La magia de las artes antiguas: el saber oculto detrás de la cosmética natural
Todos hemos tenido o conocido alguna abuela con una receta especial para tal o cual cosa, quizás un té de manzanilla para el rostro inflamado, agua de Romero para incentivar el crecimiento del cabello o la reina de todas: la Sábila o también conocida como Aloe Vera, la suculenta multipropósito que promete un sin fin de beneficios para todo tu ser.
Y aquí no vamos a cuestionar si todo lo que dicen de ellas es así, al contrario, queremos saber de dónde proviene este saber intrínseco que últimamente parece inundar las redes con publicidades de aceites esenciales, shampoos y acondicionadores sólidos de extractos naturales, bruma de agua de rosas y hasta pasta dental artesanal.
Si usted se encuentra a bordo de este tren, imagino que no se habrá librado de escuchar la famosa frase que reza: eso es cuento de abuelas, esas son cosas de antes. Y sí, el que se lo dijo tiene razón -aunque el tono probablemente haya sido de desdén-, esa persona no hizo más que desvelar al origen del uso de las plantas como antídoto de los males que los aquejaban en aquel entonces.
No es novedad que a lo largo de la historia las primeras civilizaciones tenían por costumbre valerse de las bondades de la naturaleza, tanto para subsistir como para ensayar lo que ellos consideraban como sus primeras medicinas. Aún hoy existen comunidades originarias que siguen manteniendo dicha costumbre, la cual, generalmente está asociada a la figura de la mujer anciana -en otros, al varón como chamán- pero en particular se creía que la mujer tenía una conexión especial con la Pachamama y que era (o es) capaz de establecer un vínculo más trascendental que el resto.
Estoy segura que ya sabrá a qué me estoy refiriendo, sí, exacto, a las brujas. Mujeres de zonas rurales que por lo general poseían un basto conocimiento del medio que las rodeaba y sabían hacer uso de los frutos, hierbas y plantas circundantes, pero no se engañe, el conocimiento que poseían no era más que el resultado de prueba y error transmitido a lo largo de generaciones, de allí la cualidad de sabias y la asociación de la bruja con mujeres de edad avanzada.
Quienes adhieren a la cosmética natural aseguran que es una forma de cuidado para el medio ambiente, dado que las consecuencias del cambio climático son cada vez más visibles, esta modificación de hábito se presenta como una alternativa más sustentable y eco friendly, declarando que todos sus procesos -incluído su distribución- son respetuosos con el ecosistema y garantizan estar libres de químicos industriales.
Siempre hubo "una primera vez..." para todo, ¿se imagina cómo habrá sido descubrir que la Belladona es mortífera o que la Sábila acelera el proceso de cicatrización de las heridas? Ya lo decían los romanos: Nihil novum sub sole, no hay nada nuevo bajo el sol.
Este estallido natural que está en pleno auge nos conduce a una forma de reconectar con ese pasado inherente y de volvernos más conscientes de los productos que aplicamos a nuestro cuerpo, hace de la naturaleza una farmacia contemporánea y nos recuerda por un instante a las antiguas tradiciones y el oficiar de mujeres como curanderas, allí donde la medicina no llegaba.
Quizás retornar a esas costumbres primigenias sea una manera de recuperar esos saberes ancestrales que pervivieron en el imaginario colectivo bajo el título de sentido común y que hoy vuelven a tomar protagonismo bajo una apariencia innovadora con menos probabilidad de terminar en una hoguera por practicarlas.
Lo que sí sabemos es que, seamos o no adherentes a este remake natural, al parecer es un hecho que llegó para quedarse por un buen tiempo.