Peluquero hace cortes gratis a vecinos de barriadas en Perú
LIMA (AP) — Una vez por semana Josué Yacahuanca trepa las áridas colinas de Lima con un maletín dorado en el que guarda las herramientas de su oficio: cinco maquinillas, 20 peinetas, cuatro tijeras y una botella con alcohol.
Sus clientes son los afectados por una cuarentena de casi 100 días que busca frenar la ola de contagios del nuevo coronavirus y que ha profundizado la crisis económica y social.
“Quiero que se miren en un espejo y vean algo de esperanza”, dijo Josué, quien a sus 21 años es un veterano peluquero porque corta el cabello desde los 13.
El peluquero pasa sin problemas del estilo clásico a las diversas variedades de rapados con mechones desde la coronilla a la frente. Su más reciente visita fue a “24 de diciembre”, una barriada donde casi todos quedaron desempleados y muchos se transformaron en vendedores ambulantes.
Josué se crió sin madre y fue acogido a los pocos días de nacido por su madrina. En su niñez, pese a la modestia de su hogar, descubrió una habilidad innata para los negocios: vendía caramelos, limpiaba casas, ayudaba en los mercados y voceaba llamando pasajeros para los buses.
“Mi vida fue dura”, comentó junto un árbol solitario mientras divisaba la ciudad desde las alturas de la barriada donde no hay agua potable, abundan las madres solteras y los niños pequeños con la ropa agujereada. “Veo a ellos y me veo a mi”, dijo.
Perú soporta una de las peores recesiones del hemisferio, su producto interno bruto caerá 12% en 2020 según un reciente informe del Banco Mundial, mucho más que el de Estados Unidos, Brasil, México y Argentina. En barrios como “24 de diciembre” es donde más se siente el impacto.
Cada día el país sudamericano suma miles de contagiados y cientos de muertos a causa del nuevo coronavirus. El viernes había al menos 7.660 muertos y 247.925 infectados.
Como miles de negocios en Perú, su peluquería “D Barrio Shop” cerró el 16 de marzo cuando empezó una de las cuarentenas más largas del mundo. Desde entonces Josué vio cómo su propia economía se pulverizaba. Pese a eso, decidió ayudar.
Antes de empezar a cortar les coloca a sus clientes una capa blanca que lleva impreso con tinta negra un retrato del cantante de salsa Héctor Lavoe, su favorito, y cuyos sones siempre se escuchaban en su peluquería. “Me gusta su música, habla de la realidad, de la tristeza, de la alegría”, dijo.
En Perú hay alrededor de 150.000 peluqueros, pero Josué es uno de los pocos que decidió ofrecer sus servicios gratuitos a los más necesitados. A pie o en un moto-taxi, cuyo motor se esfuerza por trepar las pendientes, sale una vez por semana a diferentes barriadas.
Por lo general coloca una silla de madera gastada al lado de una olla popular, el método de supervivencia a las crisis que ha revivido tras varias décadas en Perú y otros países de Latinoamérica. Allí ofrece sus servicios ante los vecinos que preguntan dos veces para asegurarse que el corte de cabello es gratis.
“Les digo que sí, porque sale desde mi corazón”, dijo Josué.