Se saturan los hospitales en Quito por los casos de COVID-19
QUITO (AP) — Susana y su padre Jesús Morán, de 61 años, visitaron cuatro hospitales estatales y privados de la capital ecuatoriana buscando infructuosamente atención médica ante la sospecha de que el hombre padecía coronavirus.
Morán había perdido el olfato y su salud había decaído rápidamente, por lo que fue trasladado a dos hospitales estatales y a dos clínicas privadas, donde no fue atendido. Recién en la noche pudo ser ingresado a un quinto hospital privado donde lograron estabilizar una insuficiencia respiratoria que aún lo aqueja.
Los Morán habían seguido el consejo del ministro de Salud, Juan Carlos Zevallos, quien pidió a los ciudadanos que ante la sospecha de estar infectados “no se queden en casa, tienen que ir al centro médico, al subcentro de salud, al hospital más cercano, al del barrio. Ahí les vamos a atender”.
La odisea de los Morán refleja la situación de emergencia en Quito, una ciudad con casi tres millones de habitantes que sólo cuenta con 250 camas de cuidados intensivos, ya ocupadas, y donde se han registrado hasta ahora más de 6.500 casos del nuevo coronavirus y al menos 464 fallecidos.
A pesar de la situación, las autoridades no contemplan un escenario como el que vivió Guayaquil entre marzo y abril, cuando se vieron cadáveres abandonados hasta por una semana en las calles y en residencias particulares, en medio de una ola de calor de al menos 36 grados centígrados.
El investigador de microbiología de la Universidad San Francisco, Paúl Cárdenas, explicó a The Associated Press que “lo que pasó en Guayaquil es que hubo gran cantidad de contagios en un lapso muy corto y después ha bajado. No hay tantos contagios porque mucha gente se contagió tempranamente”.
En todo Ecuador los casos superan los 58.200 y los 4.500 decesos.
La cantidad de contagios creció luego del fin del confinamiento a inicios de junio al que ahora se sumarán nuevas disposiciones a partir de julio, como el funcionamiento parcial de cines y teatros, las reuniones de hasta 25 personas y la apertura controlada de parques nacionales y playas.
El presidente de la Federación Médica, Santiago Carrasco, aseguró que “estamos colapsados, no tenemos todo lo que deberíamos para atender a todos los pacientes que vienen infectados, la gente se ha muerto en las ambulancias, en las carpas”.
La situación no es muy diferente en Perú, que registra unos 4.000 nuevos contagiados diarios y donde los pacientes abarrotan las salas de emergencias de los hospitales y ante la falta de camas son atendidos en sillas o bancos.
El gobierno del presidente Martín Vizcarra firmó recientemente un convenio con 12 clínicas privadas para que a cambio de 15.500 dólares por paciente puedan descongestionar los hospitales públicos.
Perú es el sexto país del mundo con más casos del nuevo coronavirus con 288.477 contagiados y 9.860 fallecidos.
En el resto de los países de la región los gobiernos luchan por reducir la ola de contagios e impedir la saturación de los sistemas hospitalarios y las limitadas unidades de cuidados intensivos.
Bernardo Gutiérrez, investigador de virus emergentes de la universidad de Oxford, en Gran Bretaña, dijo a AP que el escenario más optimista es que la vacuna contra el COVID-19 esté lista entre septiembre y octubre, “si todo sale perfectamente bien, si no hay contratiempos”.
Añadió que “afortunadamente para nosotros este virus en comparación con otros virus como el de la gripe, no acumula mutaciones a una tasa muy rápida... entonces no hay variantes que escapen a la protección generada por una vacuna".
Hasta que los científicos encuentren la solución definitiva el distanciamiento social, el uso de mascarillas y el lavado frecuente de manos siguen siendo las medidas más adecuadas para enfrentar la pandemia.
La ministra de Gobierno de Ecuador, María Paula Romo, expresó que “necesitamos que todas las personas, que toda la comunidad tome conciencia en un momento tan difícil para el país, para el mundo. Probablemente uno de los grandes aprendizajes ha sido la idea de que mi bienestar está en las manos del otro”.
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El periodista de The Associated Press Franklin Briceño contribuyó en esta nota desde Lima.