Libaneses exhiben espíritu solidario tras explosión

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Libaneses exhiben espíritu solidario tras explosión
Libaneses se disponen a ayudar a reparar a casas dañadas por la explosión en Beirut, el 11 de agosto del 2020.. (AP Photo/Hussein Malla)

BEIRUT (AP) — En un poblado del sur de Líbano, una pareja de recién casados se está quedando en el apartamento de alguien a quien no conocían antes: Safy Faqeeh. El apartamento de la pareja quedó destrozado en la explosión ocurrida la semana pasada en Beirut y Faqeeh simplemente les ofreció su morada.

Faqeeh es uno de cientos de libaneses que han abierto sus domicilios a la gente que quedó desamparada por el estallido ocurrido el 4 de agosto.

La explosión estuvo centrada en el puerto de la capital libanesa, pero dejó a un cuarto de millón de personas en los alrededores sin viviendas que puedan habitarse. Sin embargo, no se han visto obligadas a apiñarse en albergues colectivos ni a dormir en parques públicos.

Eso es porque, a falta de ayuda del gobierno, los libaneses han exhibido un espíritu solidario para ayudarse entre sí.

Algunas han abierto sus casas a familiares, vecinos o amigos. Otros, como Faqeeh, han ido más allá, publicitando en las redes sociales que tienen espacio para alojar a personas, sin cobro alguno.

La pareja vio el aviso de Faqeeh en Facebook para alojarse en un apartamento en Haris, a unos 80 kilómetros (50 millas) al sur de Beirut. Se pueden quedar todo el tiempo que quieran, dice Faqeeh, de 29 años y quien tiene otro apartamento disponible. “No se trata de ayuda, para mí es un deber”, afirmó.

Cuando Faqeeh era adolescente, en 2006, la casa de su familia quedó dañada en la guerra entre Israel y Hezbollah y tuvieron que quedarse en una casa en Trípoli, en el otro extremo del país. Él siente que ahora le toca devolver el favor. “Hemos pasado por varias guerras y otra gente nos ha alojado a nosotros”, comentó Faqeeh.

Más allá de ofrecer alojamiento, muchos libaneses están ayudando de otras maneras, colocándose cascos y esgrimiendo escobas para ir a las casas dañadas por la explosión para repararlas y limpiarlas, a veces a tal punto que los habitantes pueden regresar y vivir allí.

La explosión pulverizó varias cuadras a la redonda, cubriéndolas de vidrios rotos, metales retorcidos y trozos de ladrillos, pero a los pocos días, algunas de esas calles estaban relativamente limpias y con los escombros apilados según su tipo. Ello, gracias a los voluntarios que usaron las redes sociales para organizarse.

En algunos lugares se ve a los voluntarios barriendo y sacando escombros, bajo la mirada atenta de policías o soldados.

Tal realidad ha intensificado la opinión generalizada de que el gobierno es incapaz de proveer servicios básicos y mucho menos de responder a semejante desastre. De hecho, muchos libaneses culpan a la incompetencia, la mala administración y la corrupción de la élite gobernante por el estallido, atribuido a 2.750 toneladas de nitrato de amonio que las autoridades permitieron almacenar en el puerto durante años pese a advertencias del peligro.

La explosión dejó más de 170 muertos, cientos de heridos y provocó el caos en toda la ciudad.

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