Días asignados para celebrar a: la Tierra, los libros, el trabajo, los niños...
Desde hace 50 años se viene celebrando el día de la Tierra, así como se celebra el día del libro, el día de la mujer, el día del niño, el día del padre, el día de la madre, el día del trabajo, en fin.... Cada día que se celebra a alguien o a algo, se trata de ensalzar las cualidades y atributos de los y lo celebrado, pero las preguntas que surgen ante tantos días asignados para tales celebraciones a diferentes actores, son: ¿realmente se está haciendo algo bueno por ellos? y no solo el día que se lo dedica a su celebración; es decir, ¿se los considera, respeta, se los cuida, no solo ese día, sino todo el tiempo, todas las horas, los días, las semanas, los meses, los años de la existencia humana?, ya que como inventores de tales celebraciones, somos los llamados a cumplir con los lemas que resaltamos en los días de los celebrados.
Si bien es cierto que al asignar un día de celebración para algo o alguien, se pretende crear consciencia y ensalzar las virtudes, la labor y muchas otras cualidades de los y lo celebrado; pero, realmente en el fondo, soslayadamente, lo que se ha logrado, es impulsar el aumento del consumismo, el ingenio del comercio, que mira a cualquiera de estos días de celebraciones, un medio idóneo de vender y vender, alentando la depredación de los recursos de la Tierra y de todo lo que en ella existe, en un sinfín de manifestaciones de ofertas y demandas, que están acabando con la única morada, habitat de tantos seres inertes y no inertes.
Único albergue de la inconsciencia humana, que no ha sabido valor su entorno, no ha sabido cuidarlo, haciendo que la Tierra, se queje con más fuerza de este abuso del que ha sido objeto, y reclame por el atropello, improperio, y explotación indiscriminada e incontrolada de sus recursos y riquezas.
Hoy, que el mundo ha permanecido en sus casas, construidas con los recursos que generosamente nos ha brindado la Tierra; teniendo varias personas, oportunidad de disfrutar de sus familiares, mascotas, pertenencias y sus bienes; más que seguro, se habrán dado cuenta, que mucho de lo que compraron, de lo que atesoraron, de lo que está hasta almacenado en sus viviendas, no les han servido de nada; trofeos de la avaricia humana, de ese sentir de acumulación descontrolada.
Muchos seres humanos lastimosamente, en esta trágica pandemia, han perdido sus vidas, ya no están en esta Tierra, se fueron solos, ya que ni sus familiares, ni sus bienes materiales y ni sus animales, se fueron con ellos; todo se ha quedado en la Tierra, lugar que les acogió en su caminar por ella. Podría decirse que ella, la Tierra, sabe bien, que el último tributo de cada ser que existe en su suelo, es devolverle a ella, lo que les brindó de manera altruista, para tener vida, para que sean.
Por eso, por todos y por todo, ¡cuidemos de nuestro planeta La Tierra!, que hoy, se desangra., como de todo lo que en ella se encuentra y hasta de nosotros mismos. Que esta grave crisis que atravesamos, nos enseñe a ser más sensibles, mas generosos, más conscientes de la fragilidad de la vida que tenemos en este mundo, por el que estamos solo de paso; y sin embargo, estamos destruyendo.