Antes payaso, ahora obrero de fábrica de ataúdes en Perú
LIMA (AP) — Antes de construir ataúdes, Gianmarco Vargas se calzaba su traje de payaso y animaba fiestas para niños.
Pero la prohibición de realizar espectáculos ordenada en marzo por el gobierno como parte de las medidas para evitar el avance del COVID-19 golpeó en el corazón de su negocio.
El payaso podría realizar espectáculos por internet, "pero no es lo mismo”, dijo Vargas, de 29 años, en su nuevo centro de trabajo: un taller de ataúdes en una barriada de Lima.
Por la crisis económica derivada de la pandemia miles de peruanos se vieron obligados a cambiar de oficio y muchos se convirtieron en vendedores callejeros. Vargas halló un espacio, junto a su esposa Milagros Goto, de 30 años, en la industria funeraria.
La crisis económica en Perú es una de las más duras del hemisferio, según el Banco Mundial, y millones han quedado desempleados.
Antes de la pandemia Vargas realizaba sus animaciones en las casas de los niños el día de sus cumpleaños, hacía figuras con globos y juegos de magia. Goto cantaba, bailaba y dirigía pequeños concursos donde el ganador se llevaba un dulce, un juguete o un aplauso. Ahora, sin su traje de hada madrina, cose con una máquina la tela brillante de color blanco que se coloca en la parte interior de los ataúdes.
La industria funeraria es una de las que ha logrado mantenerse en pie durante la pandemia. La fábrica de ataúdes “Vida eterna” acogió a estos desempleados artistas de la alegría que han tenido que cambiar rotundamente de oficio para sobrevivir.
En ocasiones los antiguos clientes llaman a Vargas para preguntarle si aún conduce espectáculos infantiles. Él comenta que no, que ahora fabrica ataúdes. “Qué raro, tú eras alegre y ahora estás en un negocio tan triste”, suelen responderle.
Hasta el martes Perú ha reportado 305.703 casos y 10.772 fallecidos y es el quinto país del mundo con más contagios del nuevo coronavirus.