2020, un año para el olvido; que venga rápido el 2021
NUEVA YORK (AP) — Se suponía que este año Boysie Dikobe, un bailarín sudafricano que se sometió a una segunda operación de reemplazo de cadera, volvería a subirse a los escenarios. Hasta que llegó el coronavirus.
Dikobe, un bailarín de 29 años que integra una compañía de ballet de drags que recorre el mundo, dice que lo primero que pensó fue: “Se canceló el 2020”.
Estamos a mitad del año y Dikobe no ve la hora de que se termine el 2020. Se suspendieron los Juegos Olímpicos, las ceremonias de premiaciones, las bodas, los campamentos de verano, las ceremonias de graduación. No hay nada por delante, solo alguna serie nueva de Netflix o una nueva pasión por plantar cebolletas o cocinar pan.
Ahora todo el mundo se enfoca en el 2021, el año en que va a pasar todo... o tal vez nada.
La pandemia del coronavirus produjo cambios tectónicos en casi todos los órdenes de la vida: Cómo vivimos, dónde vivimos, dónde trabajamos, lo que hacemos para ganarnos la vida, lo que significa ser un niño, lo que representa la familia, lo que cuenta. El mundo está en “pausa” desde hace meses y esto genera preguntas existenciales: ¿Para qué estoy en este mundo? ¿Cuál es mi lugar?
Eso es lo que se preguntaba precisamente Dikobe encerrado en su pequeño departamento de Nueva York cuando contemplaba su futuro, tanto el personal como el profesional. ¿Podría volver a los escenarios o tendrá que retirarse antes de recibir otra oportunidad? Cuánto más lo pensaba, más se convencía de que “el 2020 no se canceló, sino que más bien representa un despertar”.
Leslie Dwight, escritora de 23 años, se pregunta lo mismo en un poema que escribió que fue muy difundido en las redes sociales una semana después de la muerte de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis el 25 de mayo. “El 2020 no fue cancelado. Más bien, es el (año) más importante de todos”.
¿Por qué decimos cosas como “el 2020 fue cancelado” o “nuevo año, nuevo yo”? Expertos que estudian el comportamiento humano dicen que a los humanos nos gusta asociar fracasos, esperanzas y sueños a un año específico, producto de nuestro apego a la rutina.
“Nos perdimos la primavera y por lo tanto el verano no es realmente un verano, porque viene después de una primavera completa”, dijo Stuart Pattersona, director del Shimer Great Books School del North Central College. “La única oportunidad de recomponer las cosas es esperando la próxima primavera. Todo lo que hagamos este año perderá valor porque no sigue la secuencia apropiada”.
Es como cuando Hamlet afirma que “el tiempo está fuera de quicio”, comenta Patterson.
¿Cómo medimos un año? Por sus temporadas, sus hitos, sus rituales, sus eventos. Y cuando un año es despojado de todo eso, la gente se siente perdida y deposita su esperanza en el futuro, de acuerdo con psicólogos y científicos sociales.
Cada año ofrece un nuevo ciclo de esperanza. En enero todos nos prometemos hacer dieta, dejar de fumar, ser la persona que siempre quisimos ser. Creemos en el poder del cambio y nos hacemos promesas a nosotros mismos.
Algunas personas se sienten derrotadas a fines de enero, mientras que otras mantienen la ilusión algunos meses más. Con el correr de los meses, casi todos terminamos tirando la toalla y nos decimos que el año que viene será fenomenal.
La esperanza nunca muere del todo. Se replantea y surgen nuevos objetivos.
De no ser por ella, ¿cómo se explica que la mayoría de las 6.253 personas que participaron en una encuesta reciente de WeddingWire dijeran que aplazaron hasta el año que viene la boda que tenían programada en el 2020, pero solo el 7% cancelaron la boda? Las bodas se diferencian de los feriados porque son algo que ocurre una vez en la vida. Hay un mayor interés en hacerla algo muy especial.
Kerry Anne Perkins y Michael Gordon se sintieron destrozados cuando se dieron cuenta de que tendrían que cancelar su boda. Y no fueron capaces de hacerlo. Al final hicieron una ceremonia pequeña el 6 de junio en Filadelfia, día en que hubo grandes manifestaciones del movimiento Black Lives Matter en la Logan Square. Se sacaron fotos tomados de la mano, con un puño en alto, rodeados por miles de manifestantes. Las fotos circularon ampliamente por las redes sociales.
“Fuimos un símbolo de lo que el mundo necesita cada vez más, sobre todo en el 2020”, dijo Perkins. “Hay una pandemia y con todos los cambios, todo lo que escuchamos y vemos, la gente necesita esperanza. Necesita amor. Y necesita unidad”.
“Yo creo que las cosas van a mejorar”, expresó Perkins. “Tengo esperanza. El 2021 vamos a renacer”.
Nadie sabe lo que traerá el 2021. Si habrá bodas en las que los novios pueden invitar a todo el que quieran, estadios llenos, conciertos con miles de personas que entonan la misma canción. ¿Se llevarán a cabo los Juegos Olímpicos, ahora del 2021? ¿Volverán las ceremonias de premiación? ¿Nos resultará relevante todo eso?
No hay respuestas claras. Pero hay esperanza.
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Sophia Rosenbaum es editora de la mesa regional del este de la Associated Press. Está en http://twitter.com/sophrosenba