Médicos y autoridades a la caza de COVID-19 en Ecuador
QUITO (AP) — Mientras la capital ecuatoriana atraviesa el peor momento de la pandemia de coronavirus, autoridades, médicos, dirigentes barriales y la comunidad han organizado una cacería de casos de contagiados yendo a cada barrio para aislar y medicar a los enfermos y sus familias a fin de evitar mayor propagación.
Uno de los líderes de esta iniciativa, el médico Alberto Narváez, dijo a The Associated Press que se trata de “linvolucrar a los comités barriales en la búsqueda activa de casos en las familias... se toma una prueba a la familia, tras lo cual se recomienda aislamiento de dos semanas para los asintomáticos y tres semanas los sintomáticos”.
Narváez, quien coordina el Proyecto de Control Intensivo Comunitario del COVID-19, dijo que estas acciones son parte del trabajo conjunto entre la Universidad Central —de la cual es profesor—, el municipio de Quito y el ministerio de Salud. Precisó que se ejecutan "en unos 50 barrios donde hay mayor cantidad de casos, un 60% del total de contagiados”.
Según el experto, los primeros resultados de este fin de semana son reveladores: en el barrio Santa Clara de San Millán, al occidente de la capital, se hicieron 43 pruebas iniciales de los cuales 35 personas salieron positivas para COVID-19.
En esta capital hay 9.893 casos de coronavirus que han saturado el sistema hospitalario y de las funerarias. El país registra 69.570 casos y 5.130 fallecidos, pero hay también 3.326 casos probables.
El ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos, dijo en rueda de prensa que hace poco Quito registraba 90 pacientes en espera de una cama, pero ahora hay 39, lo que “indica que la demanda ha ido bajando”. Explicó que "hay brotes paulatinos, pero controlables. Estamos atendiendo a todos los pacientes, tenemos ocho veces menos la mortalidad que tuvimos en Guayaquil, hay diferencias notables .. estamos manteniendo toda la situación bajo control”.
A mediados de marzo y abril, Guayaquil registró escenas apocalípticas con cadáveres abandonados por días en calles y en las residencias donde morían, debido a la enorme cantidad de fallecidos en corto tiempo que superaron la capacidad de respuesta de las autoridades y de los servicios funerarios.
