EEUU: Medios se enfocan en vidas perdidas debido a pandemia

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EEUU: Medios se enfocan en vidas perdidas debido a pandemia
En esta foto del 23 de abril de 2020, Isaac López, de 19 años, segundo de la izquierda, sostiene una foto de su padre, Tomás López, al posar con su madre Antonia, segunda de la derecha; su hermano Elías, de 12 años; y su hermana Elda, de 16, en su casa en Pacific, Wash. Tomás, quien murió de COVID-19 el 2 de abril a los 44 años, era un apreciado vendedor de tacos. (AP Foto/Ted S. Warren)

NUEVA YORK (AP) — Muchos están familiarizados con algunos de los nombres en negritas de personas que murieron de COVID-19: el músico John Prine, el pateador de la NFL Tom Dempsey, el exrector de la Universidad de Stanford Donald Kennedy y el productor musical Hal Willner.

La mayoría de las víctimas de la pandemia no son conocidas fuera de su círculo de familiares, amigos y vecinos: Tomás López, que vendía tacos en un camión en Seattle; Gladys Cortés, empleada de un supermercado en Long Island; Bob Barnum, agente inmobiliario en St. Petersburg, Florida; Mary Louise Brown Morgan de Nueva New Orleáns, quien hacía ejercicio con sus amigas en “zapatillas de plata” tres veces por semana.

El hito recientemente alcanzado era una cifra simple de exaltar en titulares de periódicos, sitios web y la TV: 100.000 personas muertas en Estados Unidos debido al nuevo coronavirus.

Pero desde que la pandemia comenzó, los redactores de obituarios de la nación han tratado de contarle al mundo sobre López, Morgan y miles como ellos, para dejar claro que detrás de cada número había una vida.

“Creo que la gente está interesada — sé que yo lo estoy — en las vidas de personas que no son figuras públicas que están muriendo de esto”, dijo Mo Rocca de CBS News, quien antes del coronavirus realizó dos temporadas de su podcast “Mobituaries” enfocado en vidas perdidas.

Ha estado demasiado ocupado con su trabajo diurno en “CBS Sunday Morning” como para comenzar con una tercera temporada, pero cuando lo haga, espera explorar ese interés.

“Existe este cliché de que ‘nos han arrebatado’ a alguien, y yo no creo que sea un cliché en este caso porque sí se siente que nos han arrebatado estas vidas”, dijo Rocca.

Adam Bernstein, quien supervisa la sección de obituarios del Washington Post, dijo que la carga de trabajo fácilmente se ha duplicado desde que el virus comenzó y que la importancia de los obituarios en este momento se mide no sólo en la pérdida de víctimas sino en la manera en que muchos de nosotros nos hemos visto forzados a vivir.

“Los obituarios son esencialmente historias que nos permiten establecer conexiones humanas con extraños”, dijo. “Todos estamos varados en casa, anhelando una conexión humana que no hemos tenido realmente en mucho tiempo, y los obituarios proveen ese tipo de contacto”.

En un mes típico, el New York Times publica entre 80 y 85 obituarios. En abril, tuvo 185, según su editor de obituarios Bill McDonald.

Eso no cuenta algunos que se escribieron pero no tuvieron que publicarse, como el que se preparó rápidamente para el primer ministro británico Boris Johnson cuando éste estuvo gravemente enfermo de COVID-19. Sólo por si acaso.

El Times estaba bien preparado para lidiar con las vidas de los famosos y consumados, pero con la llegada de la pandemia, los editores se dieron a la tarea de incluir un muestrario de las personas fallecidas. Tenían como modelo su “Portraits of Grief” (Reatratos de duelo), sobre las víctimas de los ataques terroristas del 11 de septiembre, sólo que esta vez querían hacer más que viñetas y sabían que el trabajo no tenía un final definido, dijo McDonald. El departamento de obituarios del Times trajo gente de otras secciones cuya carga laboral se había reducido debido a la cuarentena.

El resultado es “Those We’ve Lost” (Aquellos a quienes perdimos), una sección del periódico que presenta las vidas de víctimas menos conocidas.

“Estábamos interesados en ponerle rostro a los números, que son tan entumecedores”, dijo McDonald.

La misma teoría estuvo detrás de la impresionante cobertura del Times del domingo 24 de mayo, que nombró a 1.000 víctimas y resumió brevemente qué hacía única a cada una de ellas.

La escala también fue un tema a considerar en The Associated Press, la idea de contar una historia extensa de un modo que la gente pudiera sentirse identificada.

“Decidimos enfocarnos en familias y en el impacto sobre los individuos”, dijo Peter Prengaman, director de noticias de la AP para el oeste de Estados Unidos. Prengaman y Raghu Vadarevu, editor de noticias globales, crearon el reportaje “Lives Lost” (Vidas perdidas), que reúne material escrito por reporteros de la agencia alrededor del mundo para contar esas historias y mostrar las diferencias maneras de llevar el duelo.

El puñado de perfiles producidos cada semana tiene la misma atención al detalle que las historias sobre famosos en las que suelen enfocarse estos escritores.

Lejos de estar deprimido, Prengaman dijo que “es realmente gratificante trabajar en ellos, editarlos. Realmente te enseñan el valor de las vidas de la gente”.

El Washington Post, el Los Angeles Times y el Chicago Sun-Times están entre los diarios que han creado secciones especiales para los fallecidos a causa del coronavirus. Sin embargo, no pueden incluir a todo el mundo, y muchos están viendo un incremento en el número de necrológicas pagadas.

“Tristemente, el área de los anuncios es el que está floreciendo”, dijo el editor de obituarios de Los Angeles Times, Steve Marble. “Los domingos, hay página tras página de esquelas, mucho más que en el pasado”.

La semana pasada NPR comenzó una nueva serie en la que amigos y parientes de trabajadores esenciales fallecidos hablan de sus seres queridos.

Paul Saltzman, el editor dominical del Sun-Times, dice que la meta para los obituarios sigue siendo “historias más significativas e interesantes”. El interés de los lectores es fuerte, y la respuesta puede ser muy personal.

“La gente por lo general se alegra de que le contemos al mundo sobre sus seres queridos que han muerto”, dijo, citando a la familia de Emilia Pontarelli, una abuela de 93 años conocida en el noroeste de Chicago como la matriarca del clan detrás del restaurante Tony’s Italian Deli.

En otro caso, los hijos de una pareja que falleció con horas de diferencia de COVID-19 estaban preocupados de que pudiera haber un estigma ligado a la causa de muerte de sus padres, dijo Saltzman.

“Escribimos eso porque ellos eran bien conocidos en la ciudad donde vivían. El mundo ya entendía de qué murieron, simplemente era una historia muy triste tener a dos personas de una familia partir tan de pronto”, dijo.

Rocca indicó que la crisis actual podría marcar un resurgimiento en el interés por los obituarios y las vidas de las personas.

“Suena un poco insípido decir que valoramos más la vida”, dijo. “Pero quizás así es”.

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