburgo, una capital artística víctima del coronavirus
EDIMBURGO, Escocia (AP) — Francesca Moody está hacienda lo que siempre hace en agosto: Viendo algunas de las obras de teatro y comedias más interesantes del mundo en oscuras salas de Edimburgo.
Lo único que faltan son los cientos de miles de personas que normalmente hacen lo mismo en la capital escocesa.
“Es extraño estar en una ciudad (vacía) habitualmente saturada de cultura, arte y gente”, expresó Moody, una productora teatral, entre bastidores en el teatro Traverse, que está cerrado.
Normalmente el teatro es uno de los ejes del Fringe, un festival alternativo de artes escénicas que transforma a la ciudad en un centro creativo todos los veranos, atrayendo multitudes que llenan hoteles, cafeterías, pubs y negocios.
Eso sucede todos los veranos menos este. El Fringe, el prestigioso Festival Internacional, la Feria Internacional del Libro, un Festival Artístico y otros eventos son víctimas de los confinamientos dispuestos por el coronavirus. Su cancelación fue un duro golpe para el pujante sector turístico de Edimburgo.
Artistas y organizadores, no obstante, confían en poder montar algo alternativo, en una escala más pequeña y con un formato digital.
Moody sabe del poder que tiene el Fringe. En el 2013 produjo “Fleabag”, un espectáculo unipersonal de Phoebe Waller-Bridge que dio paso a una serie televisiva que ganó un Emmy. Ahora trata de mantener vivo el espíritu del festival con el Fringe de Shedinburgo, una serie de obras teatrales y comedias presentadas en tinglados levantados en escenarios de Edimburgo y Londres y transmitidas a todo el mundo por la internet. Pare verlas hay que pagar una “entrada”.
Moody, quien ve los espectáculos en vivo, en teatros vacíos, le busca el lado positivo a esta aventura digital.
“Antes de esto, la comunidad artística hablaba mucho acerca de cómo llevar nuestro trabajo al campo digital”, comentó. “Esto aceleró esta exploración. Al final de cuentas, va a ser algo positivo. Porque lo bueno del formato digital es que democratiza el trabajo. Lo hace más accesible”.
Shedinburgo dura hasta el 5 de septiembre y el dinero que recaude ayudará a los artistas que se presentarán en el Fringe del 2021, si es que hay festival.
Los espectáculos digitales como los de Shedinburgo ofrecen cierto auxilio a los artistas y las audiencias, pero son escaso consuelo para los negocios que dependen del turismo.
Donald Emslie, presidente del Edinburgh Tourism Action Group, dijo que los ingresos anuales de la ciudad por el turismo se duplicaron del 2010 al 2020. De hecho, las autoridades temían que no hubiese suficiente capacidad hotelera. La pandemia, no obstante, frenó todo. La cuarentena le habría costado a Edimburgo 1.000 millones de libras (1.300 millones de dólares) desde marzo y dejó en el aire 20.000 empleos. La cantidad de visitantes que recibió Edimburgo en mayo y junio fue un 90% menor que la de los mismos meses en el 2019.
Los negocios, restaurante, pubs y museos están empezando a recibir gente de nuevo al aliviarse las restricciones. Pero todavía se puede caminar plácidamente, sin chocar con nadie, por la Royal Mile (la Milla Real), la calle de adoquines que va desde el Castillo de Edimburgo hasta el Palacio Holyrood, donde reside la reina Isabel II cuando visita Edimburgo. En épocas normales la ciudad está llena de turistas en agosto, así como de músicos callejeros y artistas que reparten folletos de sus espectáculos.
“Es terrible. No hay nadie”, dijo Luca Vettori, dueño de una empresa que organiza caminatas, Little Fish. “En esta época el año pasado teníamos unas 150 personas diarias”, muchas de ellas provenientes de cruceros que anclaban en la ciudad.
Edimburgo es sinónimo de festivales artísticos desde 1947, en que se inauguró el Festival Internacional para tratar de revivir una ciudad que venía de una guerra. El Fringe surgió como una alternativa democrática al festival principal, que admite solo a invitados, y pronto pasó a ser algo mucho más grande. El año pasado se vendieron más de 3,1 millones de entradas a casi 4.000 espectáculos presentados en las tres semanas que dura el festival.
Cualquiera puede presentar un espectáculo si paga una inscripción y encuentra un lugar. A lo largo de las décadas el festival ayudó a lanzar las carreras de gente como Monty Python, Stephen Fry, Hugh Laurie y Emma Thompson, y sirvió de trampolín a espectáculos como “Black Watch” y “Jerry Springer: La Ópera”.
La directora ejecutiva del Fringe Shona McCarthy dijo que la decisión de cancelar el festival por primera vez en 73 años fue “muy triste, porque sabías del impacto que iba a tener en mucha gente”.
“No solo los artistas, los técnicos y lo que sucede en los escenarios”, expresó. “También en las pequeñas empresas de diseños gráficos, en las firmas de pósters, en los cafés y restaurantes. El impacto es enorme”.
Artistas y productores se las ingenian para buscar alternativas. Algunos ofrecen sus espectáculos online y el festival ha organizado encuentros en Zoom para tratar de mantenerse en el candelero. El Festival Internacional también transmite algunas producciones por la internet y el festival de libros ofrece charlas de autores de todo el mundo que transmite en vivo.
McCarthy dice que esas propuestas digitales serán importantes en el futuro, pero que “nada, nada reemplazará la experiencia en vivo de Edimburgo en agosto”.
“No es lo mismo cuando lo ves sentado en tu casa en una laptop”, afirmó.