Tripulaciones de mercantes, meses en el mar por el virus
ATENAS (AP) — El capitán Andrei Kogankov y la tripulación de su petrolero llevan cerca de cuatro meses sin pisar tierra firme. Con los viajes internacionales casi paralizados por la pandemia, este oficial ruso se vio obligado a extender su contrato. Aún no sabe cuándo podrá volver a casa.
Países de todo el mundo han impuesto cuarentenas, cerrado fronteras y suspendido vuelos internacionales para frenar la propagación del nuevo coronavirus. Las tripulaciones de los mercantes se han convertido en inesperadas víctimas colaterales.
Alrededor de 150.000 marineros están varados en el mar a la espera de ser relevados, según la Cámara Naviera Internacional (ICS, por sus siglas en inglés). Y unos 150.000 más aguardan en tierra poder regresar al trabajo.
“De alguna forma, han sido un ejército de gente olvidada", dijo Guy Platten, secretario general de la ICS. “No es una posición sostenible que se puedan mantener indefinidamente".
Con más del 80% del comercio global por volumen transportado por mar, los más de 2 millones de marinos mercantes del mundo juegan un papel clave.
“Nadie lo ve y nadie piensa en ellos, y aún así son absolutamente esenciales para el transporte de combustible, comida, suministros médicos y otros productos vitales para alimentar el comercio mundial", agregó Platten.
Las organizaciones navieras internacionales, los sindicatos y las empresas mercantes están instado a los países a que reconozcan a las tripulaciones de estas embarcaciones como trabajadores esenciales y les permitan viajar y realizar cambios de personal.
“Nuestro desafío ahora es hacer llegar un potente mensaje a los gobiernos. No se puede esperar que la gente mueva (equipos de protección personal), medicamentos y todo lo que necesitamos para responder al COVID, y mantener las ciudades y países en cuarentena alimentados, si no mueven la carga en barcos", apuntó Steve Cotton, secretario general de la Federación Internacional de Trabajadores del Transporte o ITF. “Tienen que reconocer el sacrificio que están haciendo los marineros por nuestra sociedad global".
Kogankov lleva siete meses con un contrato de cuatro y se suponía que debía ser reemplazado a mediados de marzo en Qatar. Pero unos días antes de su llegada, el país decretó una cuarentena y prohibió todos los vuelos internacionales.
Desde allí fue a Corea del Sur, Japón, Corea del Sur de nuevo y Singapur y Tailandia. Y cada vez la misma historia: Cuarentena. No hay vuelos. No se va a casa.
La ampliación indefinida de su contrato, y la responsabilidad que conlleva sobre su tripulación de 21 hombres y sobre la embarcación que transporta material inflamable, le está pasando factura.
“Cuando llevas siete meses embarcado, estás física y mentalmente exhausto", señaló Kogankov a través de un teléfono satelital desde Tailandia. “Trabajamos 24 horas los siete días de la semana. No tenemos, digamos, el viernes por la noche o el sábado por la noche o los fines de semana (para descansar). No, el barco está funcionando todo el tiempo".
Los oficiales suelen firmar contratos de tres o cuatro meses, mientras que el resto de la tripulación de alrededor de siete. Pero siempre tienen fecha de finalización. Quiten eso y, de pronto, la perspectiva de días de trabajo sin fin se vuelve una carga.
“Estamos muy preocupados porque pueda haber un mayor incremento de incidentes y accidentes. Pero también estamos viendo un alto grado de lo que yo describiría como ansiedad y frustración", dijo Cotton. “No saber cuándo se va a bajar del barco se suma a un alto nivel de ansiedad que es realmente bastante desmoralizador".
A menos que los gobiernos faciliten el relevo de las tripulaciones, “es difícil para nosotros convencer a los marineros de que no tomen medidas más drásticas y... dejen de trabajar", advirtió Cotton.
Pero los cambios de personal no han sido los únicos problemas durante la pandemia. Proporcionar atención médica a los tripulantes también ha sido complicado, como descubrió el capitán Stephan Berger cuando uno de sus trabajadores cayó enfermo, no con coronavirus.
Las restricciones en los sucesivos puertos hicieron imposible visitar a un doctor. Se necesitaron múltiples llamadas y los esfuerzos de un paramédico de Dubai, de Berger y de la naviera alemana para que el marinero, que pasó más de tres semanas hospitalizado, pudiese recibir la atención que necesitaba.
De las 23 personas a bordo del Berlin Express de Berger, 18 debían ser reemplazadas cuando atracó en Valencia, España,a finales de mayo. Los oficiales han ampliado lo que normalmente son contratos de tres meses a cuatro y cinco, aunque la mayoría de la tripulación filipina lleva embarcada ocho o nueve en lugar de los habituales tres o cuatro.
A pesar de esto, el ánimo es bueno, reconoció Berger.
Nadie está especialmente contento con las extensiones de contrato, “pero tenemos que tomarlo como lo que es. A veces parece una prisión”, añadió.