Expertos en vías respiratorias trabajan en vecindad de COVID

  •  EnPelotas.com
    EnPelotas.com   |  
Expertos en vías respiratorias trabajan en vecindad de COVID
La foto de abril de 2020 provista por la médica anestesióloga Jina Sinskey la muestra con toda su vestimenta protectora en San Francisco. (Jina Sinskey via AP)

Lo primero es colocarse el equipo protector que los cubre de pies a cabeza. A continuación, una rápida caminata por el pasillo del hospital con las manos enguantadas que empujan un carro de anestesista hacia una puerta que conduce a un cuarto donde un enfermo aterrado apenas puede respirar.

Desde que comenzó esta pandemia, el personal médico y de enfermería se prepara cientos de veces por semana para tratar a enfermos de COVID-19 en estado crítico con un procedimiento que es cualquier cosa menos rutinario.

Éstos son los intubadores, los especialistas en vías respiratorias que insertan los tubos de los respiradores. Esto los obliga a trabajar a escasos centímetros del lugar donde se aloja el virus altamente contagioso.

“Uno está en la central del COVID cuando está intubando”, dijo el médico anestesista Roy Soto, del hospital Beaumont en Royal Oak, Michigan. “Suelen estar tosiendo y jadeando. Con un poco de imaginación, casi se ven las partículas de COVID flotar por la habitación”.

En épocas normales, estos especialistas atienden a enfermos que necesitan ayuda para respirar durante intervenciones quirúrgicas electivas, operaciones por heridas de bala y otros casos de emergencia.

Pero esto es distinto: no se trata solamente del estado crítico y altamente contagioso de estos enfermos sino de las cifras macabras que aumentan sin cesar. En los sitios más afectados como la ciudad de Nueva York y Detroit, algunos hospitales intuban a más de 20 enfermos de COVID-19 en un sólo día. El mes pasado fueron cientos, al menos del doble de lo habitual. La mayoría muere.

“Todos estamos habituados a ver gente enferma, sólo que no una y otra y otra vez”, dijo Soto.

La enfermera anestesista Angella Jones, del Hospital Sinai-Grace de Detroit y presidenta de la asociación de especialistas de Michigan, dice que la ola de enfermos que llega a los hospitales no tiene precedentes.

“Uno tiene que cuidarse mucho de contagiarse el virus por la cercanía a las vías respiratorias del paciente, donde se aloja el virus”, dijo.

No se sabe cuántos especialistas en vías respiratorias se han contagiado en el trabajo, ya que en el caso del coronavirus es difícil detectar la fuente, pero muchos se han enfermado. En los hospitales Mount-Sinai de Nueva York, que han tratado a cientos de enfermos de COVID-19, se ha diagnosticado la enfermedad en el 20% del equipo de anestesia, dijo el jefe del sector, doctor Andrew Leibowitz.

El miedo al contagio no es el único factor que abruma a los especialistas en vías respiratorias: el otro es la suerte de sus pacientes.

Algunos hospitales en China e Italia han reportado tasas de supervivencia de apenas el 20% de los enfermos de COVID-19 conectados a respiradores. Las cifras de algunos hospitales en Estados Unidos son poco mejores.

Pero cuando un enfermo no puede respirar por sus propios medios, el respirador puede ser el último recurso, cualquiera que sea la probabilidad de sobrevivir. “No importa que la probabilidad de éxito sea del 90% o del 10%”, dijo Leibowitz. “Para ese paciente, es todo o nada”.

La mayoría de los enfermos de COVID-19 sufren trastornos leves y se recuperan sin el tratamiento respiratorio. Las cifras exactas de los que requieren intubación no están disponibles, pero en algunos hospitales de Estados Unidos son uno de cada cuatro enfermos de COVID-19. Una proyección estima que alrededor de 1 millón de enfermos en el país requerirán intubación durante la pandemia.

“Están solos, la mayoría tienen miedo, no saben qué pasa y si se despertarán con un tubo en el cuerpo o si no volverán a despertar”, dijo la enfermera anestesista Samantha Kuzmanovski del Sinai-Grace.

Soto recuerda dos ocasiones en la que entró a salas donde los familiares se despedían acongojados de los enfermos antes de la intubación.

“Somos muy conscientes de que puede ser un evento terminal. Es potencialmente la última vez que esta gente va a despertar respirando por sus propios medios. Es bastante abrumador”, dijo.

“Durante un tiempo seguí la pista de la gente que intubé para saber cómo estaba y después dejé de hacerlo”, dijo Soto. “Es bastante deprimente”.

Al reconocer el riesgo de contagio y el precio emocional que pagan los intubadores, las autoridades chinas ofrecen capacitación en línea y tratamiento de salud mental gratuito a todos los anestesistas que atienden a enfermos críticos de COVID-19.

La Asociación Médica Estadounidense alienta a los hospitales a brindar recursos de salud mental a todo el personal que trata a enfermos de coronavirus. El departamento de anestesia del hospital de la Universidad de California en San Francisco realiza sesiones de apoyo por video cada semana, en las cuales los especialistas en vías respiratorias expresan sus temores y cómo los afrontan y varios hospitales en todo el país ofrecen los mismos servicios.

“En cierta forma, esto normaliza estas emociones, uno siente que está bien sentir miedo, ansiedad, culpa”, dijo la doctora Jina Sinskey, profesora adjunta de anestesiología de UCSF.

Jones reconoce que el trabajo “suele ser muy estresante”. Dice que reza junto a la cama de sus pacientes y nuevamente cuando llega a casa. Por ellos. Por ella misma, para seguir libre de la enfermedad y poder regresar al trabajo al día siguiente y volver a empezar.

___

La periodista de The Associated Press Federica Narancio contribuyó a este despacho desde Washington.

Publicado en Inicio » Mundo »