Dilema de peruana: salir a vender o morir de hambre en casa
LIMA (AP) — Morir de hambre encerrada en el apartamento que alquila o arriesgarse a contraer coronavirus vendiendo ropa en las calles.
Ese fue el dilema que se planteó la peruana Mariselda Umiña, madre de tres niños, quien junto a su marido se gastó todos sus ahorros en los últimos 70 días de cuarentena en los que apenas salió a comprar alimentos.
Cuando la semana pasada el presidente Martín Vizcarra extendió por quinta vez la prohibición de salir hasta fines de junio, Mariselda comprendió que tenía que desobedecerlo.
“Necesito traer comida para los niños”, dijo la mujer. El último mes comenzó a cocinar con leña porque no tenía para comprar garrafas de gas, se le acabó el dinero incluso para pagar la cuota mensual de internet para que sus hijos reciban clases virtuales y hasta vendió su único celular.
El miércoles salió a vender en la zona de talleres textiles de Lima donde está la tienda que regenteaba, y que ahora no funciona, cargando una bolsa con decenas de pantalones de niña.
Mariselda, de 36 años, afirma que los habitantes de su barrio ya no tienen dinero para comer. “Yo veo a mis vecinos que no tienen nada, tienen un kilo de arroz y eso no alcanza para una semana".
La cuarentena sólo permite el funcionamiento de los mercados de alimentos, las farmacias y los bancos. Los restaurantes pueden repartir comida a domicilio, pero la venta directa de ropa al público está prohibida.
Por ello la mujer se topó con policías montados en caballos y otros en automóviles que la persiguieron al igual que a centenares de vendedores ambulantes.
Mariselda ganaba día a día el dinero que le permitió mejorar su economía en Lima, alquilar un apartamento y montar un negocio de confección de ropa para niños luego de migrar hace casi dos décadas desde una zona del sur cercana al lago mítico de los incas, el Titicaca.
Pero la pandemia pulverizó su frágil economía y ahora incluso piensa que si todo empeora tendrá que abandonar Lima y retornar a su casa rural para sembrar y cosechar alimentos como lo han hecho más de 160.000 peruanos entre marzo y abril.
Los vendedores callejeros estaban a 10 cuadras de los exteriores del importante hospital Guillermo Almenara donde decenas de pacientes formaban fila para ingresar a la sala de emergencias por tener síntomas del nuevo coronavirus.
Cerca de la cola de enfermos, varios equipos de empleados funerarios ataviados con overoles, botas y máscaras sacaban ataúdes de la morgue del hospital.
Según cifras oficiales de mayo, 1,2 millón de personas se quedaron sin trabajo en Lima, una cifra nunca registrada en los datos históricos del Instituto Nacional de Estadística e Informática.
La crisis ha provocado que sólo hasta el 10 de mayo el país perdiera 15.000 millones de dólares, el 6,8% de su Producto Interno Bruto, debido a la paralización económica.
Los economistas creen que la crisis será comparable a la provocada por la devastadora guerra contra Chile a fines del siglo XIX.
Hasta el miércoles Perú tenía 135.905 infectados y 3.983 muertos. El país es el segundo con más casos de coronavirus en Latinoamérica después de Brasil.