Tras choque con periodista, Bolsonaro dice que es perseguido
RIO DE JANEIRO (AP) — Sin atisbos de moderación, Jair Bolsonaro dijo el lunes ser blanco de una persecución para dañarlo a medida que crecía una ola de repudio tras una diferencia que el presidente brasileño tuvo con un periodista en Brasilia.
Bolsonaro dijo el domingo a un reportero del diario brasileño O Globo que tenía ganas de “llenarle la boca de puñetazos”, luego de que el periodista le preguntara por un presunto caso de corrupción que podría involucrar a la primera dama, Michelle Bolsonaro.
Semanas atrás, la revista brasileña Crusoé dio a conocer que Fabrício Queiroz, un exasesor del senador e hijo del presidente, Flavio Bolsonaro, depositó cerca de 16 mil dólares en cheques en una cuenta de la primera dama entre 2011 y 2016. La información fue retomada posteriormente por los principales diarios locales. Ese lapso coincide con el de una investigación en la que las autoridades sospechan que Queiroz habría sido parte de un esquema de desvío de dinero público en el gabinete del hijo del presidente, cuando Flavio se desempeñaba como diputado estadual en Rio de Janeiro.
“Hace al menos 10 años que el sistema Globo me persigue y no consiguieron probar nada contra mí”, dijo el presidente brasileño en Twitter, quien además contraatacó acusando al medio de presunta corrupción.
Cientos de miles de internautas, políticos y figuras de la cultura se solidarizaron con el periodista atacado por el presidente el domingo y replicaron la pregunta que el domingo sacó de quisio a Bolsonaro: “Presidente Jair Bolsonaro, por qué su esposa Michelle recibió 89 mil reales (unos 16 mil dólares) de Fabrício Queiroz?”.
En poco más de un año y medio de mandato, el líder derechista ha mantenido una conflictiva relación con el periodismo y con los principales medios de comunicación, a quienes ha acusado de actuar como “un partido político de oposición” y de publicar fake news contra él. Los cruces han excedido cuestiones de contenido periodístico. Bolsonaro ha coleccionado decenas de ofensas personales a reporteros, a quienes en ocasiones mandó a cerrar la boca o incluso llegó a referirse a la sexualidad de un periodista al ser cuestionado por un asunto incómodo.
David Magalhães, profesor de Relaciones Internacional de la Pontificia Universidad Católica de Sao Paulo y coordinador del Observatorio de la Extrema Derecha, dijo a The Associated Press que los constantes ataques a la prensa no son apenas arrebatos sino que se encuadran con una estrategia típica de un líder populista de derecha que intentar desacreditar a los medios, establecer una comunicación directa con su base y mantenerla movilizada.
“Al atacar al periodismo, Bolsonaro reivindica el contacto directo con su electorado y le dice que los medios son un grupo elitizado y progresista que deforma la realidad”, explicó el coordinador del Observatorio de la Extrema Derecha, quien emparentó la conducta con la de su par de Estados Unidos, Donald Trump.
Reporteros en Brasilia han sido hostigados varias ocasiones por seguidores del derechista en la puerta de la residencia de la Alvorada. La Federación Nacional de Periodistas de Brasil contabilizó 121 ataques del presidente a medios de comunicación y periodistas en un relatorio anual de 2019. La entidad dijo en ese documento que el presidente “institucionaliza la violencia contra el periodismo y sus profesionales como práctica de gobierno”.
“Darle un golpe en la cara a un periodista es simbólicamente atacar a una supuesta élite progresista, que desde un punto de vista conspiracionista, deforma la realidad por intereses de izquierda”, agregó Magalhães. “Las posiciones radicales ayudan a Bolsonaro a mantener movilizada a su base, que recibe con agrado cualquier manifestación, incluso violenta, contra lo que consideran del sistema, como el periodismo”.
El presidente de la cámara de Diputados brasileña, Rodrigo Maia, y el ministro de la Corte Gilmar Mendes, entre otras autoridades, condenaron públicamente el ataque de Bolsonaro. “La libertad de prensa es una de las bases de la democracia. Es inadmisible censurar periodistas por el mero descontento con el contenido publicado”, dijo Mendes.
Las principales entidades periodísticas y ONGs de derechos humanos condenaron la reacción de Bolsonaro, interpretado como un intento de cercenar la libertad de expresión.
“Tal comportamiento muestra no sólo una inaceptable falta de educación. Es, también, un intento de intimidación al periodismo, buscando impedir cuestionamientos incómodos”, dijo la Asociación Brasileña de Periodismo en una nota.