Buenos Aires: Teatros peligran, actores pobres por pandemia
BUENOS AIRES (AP) — El telón está levantado y los reflectores encendidos, pero el escenario está cubierto de cajas de cartón y polvo. En lugar de butacas para el público, se amontonan bolsas de plástico.
Una decena de artistas salen y entran de la sala con la adrenalina que antecede a una función un sábado reciente en el teatro Fray Mocho de Buenos Aires. No es una obra de ficción lo que los moviliza.
El grupo, autodenominado Artistas Solidarios, prepara bolsones de alimentos que incluyen desde harina hasta arroz y productos de higiene como lavandina, para entregar a colegas con dificultades económicas por la suspensión de la actividad teatral debido a la pandemia del coronavirus.
“Es como si estuviéramos organizando un gran espectáculo”, dijo el actor Fabio “Mosquito” Sancineto, uno de los impulsores de la acción solidaria, a The Associated Press. “Este freno nos está afectando muchísimo, nos está provocando mucho dolor y mucha tristeza... No nos queda otra que aceptar esta condición, pero no por eso quedar frenados”.
Buenos Aires, una de las ciudades con mayor oferta cultural de Latinoamérica, enfrenta una crisis sin precedentes por el coronavirus que amenaza con llevar a la quiebra a teatros, centros culturales, clubes de música y clásicas milongas, y dejar sin sustento a miles de personas.
Según la Asociación de Profesionales de la Dirección Escénica (APDEA), se interrumpieron 306 funciones y se postergaron más de 300 estrenos en la capital argentina, afectando a unos 4.300 artistas desde que se decretó la cuarentena obligatoria el 20 de marzo.
“No sabemos cómo va a evolucionar esta situación. Es difícil y precario lo que podamos decir”, admitió el ministro de Cultura de Buenos Aires, Enrique Avogadro. “La prioridad absoluta es la salud y todo lo demás viene después”.
Hasta el miércoles, Argentina tenía más de 8.800 infectados confirmados y cerca de 400 muertos de COVID-19.
La pandemia agravó la situación de un sector marcado por la precarización laboral que ya venía castigado por la crisis económica y las políticas de ajuste del gobierno del conservador Mauricio Macri (2015-2019), que había repercutido en una caída de espectadores.
Cuando se decretó la cuarentena Emilio Bardi, un actor de 63 años que trabajó en algunas de las películas argentinas más taquilleras y series televisivas con récord de audiencia, estaba haciendo Microteatro, un modelo importado de España que consiste en ofrecer obras de 15 minutos en 15 metros cuadrados para 15 personas.
Sin trabajo y con dos hijos discapacitados, la ayuda que le da el Estado en subsidios no le alcanza para sobrevivir.
“Vienen acá compañeros, arriesgándose a contagiarse, a traerme comida a mí”, dijo con la voz entrecortada en la puerta de su casa tras recibir uno de los bolsones que entregan Artistas Solidarios.
Bardi comentó que los actores deben lidiar con los prejuicios de gente que cree que “todos somos millonarios”. Al mismo tiempo, la inestabilidad de su profesión les permite encarar el colapso económico con otro ánimo: “Los actores ya tenemos saber de cómo se vive. Ahora el mundo está viviendo artísticamente, levantándose a cualquier hora, durmiéndose a cualquier hora, comiendo un plato de fideos como si fuera un manjar”.
La céntrica avenida Corrientes, conocida como la “Broadway” de Sudamérica por albergar los teatros más emblemáticos de la ciudad, luce fantasmal al anochecer. Las luces de las marquesinas permanecen apagadas y los únicos asistentes son personas sin techo que buscan refugio para pasar la noche.
“No conseguí ninguna calculadora que tenga tantos ceros para hacer el número” de pérdidas, indicó el empresario teatral Carlos Rottemberg. “El año 2020 está terminado”.
Esta sentencia puede ser fatal para unas 200 salas de teatro independiente que, sin ingresos, no podrán seguir pagando la renta de los espacios y costos de mantenimiento, como electricidad y otros servicios.
Eduardo Pérez Winter, director del teatro Silencio de Negras y miembro de la agrupación ESCENA que nuclea a varias salas, contó que de unos 120 espacios culturales que alquilan en Buenos Aires, el 44% no pudo pagar la renta de abril y el número se eleva a 50% en mayo.
“Hoy nos estamos endeudando para subsistir”, reconoció.
Liliana Weimer, una destacada actriz que hizo parte de su carrera en México, comparó el cierre de su teatro Abasto Social Club cuando se decretó la cuarentena “con la sensación de irte a un exilio; me recordó a épocas muy feas”, dijo en referencia a la última dictadura militar.
Weimer, también presidenta de la Asociación Argentina del Teatro Independiente (ARTEI), no duda que el teatro sobrevivirá al coronavirus, pero “no de la misma manera, tal vez algunos compañeros no podrán vivir de esto”.
Previo a la pandemia, los teatros independientes no sólo se financiaban con las funciones sino también con el dictado de clases de actuación y baile, entre otras.
En “La huella, arte en movimiento”, regentado por la bailarina Andrea Pagano, un promedio de 400 a 500 personas circulaban por día en clases de baile y otras actividades culturales. La mujer convirtió una de las salas en depósito de verduras y frutas orgánicas para repartir a domicilio.
“Todo está prendido fuego, el país está prendido fuego, la cultura queda relegada porque hay prioridades más importantes como salud”, apuntó resignada.
Algunos teatros comerciales presentan obras a distancia vía streaming, mientras que los más modestos apuestan a la “gorra virtual”, como se denomina el aporte voluntario de espectadores que consumen arte por redes sociales.
A su vez, la alcaldía de Buenos Aires y el Ministerio de Cultura de la nación crearon fondos especiales para asistir a teatros y artistas por unos 300 millones de pesos (4,2 millones de dólares), que no alcanzan a cubrir el universo no sólo de quienes se suben al escenario, sino también de escenógrafos, bailarines, dramaturgos, boleteros y otros trabajadores del sector que se quedaron sin trabajo.
Sin fecha cierta para reabrir sus puertas, las autoridades trabajan en protocolos para retomar la actividad usando como modelo lo que sucede en otros polos culturales del mundo.
“Vamos a ver expresiones culturales que ahora no imaginamos", dijo el ministro Avogadro. "La cultura es como el agua, se abre camino entre las piedras, no la podés contener”.